En la tierra de Juan Valdez se toma poco café. Así lo demuestran las cifras de la Organización Internacional del grano y de un reciente estudio hecho por la Federecafé y los tostadores privados en las que se deduce que en los últimos años, en Colombia es bajo el consumo de su producto insignia y, lo que más preocupa, la tendencia es a seguir descendiendo.
Mientras otras naciones productoras de café, como Brasil o Costa Rica, consumen respectivamente, 5,3 y 4,8 kilos per cápita al año, en Colombia esta cifra no sobrepasa los 1,9 kilos.
Pero no sólo este dato preocupa a los protagonistas de la cadena cafetera, a su juicio, lo más relevante del reciente estudio que consultó a los colombianos sobre sus hábitos con la bebida, fue encontrar que en la última década se ha reducido el consumo sobre todo en el área urbana .
Según el director de Propiedad Intelectual de la Federación Nacional de Cafeteros, Luis Fernando Samper, el dato que señala que mientras en 1987, el 87,5% de los hogares de las ciudades compraba café, el año pasado ese indicador cayó a 81%, se puede explicar en el incremento constante de la oferta de bebidas que se ha dado en el país durante los últimos años.
Con estos datos debajo del brazo, la Federación Nacional de Cafeteros y los tostadores presentaron en el LXX Congreso Nacional del gremio, que concluyó el viernes en Bogotá, diseñaron un nuevo programa con miras a incentivar el consumo de esta bebida en el país.
Del denominado Programa de Promoción de Consumo de Café de Colombia hacen parte la Federación Nacional de Cafeteros, Nestlé de Colombia, Casa Lúker, Torrecafé Águila Roja, Colcafé del Grupo Nacional de Chocolates, Toscafé Oma y Pinto, que reúne a 24 tostadores pequeños.
En la preparación de esta política participó el experto brasileño Carlos Brando quien insiste en que para tomar acciones, lo primer que se debe hacer es una radiografía del mercado, para lo cual hay que realizar encuestas que determinen la cantidad de café que se consume, los horarios de consumo y la edad de quienes consumen la bebida.
Con este fin se dividió al país en seis zonas, en las cuales se aplicaron cinco mil encuestas que dieron a conocer comportamientos sorprendentes.
A la reducción en las compras de café en los hogares de todo el país, se sumó el revelador dato que señala que la zona que produce la mayor cantidad del grano en Colombia (Antioquia, Caldas, Quindío y Risaralda) es una de las que menos lo consume.
Mientras en Bogotá el consumo de esta bebida es de 3,6 tazas al día por persona, en Medellín es de 1,8 y en el Triángulo del Café es de 2,8.
Otros de los hallazgos indican que después de Bogotá, la Región Pacífica es la que más toma la bebida, que en el último lustro el consumo nacional anual se mantiene alrededor de 1,2 millones de sacos de 60 kilos, que los grupos poblacionales que menos demandan el producto son los jóvenes entre 18 y 24 años y las personas del estrato 1.
Además del tema del incremento en las opciones para los consumidores, los expertos coinciden en señalar que los mitos que existen alrededor de la ingesta de café han influenciado la reducción de su consumo.
En el estudio se encontró que por lo menos 5,5 millones de colombianos no beben café por temor a los efectos perjudiciales que pueda causar en su bienestar físico, por eso la primera de las líneas estratégicas que se pondrán en marcha es la relacionada con café y salud, para lo cual se preparan campañas sustentadas en estudios con rigor científico.
Uno de estos informes es del cardiólogo brasileño Mario Fernando de Camargo, quien le ha dado la vuelta al mundo con conferencias que hablan de los beneficios del café. “Evita la depresión y ayuda a disminuir los efectos por el abuso del licor y además impide el desarrollo de enfermedades cardiovasculares”.
Según su teoría, consumir tres tazas diarias de esta bebida reduce los riesgos de sufrir enfermedades cardiovasculares.
En la misma línea de pensamiento van los científicos de la Asociación Brasileña de Industrias del Café (ABIC), es el caso de Darcy Roberto Lima, Ph.D en Medicina de Universidad de Londres y quien se ha dedicado a estudiar los efectos del café en los atletas, los diabéticos y los menores de edad, entre otros grupos de la población.
En el tema de los menores de edad, Brasil ha implementado toda una política gubernamental que les provee café con leche a millones de estudiantes como parte de la alimentación que se les brinda en las instituciones educativas, lo que es impulsado por la ABIC. “El consumo diario y moderado de café torna al cerebro más atento y dispuesto a las actividades intelectuales, disminuye la incidencia de apatía y depresión y estimula la memoria, atención y concentración”.
En Colombia se busca implantar un programa similar con el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), entidad con la cual se adelanta un proyecto que pretende brindar café con leche a los menores que hacen parte de los programas de nutrición infantil, tal y como lo explica Luis Fernando Samper.
La estrategia de incentivar el consumo de café en las buenas generaciones es sólo una de las líneas de acción de este programa, que también se enfocará en mejorar la calidad de la bebida que se prepara, tanto en los establecimientos públicos como en el hogar, como lo advierte José Luis Fonseca Zárate, gerente de Toscafé Oma, una cadena que posee 150 tiendas en el país. “En los últimos años se ha trabajado fuertemente en enseñarles a los colombianos a tomar café de mejor calidad y eso es un proceso que es gradual y lleva tiempo”.
A la calidad en la preparación del café se sumarán programas para segmentos específicos de la población, en los que se hará hincapié en los beneficios de la bebida, el origen del café colombiano y los recursos que irriga a los cultivadores en el país.
De acuerdo con Gabriel Silva Luján, gerente de la Federación Nacional de Cafeteros, la campaña costará entre $2 mil y $3 mil millones anuales. De este valor, el gremio aportará el 40% y los tostadores el 60%.
Lo que se busca es obtener resultados similares a los de Brasil, lo que permitirá tener menor dependencia del mercado externo, en momentos en los que la volatilidad de la economía internacional es la constante.
La idea es que en la tierra de Juan Valdez se tome más y mejor café, lo que facilitará llegar a la meta de producir 17 millones de sacos en 2014. La propuesta está servida.
El caso de Brasil
En la actualidad Brasil es el segundo consumidor mundial de café, después de Estados Unidos, pero su intención es convertirse en el mayor consumidor en 2010, cuando tanto las autoridades gubernamentales como los industriales del sector se han propuesto que el mercado interno adquiera 21 millones de sacos al año.
Además de ser el principal productor mundial de este cultivo, los brasileños quisieron convertirse en altos consumidores de la bebida. El programa se inició hace cerca de 19 años y allí jugó un papel preponderante Carlos Brando de P&A Marketing. Este asesor diseñó a partir de 1989 la política que le permitió a este país pasar de consumir 6,5 millones de sacos de 60 kilogramos en 1992 a 13 millones de sacos en 1995 y 17 millones este año.
Ante el éxito de su labor, países como México, India Indonesia y Colombia han contratado sus servicios con el fin de incrementar el consumo interno del grano, en naciones que exportan la mayor parte del café que cultivan.
Según Brando, el marketing es vital para vender más tazas de café. “El mejor ejemplo de los rendimientos de estos programas institucionales de mercadeo se pueden apreciar en Brasil, donde se pasó de consumir 6,5 millones de sacos a 18 millones de sacos en 20 años”.
Dentro de sus premisas para trabajar en un mercado también resalta la necesidad de que productores, exportadores y comerciantes se unan en torno al objetivo de incrementar el consumo de café.