Para muchos el nuevo motor de la economía es China, sin embargo, pareciera estar desacelerándose, obligando a un plan de salvamento cercano al 8% de su PIB ante la preocupación de sus autoridades por un creciente desempleo.
Al mismo tiempo, como castillo de naipes, economías como la de Inglaterra, Japón, Alemania, y EE.UU. se reconocen en recesión. Otro síntoma de la falta de motor es la expectativa de la temida deflación, la cual refleja que el motor emotivo del consumidor gringo ya no tiene combustible, a pesar del derrumbe del precio en el barril de petróleo.
La débil demanda global es estructural y su recuperación no se vislumbra en el corto plazo. El único que podría dinamizarla es el Estado, por medio de aumento de su gasto, sin embargo, pocos países tienen esa alternativa y se arriesgan a entrar en un circuito destructor de baja demanda, que provoca menos ventas, que genera menos producción y que obliga a despedir empleados, como en EE.UU., que superó los 500 mil en noviembre que, sin salario, golpearán a su vez la ya debilitada demanda.
Colombia no tiene margen de maniobra fiscal y eso será grave para el 2009 que, insisto, nos hará ver el año 2008 como un buen año.
En Colombia los motores de crecimiento, que en los últimos años fueron el consumo de los hogares y la inversión de las empresas, están fundiéndose más rápido de lo esperado y el motor de repuesto, como es el gasto público, está pegado y sin aceite.