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¿Para qué la diplomacia?

A raíz de la nueva crisis, otra más, que ha estallado entre Colombia y Venezuela, cabe analizar cómo opera la diplomacia y cómo podría ser efectiva en el complejo entorno de las relaciones bilaterales.

Marcos Peckel
20 de julio de 2010 - 08:58 p. m.

En el caso de la República Bolivariana, la política exterior no es de Estado, ni siquiera de gobierno sino de Chávez. “El Estado soy yo” a la usanza del monarca francés Luis XIV.

La política exterior es siempre un medio y no un fin. En el caso del teniente coronel el principal propósito de sus políticas, incluida la exterior, es asegurar su permanencia en el poder y en menor escala promover su ambiguo socialismo del siglo XXI, lo cual hace a través de empresas como Telesur, Petrosur y Petrocaribe, la Alianza Bolivariana para las Américas, el enfrentamiento con Estados Unidos y Colombia y sus alianzas con los regímenes de Irán, Siria y Bielorrusia.

Su política exterior es influenciada también por las elecciones a la Asamblea Nacional en septiembre y un entorno regional mucho menos favorable al proyecto bolivariano que hace un par de años.

¿Existen realmente intereses comunes a las dos naciones o por el contrario lo que Colombia quiere no le interesa a la Venezuela de Chávez y viceversa?

Se debe entonces establecer una escala de objetivos a cumplir en el complejo entramado diplomático con Venezuela, siendo el primero y más importante evitar una confrontación armada, para lo cual la disuasión es crítica tanto en el balance de fuerzas como en el costo internacional de una aventura bélica.

De ahí en adelante los otros objetivos de la diplomacia requerirían de un quid pro quo de pasos pequeños en la medida en que sea el interés de ambas partes y que los grandes irritantes no se interpongan en el camino.

Los organismos internacionales, especialmente los regionales, la OEA y Unasur, han sido totalmente inoperantes en acercar a las partes, como lo han sido en los desafíos que han enfrentado recientemente.

Colombia quiere que Venezuela no le dé refugio a la guerrilla y que se reactive el comercio binacional. Venezuela, es decir Chávez, quiere que se rescinda el acuerdo militar con Estados Unidos sobre el uso de las bases y quién sabe qué más.

¿Hasta dónde está dispuesto a llegar cada Estado para lograr sus objetivos? ¿Tiene Colombia algo que ofrecerle a Venezuela a cambio que cese su apoyo a las Farc? ¿Va la comunidad internacional a presionar a Venezuela a hacerlo? ¿Quiere Colombia a toda costa mantener un comercio fluido con Venezuela incluso si los líderes guerrilleros se refugian allá? ¿Qué tanto le afecta a Chávez la caída del comercio con Colombia? ¿Está dispuesta Colombia a revisar su tratado de cooperación con Estados Unidos a cambio de algún gesto venezolano? ¿No le conviene a Chávez tener de “enemigo” a Colombia para avanzar en su agenda bolivariana? ¿Puede la diplomacia dentro de estos parámetros encontrar caminos para mejorar las relaciones?

Muchas preguntas, pocas respuestas.

Por Marcos Peckel

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