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Santos y Chávez

BOGOTÁ SE HABÍA CASI OLVIDADO DEL modo terrorista.

Editoral de El País de España
13 de agosto de 2010 - 10:05 p. m.

Pero, como para subrayar los retos a los que se enfrenta el presidente Santos, un coche bomba estalló ante el edificio que alberga a Caracol Radio y a la agencia EFE. El artefacto afortunadamente sólo causó heridos leves. Aunque recuerda el criminal proceder de las Farc, la guerrilla, acorralada pero no batida, que endemonia la vida de los colombianos, no hubo atribución ni reivindicación del mismo. En cualquier caso, el cobarde proceder de los terroristas no amedrentará a los ciudadanos de Bogotá ni a los profesionales de Caracol y EFE.

El presidente Santos ha iniciado, pese a todo, de la manera más convincente su mandato, saneando en sólo cuestión de horas las relaciones con Venezuela. Y no es que eso no haya ocurrido ya un cierto número de veces. En cuatro ocasiones Caracas ha roto o congelado relaciones con Bogotá desde 2005, pero hasta la ruptura del pasado 22 de julio los protagonistas eran siempre el presidente venezolano, Hugo Chávez, y su homólogo colombiano, Álvaro Uribe. Y si el primero se especializaba en truculencias, el segundo daba facilidades. Pero en la cita del martes, el que jugaba de local era Juan Manuel Santos.

Ambos líderes parecían transfigurados. El colombiano se desmarcaba de su predecesor —de quien fue exitoso ministro de Defensa— no sólo por voluntad de estilo, sino por sus evidentes aspiraciones de no tolerar enemigos a la izquierda; y el venezolano, que olvidaba que hacía sólo unos meses despotricaba de Santos, respondía a las acusaciones de que cobijaba a la guerrilla en su territorio, jurando que nunca consentiría que nada parecido ocurriese; y especialmente, ya no reprochaba a Colombia que hubiera concedido a Washington el uso de bases militares. Más allá de lisonjas y promesas, la reconciliación suena bien, porque ambos países son vecinos complementarios. Colombia exportaba bienes de primera necesidad a Venezuela por valor de unos 7.000 millones de euros al año, lo que tras la congelación de relaciones en 2009 cayó en un 70%.

Si Chávez tenía en Uribe un adversario que le permitía el recurso patriótico de cerrar filas ante agresiones imaginarias, en Santos halla la personalidad ideal para el borrón y cuenta nueva; y el Presidente colombiano lo que necesita es paz y concordia para atacar los problemas de una nación que tiene aún, como pudo verse el jueves, enormes retos pendientes.

Por Editoral de El País de España

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