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Chávez contra el mundo

La influencia de Hugo Chávez en el Estado tras de 11 años de gobierno unió la fuerza de los partidos opositores para aspirar a la Asamblea Nacional.

Simón Alberto Consalvi*
25 de septiembre de 2010 - 08:00 p. m.

Al proceso político que concluye hoy en Venezuela con la elección de 165 diputados a la Asamblea Nacional, habría que ponerle otro nombre. No se trata, bajo ninguna circunstancia, de una elección normal entre partidos y candidatos en igualdad de condiciones y circunstancias. El desequilibrio es tan abrumador que quienes se han dispuesto a enfrentar al presidente Hugo Chávez Frías lo han hecho a sabiendas de que es la única y última opción dentro del sistema legal vigente en el país para buscar no una alternativa al dominio autocrático que se ha instalado en Venezuela, sino una manera de romper el monopolio absoluto de los poderes del Estado que le ha permitido a Chávez avanzar en su proyecto, destruyendo instituciones y violentando la Constitución.

Esta historia comienza en 2005, cuando la oposición consideró que no había condiciones de equidad para concurrir a las elecciones parlamentarias. Chávez controlaba el Consejo Nacional Electoral y estaba en la cima de su popularidad. Al abstenerse la oposición, Chávez logró copar la Asamblea con diputados de su partido y manejar el Poder Legislativo en estos cinco años según sus intereses. La Asamblea, en consecuencia, ha aprobado un conjunto de leyes dirigidas al establecimiento del “socialismo del siglo XXI”, contraviniendo en la mayoría de los casos el texto de la Constitución.

El proceso electoral de hoy no se libra entre partidos, sino entre el Estado, el Gobierno, y una alianza numerosa de partidos que lograron el milagro de la unidad. La Constitución prohíbe a los ministros ponerse al servicio de una parcialidad política, pero los ministerios y todas las dependencias oficiales se han convertido en agencias del Partido Socialista Unido de Venezuela. En una palabra, toda la fuerza económica del gobierno más rico de América Latina ha sido puesto en juego por el presidente Chávez Frías, él maneja personalmente miles de millones de bolívares, reparte a manos llenas, crea programas ficticios, castiga a las regiones gobernadas por independientes, copa los espacios de la red oficial de radio y televisión, y en el último mes recorrió paso a paso el mapa venezolano como si fuera candidato a diputado.

El presidente Chávez es consciente de que sus candidatos por sí solos no representan nada y no serían elegidos, sino en una proporción quizás insignificante. Por eso se comprometió a fondo, personalmente, porque de otra manera los resultados le serían muy negativos. Para darle impulso a la campaña de sus diputados resolvió lanzar su candidatura para la reelección en 2012. Necesitó jugar con este recurso. El “socialismo del siglo XXI” en Venezuela no tiene sino un nombre: Hugo Chávez, y nada más.

Es Chávez, sin duda, pero añadido al poder económico del gobierno, cuyos inmensos recursos maneja a discreción fuera y dentro del país como un jeque árabe. Venezuela, por ejemplo, acaba de recibir un crédito de China por la suma de US$20 mil millones, la mitad en dólares y la mitad en yuanes. Este último sólo sirve para importar productos chinos, neveras, cocinas, televisores, bicicletas, tractores, un variadísimo catálogo que Chávez comenzó a repartir en esta campaña para seducir a la gente, alegando que los importa “para combatir la especulación del comercio privado”.

Más allá del episodio hoy, que Chávez enfrentará con su magia disminuida por el terrible fracaso de su administración, por la incapacidad de sus ministros, por la corrupción sin precedentes, porque crisis como la eléctrica, el haber dejado que se pudrieran más de 130.000 toneladas de alimentos y la inseguridad que mantiene a la población en “estado de sitio”, les han demostrado a los venezolanos que no aprende a gobernar después de once años.

Es consciente de que una Asamblea Nacional en manos de la oposición o con una representación considerable sería el fin de su reinado. El fin del proyecto político que trató de silenciar en la campaña, porque sabe que más de 90% de los venezolanos rechazan el “socialismo del siglo XXI”, inspirado en el comunismo cubano. Por eso asumió el papel de jugarse el todo por el todo. A partir de mañana Chávez tendrá un dilema: ¿cómo continuar con la idea comunista, mientras en Cuba confiesan su fracaso? Sean cuales fueren los resultados de hoy, Venezuela amanecerá mañana con una correlación política diferente y un poder del Estado librado de algún modo de la férula personal del Presidente.

 *Ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela de 1977 a 1979 y de 1985 a 1988.

Los venezolanos   a las urnas

11 elecciones se han realizado en Venezuela desde 1999, año en el que Chávez fue electo presidente.

30.000 milicianos aproximadamente han custodiado las oficinas electorales durante el fin de semana.

634 fiscales han estado vigilando los acontecimientos de la jornada electoral.

Testigos electorales

La presidenta del Consejo Nacional Electoral, Tibisay Lucena, aseguró que hay un total de 63.116 testigos electorales, de los cuales 31.948 pertenecen al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y 21.433 a la Mesa de Unidad Nacional.

Presencia colombiana
Los senadores Efraín Cepeda y Jorge Hernando Pedraza fueron invitados como observadores internacionales de las elecciones parlamentarias venezolanas. Otra de las figuras internacionales que asiste es Gustavo de Aristegui, responsable de asuntos exteriores del Partido Popular (PP) de España.

Por Simón Alberto Consalvi*

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