“No tengo cálculos políticos”

Germán Vargas Lleras niega que alguna vez le hayan ofrecido el Ministerio de Defensa, da puntadas de lo que será la reforma a la justicia y responde a sus críticos uribistas.

Hugo García Segura
31 de julio de 2010 - 04:00 p. m.

El miércoles pasado, cuando el presidente electo Juan Manuel Santos anunció su designación como ministro del Interior y de Justicia, Germán Vargas Lleras estuvo a punto de llorar de la emoción. Por primera vez hará parte del Ejecutivo y, con la disciplina que lo caracteriza, al día siguiente ya estaba en las labores de empalme y haciendo los primeros anuncios de lo que cree debe ser la reforma a la Rama Jurisdiccional, mostrando su desacuerdo con el proyecto que busca que el Fiscal sea nombrado directamente por el Jefe de Estado y planteando la eliminación del Consejo Superior de la Judicatura, entre otros.

Su nombre genera resquemor en algunos sectores del llamado uribismo ‘purasangre’, hasta el punto de que el mismo vicepresidente Francisco Santos lo tildó de “traidor” y dijo que nombrarlo en el gabinete del futuro gobierno es como mandar al presidente Uribe “al carajo”. Pero Vargas Lleras no quiere entrar en polémicas y en medio del corre corre del empalme sacó unos minutos para dialogar con El Espectador y dar algunas puntadas de lo que buscará se incluya en la anunciada reforma judicial, reafirmar su lealtad a Juan Manuel Santos y aclarar uno que otro rumor que en torno a la aceptación del ministerio se escucha hoy en día.

Se le vio muy emocionado con la designación...

Es una gran oportunidad para impulsar iniciativas útiles al país e incidir en reformas como la de la justicia, lo mismo que coadyuvar en la agenda legislativa que el nuevo gobierno ha definido como prioritaria. Eso me llena de entusiasmo y más aún cuando sé que voy a hacer parte de un gran equipo de trabajo, con unos ministros de primera categoría.

¿Es cierto que usted iba era para el Ministerio de Defensa?

Eso no es verdad, a mí el presidente Santos me ofreció siempre el Ministerio del Interior y de Justicia para que adelantara las reformas planteadas. Jamás hablamos del Ministerio de Defensa.

¿O sea que tampoco es verdad que lo que influyó para que usted no llegara al Mindefensa fueron las críticas del vicepresidente Francisco Santos, que le dijo hasta traidor...

Supongo que tampoco.

¿Por qué los uribistas radicales lo ven como una amenaza?

No lo sé, yo he señalado que al nuevo gobierno entro a construir y no a polemizar, y menos en aspectos de carácter personal.

¿Su ministerio va a ser de largo, mediano o corto plazo?

No sé, tengo el compromiso de cumplir una tarea que involucra una amplia agenda de temas, algunos bastante polémicos, y creo que es el momento de llegar a consensos y convertirlos en realidad.

Hay quienes piensan que usted lo que busca es utilizar el Ministerio como trampolín para una candidatura en 2014...

Se equivocan. Si acepté participar del nuevo gobierno es con la más absoluta lealtad y compromiso con el presidente Santos y su equipo.

¿Y cuando se cree el Ministerio de Justicia, se va para allá?

No lo sé, pero sí puedo decir que si el Congreso nos apoya, pronto tendremos un interlocutor de la Rama Ejecutiva frente a la Rama Jurisdiccional.

En 2002, Fernando Londoño habló de un Congreso admirable, ¿qué espera del actual Legislativo?

Con unas mayorías tan amplias y comprometidas con el programa de gobierno del Presidente electo, uno podría esperar unos magníficos resultados. La agenda que fue definida inicialmente es producto de la interlocución con todos los partidos de la coalición, que han incluido sus temas prioritarios. Esperamos entregarle resultados al país muy pronto.

Su experiencia como ex congresista es una ventaja a la hora de consensos, pero dicen que su temperamento puede traerle problemas...

Yo me he formado en la Rama Legislativa. No sólo tengo buenas relaciones con todos los parlamentarios en general, sino que mi vida entera ha sido la búsqueda de consensos en la aprobación de leyes y la presentación de ponencias. Cuando uno es parlamentario jamás impone su criterio.

Juan Lozano fue aliado suyo hasta que se fue a la U, partido del cual es hoy su presidente y vocero en el Senado, ¿cómo será esa relación ahora?

Será cordial, ya me lo encontré en la mesa de trabajo de la unidad. La relación mía con el doctor Lozano no sólo era política, sino personal, y ahora que otra vez vamos a trabajar, espero que los contratiempos del pasado no incidan en las responsabilidades que tendremos.

Se ha hablado de una nueva reforma política, ¿cómo será?

Hay una agenda inicial de proyectos, que son los 12 que ya se señalaron y con los cuales se iniciará. Simultáneamente, en los próximos días se conformará una mesa paralela en la cual tendrán representación todos los partidos de la coalición y se consultará a quienes no hacen parte de ella para tratar de consensuar una reforma política y electoral que en el momento en que sea llevada al Congreso tenga ya la suficiente aceptación y sea tramitada con celeridad. Sabemos que un proyecto de esos requiere mucho debate y no queremos bloquear toda la agenda.

¿Está dispuesto a impulsar el estatuto de la oposición?

Estoy comprometido con ello. El país lo requiere y estamos en mora de expedirlo.

¿Por qué no le gusta la reforma a la elección de Fiscal y que sea el Presidente quien lo elija?

Porque me parece inoportuna cuando vamos a tramitar una reforma integral a la Rama Jurisdiccional. Ese acto legislativo no debería ser tramitado de manera aislada y es un tema que puede discutirse en la reforma, que debe hacerse integral y no a pedazos.

¿No cree que el haberse mostrado en contra del proyecto es casar peleas muy rápido con el gobierno saliente?

No lo hago con el ánimo de mortificar a nadie, sino de crear el ambiente propicio. El presidente Santos ha dicho que la reforma judicial será consensuada con las altas cortes.

¿Y el objetivo es mejorar las relaciones Ejecutivo-Rama Judicial?

Ese es uno de los propósitos que nos hemos impuesto. Creo que el ambiente es muy favorable al nuevo gobierno y si logramos que esa reforma salga del consenso entre las dos ramas del poder público, vamos a crear un ambiente aún mejor para que se imponga el criterio de la colaboración plena y armónica.

También ya le llovieron críticas por su propuesta de eliminar el Consejo Superior de la Judicatura...

Ese ha sido mi criterio y espero que el Gobierno y los partidos lo respalden. Me parece que debería crearse un consejo superior integrado por los tres presidentes de las cortes, que a su turno designen un gerente para centralizar la parte administrativa en el manejo de la Rama Judicial. En cuanto a lo disciplinario, creo que también es un aspecto que podría ser asignado a los tribunales superiores y a las altas cortes, como era antes. Que se disciplinen unas a otras. Ese ha sido mi criterio y por el hecho de haber sido designado ministro no lo voy a cambiar, aunque comprendo que todo debe ir a la mesa del acuerdo y que el presidente Santos tiene la última palabra.


¿Y cómo va a ser el tránsito de creación del Minjusticia?

Esperamos que sea muy expedito. Si el Congreso nos acompaña, solicitaremos a través de una iniciativa legal facultades para crear nuevamente los ministerios de Justicia, Vivienda y de Trabajo; para dotar su planta administrativa y para hacer los traslados presupuestales. Esperamos que en pocos meses estas entidades empiecen a operar.

Usted habla de una reforma a la justicia consensuada y en campaña hizo varias propuestas que querrá incluir. Miremos algunas: reforma a la tutela...

Creo que fue lo que dio origen al choque de trenes y tenemos que buscarle una fórmula que sea plenamente aceptada por las cortes y que nos permita superar en el futuro esa controversia.

Darles facultades a los notarios para que colaboren en la descongestión judicial...

Sigo pensando en eso y he sugerido que haga parte de la reforma que estamos previendo. En temas de descongestión, qué bueno sería que todo el mundo contribuyera a evacuar los procesos en mora. Los notarios pueden ayudar mucho si les asignamos funciones jurisdiccionales y de manera pro témpore permitimos que contribuyan a agilizar y evacuar los procesos que hoy están retrasados. Pero no sólo ellos, también he hablado de jueces a tiempo parcial.

Creación de una unidad administrativa para la defensa del Estado...

Es fundamental. Las pretensiones de las demandas que hoy cursan contra el Estado suman $100 billones y se requiere profesionalizar la defensa en la gran mayoría de asuntos que por sus cuantías pueden significar un altísimo riesgo para la estabilidad fiscal del país.

Períodos de 12 años para los magistrados de las altas cortes...

He pensado que no deberían ser de 12 sino de 15, complementado con elevar la edad de jubilación a 70 años y exigir una experiencia mayor para que quienes lleguen a las altas cortes sean personas en edad madura, que cuando terminen su labor ya estén en edad de jubilación y no tengan que regresar al mundo laboral.

Seguridad jurídica...

Tengo ideas que quiero debatir en esta reforma. Qué bueno sería que la jurisprudencia emitida por las altas cortes fuera de obligatorio cumplimiento por tribunales y jueces en todo el país. Esto les daría mucha certeza a las tesis vigentes en el mundo del derecho. Creo también que vale la pena explorar que las leyes en materia penal, tributaria y económica vayan a control previo de la Corte Constitucional, antes de entrar en vigencia. Pero luego, una vez surtido ese control, se elimine la retroactividad en las sentencias.

¿Qué va a pasar con la Ley de Víctimas?

Ese tema hace parte de la agenda definida como prioritaria por el presidente Santos, además de la de tierras y del primer empleo.

¿Y la Ley de Justicia y Paz? ¿Se va a buscar la prórroga?

Quiero consultarlo con el Gobierno y el Congreso. He encontrado pros y contras. Lo que sí vale la pena examinar es prorrogar la Ley 418, algo que han hecho todos los gobiernos anteriores. Tengo que consultar la opinión del presidente Santos, porque se trata del instrumento que permite o no adelantar negociaciones con grupos al margen de la ley.

¿La idea es dejar la puerta abierta para posibles diálogos con la guerrilla? Una postura diferente a la que se le ha conocido...

Yo no he dicho nunca que no, lo que he dicho es que diálogos como los que se adelantaron en otras épocas —sin agendas precisas, sin temas definidos y sin compromisos claros— son inconvenientes. Los diálogos no se pueden convertir en una oportunidad para que las fuerzas ilegales se reorganicen.

¿Y diálogo con reglas claras sí?

Esa es una decisión que le competerá al presidente Santos.

Usted fue de los primeros que denunciaron la presencia de las Farc en Venezuela, ¿qué hacer para superar la crisis actual?

No descarto que el nuevo gobierno tenga la oportunidad de restablecer las relaciones con Venezuela, lo cual debe involucrar todos los temas de la agenda, incluido ese.

¿A la hora de los balances qué le dejó la candidatura?

Una experiencia monumental. Fue la oportunidad de recorrer todo el país; conocer las regiones y su gente. La campaña me exigió profundizar en todos los temas de la agenda nacional. Si bien no fui elegido presidente, me siento agradecido con el millón y medio de colombianos que me respaldaron en las urnas. Con ellos y con quienes no lo hicieron siento un enorme compromiso y ahora que he asumido esta responsabilidad espero estar a la altura.

¿Quedó con ganas de volver a intentarlo, quizás en 2014?

Mi escenario es hoy distinto y quiero reiterar que si he tomado la decisión de hacer parte de este equipo de trabajo será sin cálculos políticos y mucho menos personales. Avizoro que se aproxima una etapa extraordinaria para Colombia, en la que se va a poder consolidar la seguridad y se entrará en años de crecimiento y prosperidad sin precedentes.

Usted dijo que por primera vez tendrá jefe, ¿como es Germán Vargas Lleras obedeciendo órdenes?

Aconductado. Comprendo que hago parte de un equipo y sé que tendré que ajustarme a las reglas que se imponen como servidor público y como subalterno de un presidente que espero sea quien lidere la transformación definitiva del país.

Por Hugo García Segura

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