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La hora de Santos

El Ministro de Defensa saldría a enarbolar las banderas de la seguridad democrática y con plan B: la Embajada en Washington.

Hugo García Segura
16 de mayo de 2009 - 10:00 p. m.

Fue en noviembre de 1991, a sus 40 años de edad, que Juan Manuel Santos asumió el riesgo de comenzar a transitar por el espinoso camino de la política. En ese entonces renunció a su cargo de subdirector de El Tiempo para asumir como ministro de Comercio Exterior en el gobierno de César Gaviria, iniciando así un recorrido que lo ha llevado a las cumbres del poder, en el que no han estado ausentes las polémicas y que hoy lo tiene a las puertas de una candidatura a la Presidencia de la República, como heredero de la seguridad democrática y con amplias posibilidades de ganar, según recientes encuestas.

Dicen analistas e incluso rivales políticos que el momento de Santos es ya. Y así parece haberlo entendido él cuando —el pasado miércoles— dio a conocer ante la Comisión de Ética y Transparencia del Ministerio de Defensa el informe sobre su segundo año de gestión al frente de esa cartera, lo que para muchos sonó a despedida. Dos años en los que los resultados en el campo militar son irrefutables, a pesar de que sus enemigos políticos —que son muchos— y gran parte de la opinión pública siguen creyendo que se trata de alguien con desmesuradas ambiciones de poder.

Lo cierto es que desde cuando Juan Manuel Santos llegó al Ministerio de Defensa, en agosto de 2006, las Farc han recibido los peores golpes de su historia: la muerte de J.J. en junio de 2007; la de Raúl Reyes, segundo del Secretariado, en marzo de 2008, y la de Iván Ríos, también del Secretariado, acosado por el Ejército y traicionado por uno de sus hombres. Santos fue también el encargado de revelarle al mundo la noticia de la muerte de Manuel Marulanda Vélez, máximo líder de las Farc, y durante su gestión fueron dados de baja el Negro Acacio y Martín Caballero, mandos medios de esa guerrilla.

Pero sin duda, la impecable ‘Operación Jaque’, que permitió la liberación de la ex candidata presidencial Íngrid Betancourt, los tres contratistas estadounidenses y 11 miembros de la Fuerza Pública, ha sido el golpe que ha puesto a Juan Manuel Santos en el curubito de la favorabilidad ante los colombianos, después del presidente Uribe, razón por la cual hoy cavila la estrategia de una candidatura que, según se rumora en los mentideros políticos, depende de todos modos de que el Primer Mandatario pueda aspirar o no a un tercer mandato consecutivo.

Lo cierto es que la salida de Santos de su cargo es un hecho, así Uribe esté pensando en hacerse reelegir. Pero, contrario a lo que muchos puedan pensar —teniendo en cuenta que el referendo reeleccionista sigue su juego en el Congreso—, no se trata de un salto al vacío. La táctica está montada: será candidato, pero si Uribe se lanza, el plan B será la Embajada en Washington, una especie de sala de espera en una labor que conoce y que no implica mayores riesgos para su imagen a la hora de pensar en el regreso para recoger definitivamente lo sembrado y buscar la primera magistratura del Estado en 2014.

Se comenta que el retiro será mañana lunes, o a lo mejor el próximo fin de semana; o que lo hará un día antes de que comience a correr la inhabilidad —el 29 de mayo— para poder postularse. Las señales son claras: ayer sábado, Santos invitó a un almuerzo, dicen que también de despedida, a los periodistas encargados de cubrir la información del Ministerio de Defensa, mientras que en el Partido de la U, el mismo que ayudó a consolidar en la campaña parlamentaria de 2006 como fuerza aglutinadora del uribismo, ya lo están esperando. “Tiene todo el derecho de pensar en la política y querer el cambio en el país, en caso de que el presidente Uribe no vaya”, dice el senador José David Name.

Pero además, en gestos que le han ganado las más duras críticas de sus opositores, que lo acusan de estar haciendo política desde el Ministerio, Santos hasta ha cambiado su discurso en los últimos días, con posturas que bien pueden ser consideradas como “de campaña”. Por ejemplo, el mismo miércoles pasado, tras presentar el balance de su gestión, se fue a mostrar los resultados de la reforma educativa aplicada a la Fuerza Pública y ese día, ante los medios de comunicación, dijo que es “apresurado” hablar en este momento de un nuevo gravamen al patrimonio para financiar la seguridad, propuesta del presidente Uribe. Al fin y al cabo, dicen los expertos en marketing político, en campaña nunca se debe hablar de impuestos, porque quita votos.


El andar de Santos desde que asumió el Ministerio no ha sido siempre color de rosa. En junio de 2007 la oposición quiso aplicarle una moción de censura como responsable político de las ‘chuzadas’ ilegales y hasta de ser un obstáculo en las relaciones diplomáticas con Venezuela. Luego vino el escándalo de los “falsos positivos”, cuyos coletazos aún se sienten en la actualidad, pero él ha sabido salir sin salpicarse. Hay quienes insisten también en tender un manto de duda sobre la lealtad entre el Mindefensa y el presidente Uribe y auguran rupturas futuras recordando el choque entre los dos por los auxilios parlamentarios, al comienzo del debate electoral a la Presidencia de 2002, cuando el hoy jefe de Estado fustigó las actuaciones de Santos, en ese momento ministro de Hacienda de Pastrana.

Tras la llegada de Uribe al poder, Juan Manuel Santos se convirtió en uno de los primeros detractores de su política económica, discrepancias que se fueron aplacando cuando apareció el tema de la reelección presidencial. A Santos no le gustaba, pero cambió de criterio y Uribe lo promovió como su jefe de debate en 2006, cuando ganó por punta y punta: el Partido de la U obtuvo la mayoría en el Congreso, el Presidente fue reelegido y él fue nombrado Ministro de Defensa. Hoy, Santos está a pocas horas de dar un paso más en su eterna lucha por el poder: dejar el Ministerio de Defensa y adentrarse en el riesgoso e impredecible terreno de una candidatura presidencial.

Rumores de reemplazo

Desde que se comenzaron a escuchar versiones de la salida de Juan Manuel Santos del Ministerio de Defensa para iniciar campaña a la Presidencia de la República en 2010 aparecieron también los expertos en ‘gabinetología’ poniendo a sonar a quienes podrían ser su reemplazo.

Y en ese tire y afloje se han mencionado nombres como los de Luis Carlos Villegas, presidente de la Andi; Bernardo Moreno, actual secretario general de la Presidencia; Rodrigo Rivera, ex senador liberal por estos días afín al uribismo; Juan Carlos Pinzón, actual viceministro de Defensa, y el general Freddy Padilla, comandante general de las Fuerzas Militares.

Por Hugo García Segura

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