“La lucha de cada día es contra la vanidad”

El presidente del Polo Democrático dice que su juego es  a largo plazo y aunque la salida de ‘Lucho’ Garzón le reste opinión y votos, seguirá adelante.

Hugo García Segura
30 de mayo de 2009 - 10:00 p. m.

El Polo Democrático parece caminar hacia el destino que históricamente han seguido los partidos de izquierda en el país: la autodestrucción por sectarismos, intereses personales y diferencias ideológicas. Esa es la mirada apocalíptica que algunos le dan a la salida de sus filas, esta semana, de una de sus figuras emblemáticas: el ex alcalde de Bogotá Lucho Garzón, y a la decisión de Carlos Gaviria, presidente de la colectividad, de inscribir su nombre para la consulta interna, a pesar de las críticas de haber utilizado su cargo directivo en beneficio propio. En entrevista con El Espectador, Gaviria defiende su postura, dice que seguirá luchando por la unidad y cuestiona a Garzón por su “vanidad”.

¿Por qué decide ser candidato si había dicho que no quería?

No me gusta el continuismo, pero ha habido una serie de manifestaciones de estudiantes, campesinos, mujeres, intelectuales y miembros de la comunidad LGBT, en el sentido de que acepte inscribirme para ser precandidato e ir a la consulta y para mí esas solicitudes son obligantes.

Se podría decir que se volvió reeleccionista...

Yo no he hecho nada en el Polo para que me reelijan. Al contrario, he manifestado mi voluntad de no ser candidato. Simplemente considero que en este momento es una responsabilidad con el partido y con muchos sectores mayoritarios que me han pedido que presente mi nombre.

¿Pero no cree que esa decisión afecte la unidad del Partido?

No lo creo, porque son justamente los sectores mayoritarios los que me lo piden. Que yo sepa no se ha inventado todavía una democracia donde las minorías sean las que marquen la dirección de un Partido.

¿Y por qué no darle la oportunidad a las nuevas generaciones, como Garzón que ya gobernó y lo hizo bien?

Pues Lucho no ha querido venir siquiera al Polo a discutir sus discrepancias. Le envié dos cartas invitándolo a que conversáramos sobre sus propuestas y no me las respondió. Lo llamé varias veces y nada. Si él dice que tiene discrepancias con el Polo, ha debido venir a ventilarlas. Ahora, si han sido ventiladas y han sido derrotadas, pues un demócrata se atiene a lo que las mayorías dispongan y no se va en función de esas discrepancias. El buen demócrata es el que acepta la derrota.

‘Lucho’ dice que lo maltrataron

Quisiera que nombrara siquiera algo que pueda denominarse maltrato. Si él llama maltrato algunas discrepancias de miembros del partido con algunas de las realizaciones de su alcaldía, pues entonces toda disensión en política será tratada como un maltrato y así no se puede hacer política democrática.

¿Existen o no al interior del Polo un ala radical y una moderada?

Yo he dicho que mis convicciones son radicales en el sentido no que son sectarias sino que tienen raíces. O sea que mis convicciones son profundas, y eso no significa de ninguna manera que no estemos dispuestos ni a conversar ni a dialogar ni a hacer coaliciones, que es otra de las cosas que a mí me imputan. Yo ni siquiera he sido militante de ningún sector de izquierda, de manera que es curioso que ahora aparezca como radical de izquierda.

Pero no puede negar que en esa izquierda existen matices

Es que lo que se debate es una propuesta de izquierda democrática y a ella deben concurrir todas las izquierdas que han existido en Colombia. Todas tienen mucho que aportar y no hay que temer a esa denominación. Decir que el Partido es de izquierda significa que está interesado en emprender reformas profundas que la sociedad colombiana necesita. Hay muchos que encuentran más cómodo decir que son de centro, y para mí eso es bastante ambiguo. Incluso pienso que son tendencias que interesadas en profundizar el statu quo y una persona o un partido que esté interesado en mantener eso no es siquiera de centro.


Pareciera que más que de ideas, el debate en el Polo fuera por lo electoral...

No lo creo. Lo que pasa es que en la época electoral esas diferencias y controversias se magnifican y son, por una parte, más intensas dentro del Polo y más vistosas desde afuera. Insisten tanto en la división del Polo que yo digo que algo debemos estar haciendo bien. Creo que las diferencias de los demás partidos en el país sí son todas de carácter burocrático, mientras que en el Polo hay de por medio discusiones de tipo ideológico que son las que justifican la lucha política. Somos un partido de izquierda pluralista, y la izquierda ha mantenido una serie de debates históricos pendientes que no se pueden acabar de un día para otro.

Sin embargo, las diferencias con ‘Lucho’ y Petro proyectan la imagen de que el Polo va hacia su autodestrucción, como ha sucedido con casi todas las experiencias de izquierda democrática en el pasado...

El Polo no va a recorrer ese mismo itinerario. No me desanimo ni me desestimulo por el hecho de que en este momento esas discrepancias tan hondas estén perjudicando al Partido. Yo juego a largo plazo, a dejar un partido de izquierda consolidado y que no sea flor de un día. Es posible que el retiro de Lucho nos reste opinión y votos, pero con la gente que sigue convencida de los propósitos tenemos que seguir construyendo y si en las próximas elecciones presentamos un proyecto persuasivo para el país, vamos a compensar ampliamente con las escisiones que ahora podamos tener.

¿De verdad cree que el Polo en solitario puede acceder al poder en 2010?

El propósito de todo partido es que su propuesta triunfe y no me niego a las coaliciones, como dicen. Acabo de tener una reunión con el ex presidente César Gaviria en la que resolvimos aunar fuerzas en torno a un propósito determinado: que la segunda reelección del presidente Uribe no tenga lugar porque es nociva para nuestra democracia. Convinimos en que siempre que encontráramos puntos de acuerdo que nos permitieran trabajar juntos, sin que los partidos perdieran su fisonomía, seguiríamos adelante. Lo que pasa es que en Colombia somos amigos de las coaliciones burocráticas, las cuales degradan la política y la convierten en clientelismo y corrupción.

¿Ello implica en algún momento tener candidato de coalición?

Las directrices del Congreso y de la dirección del Polo es ir con candidato propio en mayo y para la segunda vuelta abrir la posibilidad de coaliciones. Pero no necesariamente el futuro tiene que ser eso, es decir si llegara en un futuro a existir un solo candidato entre el Polo y otro partido, probablemente el liberal que es con el que tenemos más afinidades, sería sobre bases programáticas claras y no sobre acuerdos en cuanto a la repartición de cargos.

¿Cuál es la propuesta programática del Polo frente al postulado de reelegir la seguridad, la confianza inversionista y la cohesión social?

El Polo está comprometido con la defensa del Estado de Derecho. No hablo siquiera de un Estado Social de Derecho. Un estado de Derecho es aquel donde existen controles reales y separación de poderes; donde el Presidente tenga su órbita de competencia, pero el Congreso y los jueces también la suya, que es lo que hoy se está perdiendo en Colombia. En un Estado de Derecho el Presidente no desafía públicamente a las cortes ni irrespeta a los jueces de la más alta jerarquía. Y si hablamos del Estado Social de Derecho nos referimos a aquel donde los derechos sociales y económicos de los ciudadanos se conciben como tales y no como limosnas. La Constitución de 91 consagró el derecho a la salud, a la educación, al trabajo, a la vivienda diga y esas promesas no se han materializado y se quedaron escritas. Mire la contradicción: los partidos revolucionarios tienden a cambiar una constitución por otra y nosotros lo que clamamos es que la Constitución del 91 se cumpla, y a eso le llaman subversión. El proyecto del Polo, fundamentalmente, consiste en que las promesas de la Constitución de 91 se materialicen.

¿Usted no había hablado de una nueva constituyente?

Una constituyente pero con el objeto de hacer solo una reforma política. Es que el actual Congreso, tan contaminado por el paramilitarismo, no puede tener la fórmula para vacunarse a sí mismo.

¿Y eso no es lo que plantea también ‘Lucho’ Garzón?

Habría que preguntarle entonces por qué se fue.

¿Qué significa su salida para el Polo?

Es una pérdida grande. Por una parte, porque le tengo aprecio personal y más allá de ello, creo que es una persona que ha ejercido y puede seguir ejerciendo un gran liderazgo político y que sería muy conveniente que lo ejerciera  dentro del Polo.

¿Por qué existe la sensación de que los temas de seguridad no hacen parte de la agenda de la izquierda?

Estoy de acuerdo con esa apreciación. Tienen que hacer parte de la agenda. En mi campaña de 2006 yo decía que la seguridad era una necesidad pero que hay que concebirla de una manera diferente a como la concibe el presidente Uribe. Una política de seguridad tiene que ser completamente respetuosa de los derechos humanos y por lo tanto incompatibles, por ejemplo, con los falsos positivos y las interceptaciones telefónicas ilegales. Pero además, una política de seguridad no puede ser solo para que la gente pueda volver a sus fincas o que haya seguridad en las carreteras. Seguridad es también que yo no me sienta inseguro porque si un hijo se me enferma no hay un hospital que lo atienda, o que no me sienta inseguro porque no tengo manera de conseguir empleo o porque mis hijos no tengan una escuela donde asistir. A eso le llamaba yo seguridad integral y tiene que seguir siendo un caballito de batalla del polo.

¿La reforma política actual y la posibilidad de una segunda reelección ratifica que Colombia tiene una democracia simulada?

Desde luego, el doctor Uribe es muy amigo de la democracia plebiscitaria. ¿Qué se necesita para aprobar el referendo? Tener mayorías en el Congreso y si no las tiene, apelar al poder para ofrecer gabelas y de esa manera obtener los votos. Y luego, de esa misma manera, llevar a la gente a las urnas sin que se sepa bien qué se va a votar. Es que en una democracia la necesidad de educación debe estar plenamente satisfecha, porque la democracia implica tener capacidad de decisión y para tenerla tiene que tener educación.

¿Cómo hacer viable un proyecto de izquierda en un país que, según los analistas, se derechizó?

Eso corrobora lo que digo: ¿Cree que en una sociedad educada pueden ocurrir cosas como  que quien es directamente responsable de los falsos positivos sea declarado por los medios como personaje del año? En Colombia hay una tarea larga por hacer y por eso digo que está por construirse la democracia.


¿Por qué la gente del común sigue identificando al Polo con las Farc?

Eso es cierto y nosotros tenemos demasiados lastres que remover. Por eso le digo que la tarea es heroica. Hacer política de izquierda en un país donde no hay suficiente conciencia política y se sigue asimilando política de izquierda con guerrilla, es una tarea grande. Ahora, naturalmente que las calumnias se acrecientan cuando el Partido se perfila más como un partido serio.

Decía Eduardo Posada Carbó que los intelectuales de izquierda no se tomaban en serio la democracia liberal, cuando es a partir de ella que se deben plantear las reformas de justicia social...

De acuerdo, pero al revés. Yo soy defensor de los derechos humanos, de los derechos individuales y de las libertades públicas. Lo que ocurre es que soy consciente de que para que ellos tengan vigencia, por ejemplo el derecho de expresar libremente las opiniones, es necesario crear una sociedad menos desigual. Por eso es que las transformaciones sociales son urgentes. No es posible que siga diciendo que aquí existe libertad de expresión y de prensa, cuando lo que se defiende es la libertad de empresa. Recientemente un periodista fue despedido de un medio simplemente porque no compartía la orientación del medio.

¿Estaría dispuesto a abandonar su candidatura si ello contribuyera  a la unidad?

Desde luego, mi candidatura no es un hecho inamovible. No solo eso, sino que estaría feliz de no tener que asumir esa nueva responsabilidad porque ya hice esa tarea y no quisiera volver a hacerla. Pero no puedo escudarme en ese deseo personal para dejar de cumplir una obligación.

¿Qué metodología hay que utilizar para unir a la izquierda con solidez?

No creo exista una fórmula que logre ese efecto de buenas a primeras. Es una tarea larga, pedagógica, de controversia permanente y de no desmayar. Yo debería estar muy triste y a punto de tirar la toalla por el hecho de que un líder tan importante como Lucho se haya ido, pero pienso que la tarea hay que seguirla y con esas dificultades tenemos que contar. Construir un partido no es una cosa de un día para otro, no llevamos sino cuatro años y una tradición como la que usted señala de una izquierda de rencillas, de peleas y donde se mezclan dos cosas: asuntos políticos y asuntos psicológicos. Y cuando digo asuntos psicológicos me refiero a vanidades personales, aspiraciones que son legítimas pero que muchas veces relegan a un segundo plano el interés del Partido y ponen en primer plano el interés personal.

¿Qué tan vanidoso es usted?

Digo lo que aprendí de Fernando González, el filósofo antioqueño: la lucha que uno tiene que librar día a día es contra la vanidad. Es difícil ganarla pero hay que estar en ella permanentemente.

¿Cree que ‘Lucho’ está perdiendo esa lucha?

Me da lástima decir que creo que sí.

¿Qué opinión tiene de la reunión de los llamados “quíntuples”: ‘Lucho’, Mockus, Fajardo, Peñalosa y Marta Lucía Ramírez?

En una democracia debe haber espacio para todas esas manifestaciones. Pero lo que no veo es que pueda haber un propósito común entre ellos. Es que una persona que se ha dicho de izquierda si tiene que haber renunciado demasiado a sus propósitos cuando hace alianzas con personas que tienen un concepto de país y de sociedad muy distinto.

La izquierda y los temas de seguridad

En su diálogo con El Espectador, Carlos Gaviria reconoció la apreciación casi general que tiene la gente de que los temas de seguridad no hacen parte de la agenda de los partidos de izquierda en el país. “Tienen que hacer parte”, dijo, recordando que en la campaña de 2006 él mismo habló de que la seguridad era una necesidad pero que había que concebirla de una manera diferente a como la concebía el presidente Uribe.

“Una política de seguridad tiene que ser completamente respetuosa de los derechos humanos y, por lo tanto, incompatible con los falsos positivos o las ‘chuzadas’ ilegales. Además, no puede ser sólo para que la gente pueda volver a sus fincas, sino para que se sienta segura en la atención de un hijo enfermo o en conseguir empleo”, señaló.

Por Hugo García Segura

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