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El Sena ¿fortín político o éxito educativo?

Dirigentes sindicales dicen que se convirtió en la caja menor del gobierno Uribe y bastión del Partido de la U. El director, Darío Montoya, defiende su gestión, muestra los resultados y arremete contra el Sindicato.

Hugo García / Pablo Correa
24 de abril de 2010 - 10:00 p. m.

Desde hace ya varios años no hay consejo comunal o intervención pública en la que el presidente Álvaro Uribe no haga referencia al Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena) como la primera institución de formación educativa en América Latina, “fuente de productividad, competitividad y oportunidades para los colombianos”, según sus propias palabras. Una y otra vez, el Primer Mandatario ha insistido en que durante su mandato el Sena se ha manejado con meritocracia y sin politiquería: “Nosotros no hemos estado interesados en hacer del Sena un fortín politiquero, sino un fortín para la productividad de Colombia”, dijo recientemente.

Hoy, cuando la campaña electoral hacia la Presidencia de 2010 llega a sus máximos hervores y el nombre del director del Sena, Darío Montoya, se vio en medio de una agria polémica por las acusaciones que hizo la candidata conservadora Noemí Sanín de que Juan Manuel Santos, del Partido de la U, le había ofrecido el Ministerio de Defensa a cambio de su respaldo, se pone sobre la mesa el tema del estratégico valor político de una institución que maneja un presupuesto, este año, de 1 billón 941 mil 442 millones de pesos, una nómina de 6.890 empleados de carrera, más de 18.000 contratistas y una base de datos de nueve millones de personas.

Y en medio del debate surgen también los cuestionamientos en torno al papel académico y las falencias, según los críticos, de un sistema que privilegió cantidad sobre calidad y al que no se le han hecho las evaluaciones de rigor. O como lo dice una ex funcionaria que pide el anonimato por estar hoy vinculada con el Estado: “El Sena tiene un presupuesto importantísimo, hace oferta educativa muy amplia, pero nunca se evalúa el impacto de lo que hace. Hay mucho activismo y poca reflexión. Hay mucha ilusión en las cifras y una gran improvisación. La pregunta es: ¿con qué calidad se está impartiendo la formación?”.

En lo que tiene que ver con lo político, las denuncias más fuertes vienen de adentro. Aleida Murillo, presidenta del Sindicato de Empleados Públicos del Sena (Sindesena), asegura que desde hace rato habían escuchado de las aspiraciones de Montoya a un ministerio, que su trabajo a favor del Partido de la U ha sido evidente, que sus vínculos con políticos en las regiones son innegables y que incluso alguna vez se conoció de un mapa que distribuía a la entidad entre diferentes dirigentes en cada departamento. Así, por ejemplo, cuenta Murillo, en el Valle del Cauca el Sena era del representante Santiago Castro; en Santander, del hoy detenido senador Alirio Villamizar, y en el Cauca, del representante Gerardo Piamba, los tres conservadores.

“Para poder vincularse con la institución, las personas tenían que tener un visto bueno de ellos”, explica la dirigente sindical, quien además denuncia que el mismo Darío Montoya les reconoció en una reunión que había aportado $1 millón a la campaña de Camilo Montes, ex funcionario del Sena, quien en marzo pasado aspiró sin éxito al Senado en el puesto 19 de la lista del Partido de la U, campaña a la que además le hizo una fuerte promoción entre funcionarios y estudiantes y en la que se utilizaron las bases de datos de la entidad.

“Es innegable que el director ha participado de manera abierta y descarada en política, que ha intentado favorecer al Partido de la U y a los otros de la coalición de Gobierno y por eso sus posibilidades con Santos son en el Ministerio”, agregó Murillo, quien también se refirió a la presunta persecución a los trabajadores y a una campaña en contra de la dirigencia sindical, que ha denunciado los hechos y que se ha convertido en crítica de la calidad en la formación del Sena.

La lluvia de cuestionamientos por parte del Sindesena es amplia. Dicen que la entidad se convirtió en la caja menor del gobierno Uribe; que el número de contratistas en la actual época electoral ascendió a 25.000; que en muchas regionales para poder ser aceptados tenían que firmar el contrato y al mismo tiempo la carta de renuncia, lo que permitía tener el control en caso de que el político de turno no alcanzara la votación requerida y que el año pasado, cuando el país político se debatía entre la aprobación o no del referendo reeleccionista, se adelantó el denominado “Plan 250 mil” para ayudar a la generación de empleo, implementación de planes técnicos y tecnológicos con mínimos estándares de calidad, sin infraestructura, sin seguimiento y sin soporte legal en cuanto al contrato de aprendizaje.

La respuesta a todos estos señalamientos por parte del director, Darío Montoya —quien lleva en el cargo el mismo tiempo que Uribe lleva en la Presidencia—, es contundente y a la ofensiva. En diálogo con El Espectador, el funcionario enfatizó que si bien no puede evitar que los directivos regionales tengan amistad con los políticos, nunca se han tomado decisiones para favorecerlos y que su tarea es garantizar que éstas favorezcan a la juventud y a los trabajadores. Y fue más allá. Según reveló, en una visita que hizo al Sena en la regional Cauca encontró en la cartelera del sindicato una alegoría a las Farc, “concretamente dizque al profesor Ricardo Palmera (Simón Trinidad, jefe de las Farc extraditado a EE.UU.). Habría que preguntarse quiénes son los que denuncian hoy en día”.


Montoya reconoció que conoce a Camilo Montes mucho antes de llegar al Sena, pero que no lo ve desde hace seis meses. Y sobre los supuestos aportes a su campaña, aclaró: “Por la inteligencia que Dios me dio, estuve prudentemente alejado de él”. Y otra vez fue a la carga: “Este año estamos llegando a los ocho millones de colombianos en todos los programas. Tenemos 500 mil muchachos en estudios técnicos y tecnólogos y un excelente presupuesto, todo dedicado a la formación. Es muy bonito ver un Sena en todos los municipios de Colombia. Lo que pasa es que los del sindicato estaban acostumbrados a que les sostuvieran todas sus fiestas, reuniones, viajes y congresos. Hoy se tienen que sostener con el aporte que hacen los trabajadores sindicalizados”.

Más allá de lo político, el asunto de la calidad es uno de los puntos donde se centra la polémica. Según Víctor Manuel González, docente del Departamento de Sociología de la Universidad Nacional, hace algunos años los cursos en el Sena eran largos, de dos y tres años, y ahora con el tema de los cursos cortos, de 40 y 60 horas, cada estudiante es un número más. “Eso tiene un efecto masivo, pero ¿y la calidad qué? Montoya ha sido una persona que no ha aceptado ninguna evaluación externa, no hay un solo estudio sobre su administración”, señaló. González cree que la entidad ya llegó a su máximo nivel de viabilidad, que es imposible que una sola institución pueda estar a cargo de toda la capacitación empresarial en el país y que necesita competencia: “El Sena es un modelo que genera burocracia y concentración de dinero, lo cual es un absurdo en términos de eficiencia. Eso sólo existe acá, en Brasil existen senas para cada sector productivo”.

La meta del Gobierno es capacitar en 2010 a 7’898.179 colombianos. El año pasado la cifra fue de 7’789.946, la cual es mostrada con orgullo. Sin embargo, aquí surge otra discusión. El balance muestra que de ellos sólo el 8,1% de los estudiantes estuvieron en cursos largos del nivel técnico y el resto recibieron cursos de entre 40 y 60 horas, algunos matriculados en varios a la vez, y que el 42% de dicha formación fue virtual.

Pero además, el otro dilema tiene que ver con la disyuntiva entre educación formal y no formal. El profesor Víctor Manuel González asegura que cuando el Ministerio de Educación habla de una cobertura del 35% en educación superior en el país, es una cifra “inflada” porque en ella incluyen a técnicos y tecnólogos del Sena. “Todo programa de educación superior debe pasar por el Consejo Nacional de Educación Superior. Ese es el primer filtro y el Sena no podría pasar porque no cumple ninguna de las condiciones que se exigen. Una cosa es la educación superior y otra es una formación para un oficio. Pero hay un convenio entre el Ministerio y el Sena que permite que esos estudiantes sumen en las estadísticas. Si se quitan, la Revolución Educativa se desinfla”, explicó.

Montoya le sale al paso a la controversia y explica que la Ley de Educación Superior habla de educación técnica y tecnológica para el trabajo. “Hay dos líneas: académica y la educación que aprende a hacer. El Sena está alineado en su trabajo, que es donde la gente aprende a hacer. Sin embargo, voluntariamente decidió medirse ante el registro calificado en el Ministerio. No es cierto que no nos queremos evaluar. Presentamos 15 programas y nos dieron el registro de 14. Tenemos 99 más listos para presentar. Los diplomas del Sena los reconocen en 200 países del mundo. Pregúntenle a los empresarios quiénes son los preferidos hoy en día. El Sena no es una opción para cuando no pasan a la universidad, es educación superior técnica y tecnológica”.

Y concluye, refiriéndose a la crítica por los cursos cortos: “Hoy todo es veloz. La gente del Sena tiene ventaja para conseguir empleo. Nuestros programas son acelerados en el sentido que la gente viene, aprende, se certifica y se va. No tenemos por qué aguantar muchachos por tiempos largos para darle gusto al sindicato. Cuando yo llegué decían que el Sindicato iba a acabar con el Sena. Hoy el 96,8% de los colombianos dicen que esta es la institución que más quieren”.

Por Hugo García / Pablo Correa

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