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Hijos hiperactivos

Mientras los psicólogos advierten que el exceso de actividades afecta la autonomía de los niños, los maestros temen que el tiempo libre los lleve a la depresión.

Mariana Suárez Rueda
05 de agosto de 2009 - 11:43 p. m.

“Estoy aburrido” se ha convertido en la frase que tortura a los padres de familia cada vez que sus hijos llegan al final de las vacaciones y ya no resulta nada fácil mantenerlos entretenidos. Como verdaderos magos deben recurrir a todo tipo de trucos para cumplir sus obligaciones laborales y al mismo tiempo llevar a sus pequeños a cursos o talleres, parques, centros de diversión, escuelas deportivas y un sinfín de actividades lúdicas que los mantengan ocupados y les permitan aprovechar de una manera óptima y enriquecedora para su formación este tiempo de descanso.

Sin embargo, un grupo de reconocidos psicólogos españoles de la Clínica Infantil y Adolescente de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid encontró que la falta de tiempo libre es perjudicial para los menores, pues merma su creatividad e imaginación y dificulta el desarrollo de su autonomía. Angustias Roldán, psicoterapeuta y profesora de esta institución, explica en una entrevista al diario El País de España que es contraproducente satanizar los momentos de ocio, durante los cuales niños y adolescentes simplemente están haciendo lo que desean y no cumpliendo actividades o ejercicios impuestos.

Roldán también advierte que generalmente los menores se aburren porque tienen todo el tiempo ocupado, pautado, y en los tiempos muertos no saben qué hacer. “Los niños están estresados, pues sus padres los inscriben en todo tipo de cursos, pensando que están haciendo mal su tarea como progenitores si permiten que se aburran, y no es así. No podemos solucionar siempre su aburrimiento”. Además, agrega, hay circunstancias en las que el ocio es positivo. “Cuando un niño no tiene nada que hacer, pone a trabajar su imaginación y creatividad e incluso reflexiona sobre las actividades en las que le gustaría ocuparse”. Se trata, según Roldán, de un espacio en el que aprende a estar consigo mismo, gana autonomía y deja de depender de los horarios o actividades impuestos.

Por el contrario, Miguel de Zubiría, presidente de la Liga Colombiana contra el Suicidio y la Academia Colombiana de Pedagogía, ve con gran preocupación que los niños y adolescentes tengan demasiado tiempo libre, ya que existen evidencias de que esto es un generador muy fuerte de la depresión. “Se sabe que si un menor no está haciendo nada interesante, el efecto es que durante ese tiempo no sienta ninguna satisfacción y el riesgo de que se deprima es muy alto”. Por eso, De Zubiría es partidario de ocuparlos en actividades artísticas, musicales o deportivas la mayor cantidad de tiempo posible.

Al menos, advierte, de esta forma se garantiza salvarlos de la depresión y obligarlos a interactuar con personas distintas a las que integran su círculo social. Este último factor es de gran importancia para De Zubiría, ya que es un indicador de bienestar afectivo y un arma contra uno de los grandes males que aquejan a los niños y jóvenes hoy en día: la soledad. Claudia Díaz, directora del colegio Montessori British School en Bogotá, comparte la opinión de De Zubiría en el sentido de que no es conveniente que los menores tengan mucho tiempo libre, especialmente si no es supervisado.

Sin embargo, enfatiza en la importancia de que durante las vacaciones los padres logren que sus hijos se sientan realmente en un período de descanso y no presionados a cumplir con tareas y obligaciones que asocian con las exigencias del colegio. Es decir, que saturarlos de cursos no es la solución. Entonces, ¿qué se debe hacer? Para empezar, cada familia tienen que analizar su situación. Si es posible cambiar de ambiente y viajar todos juntos a algún lugar, el problema prácticamente está solucionado, pero si los padres deben trabajar, explica Díaz, lo mejor es inscribirlos en un par de clases que no sean demasiado académicas y en las que estén a gusto.

De esta forma, concluye, sentirán que cambiaron de actividad, que se están divirtiendo y relacionando con personas diferentes a sus compañeros de colegio. Y en los ratos que les queden libres, Díaz aconseja que los padres estén muy pendientes, así sea desde el trabajo, de lo que están haciendo sus niños. Para ello, dice De Zubiría, basta con dedicarles siquiera diez minutos para conversar, averiguar cómo les ha ido en el transcurso del día, preguntarles sobre su estado de ánimo, escuchar sus anécdotas y aconsejarlos en caso de que tengan algún problema. Y concluye: “A veces los psicólogos tienen un tendencia al dejar hacer y hemos visto que esta idea puede ser muy perjudicial para los menores”.

Formando niños autónomos


Una de las tesis más fuertes que arrojó la investigación de la Clínica Infantil y Adolescente de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid (España) es que el tiempo libre puede ser un gran incentivo para que los menores se formen como seres autónomos y comiencen a descubrir, mientras todavía están en la etapa escolar, qué tipo de actividades les gustan y pueden realizar con gran habilidad. Gloria Mercedes Isaza, psicóloga de familia, comparte esta postura, pues cree que las vacaciones son una oportunidad ideal para ayudar a que los hijos aprendan a organizar las actividades que más los divierten.

“Los niños siempre están esperando una instrucción, que les digan qué deben hacer. Pero lo más valioso es enseñarles a descubrir lo que les gusta”. En este sentido, para Isaza es bastante cuestionable el hecho de que los papás sólo se preocupen por buscar en dónde dejar a sus pequeños mientras tienen que trabajar, cuando lo realmente importante es que aprendan a gozar y a estar contentos tanto dentro como fuera de su casa. “No será posible que todos los días salgan a realizar actividades o cursos, así que lo ideal es que sepan entretenerse con sus juguetes, colores o libros”.

Esto no quiere decir que tengan que pasar más tiempo solos o sin supervisión. Lo más convenientes, según esta psicóloga, es no irse a los extremos, sino tratar de organizarles e inventarles programas para que aprovechen el tiempo libre (ver recuadro) y paralelamente permitirles que haya días en los que puedan dormir hasta tarde, invitar amigos, estar en familia o simplemente descansar y disfrutar un poco de las vacaciones; lejos de las exigencias y las obligaciones que deben cumplir durante el calendario escolar.

Lo cierto es que el aburrimiento no debería convertirse en un dolor de cabeza para los padres durante estos últimos días de vacaciones, sino en una experiencia a la que los menores le puedan sacar provecho. Es bueno que los programemos para que tengan cosas que hacer a lo largo del día, pero, sentencia Isaza, “también hay que respetar que existan momentos en los que simplemente tengan la posibilidad de hacer lo que quieran”.

Disfrute el tiempo con sus hijos

La psicóloga de familia Gloria Mercedes Isaza hace una serie de recomendaciones a los padres para que aprovechen el tiempo libre con sus hijos:

1. Programar actividades sorpresa, como salir a un parque de diversiones o a cine.

2. Incentivarlos a jugar, leer o realizar manualidades en casa. Es importante que sepan que también pueden divertirse sin salir a la calle.

3. Enseñarles a programar su tiempo y acompañarlos a realizar las actividades que deseen en este rato, como dibujar, ver una película o leer.

4. Convertir los hábitos cotidianos en momentos especiales. Por ejemplo, preparar juntos el desayuno probando nuevas recetas o inventarse un juego para arreglar la casa.

Por Mariana Suárez Rueda

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