¿Qué ha hecho que Arjona, Ricky Martin, Alejandro Fernández lo elijan una y otra vez para hacer sus videos?
Me gusta mucho contar historias. Una historia narrativa es más costosa que poner a los cantantes solo a bailar y rasgar una guitarra, mi toque fue crear unas historias muy particulares una especie de cortometrajes que cumplen todas las funciones, promocionan al artista y transmiten las ideas que el intérprete quiere con su canción.
¿Cuál ha sido uno de los mayores retos de la producción de videos musicales?
Me tuve que reinventar y asumir todos los cambios que azotaron la industria musical. Hacer videos se volvió más exigente porque no había plata y estábamos mal acostumbrados a producciones enormes con gastos sin límites o a hacer publicidad en donde todo se puede hacer, pero con la desaceleración de la música el mundo de los videos dio un gran viraje. Y sólo se quedaron los más creativos. Los más recursivos.
¿Cómo definiría el trabajo de alguien que traduce música en imágenes?
Es un trabajo que demanda una visión muy egoísta, si se quiere, un claro punto de vista. Cuando estás en el carro y se te vienen ideas a la cabeza, cuando oyes una canción, después de ver el vídeo lo más posible es que esas realidades que has creado se impongan en el imaginario colectivo.
Recientemente trabajó con Alejandro Fernández en su video ‘Me hace tanto bien’ con una producción impresionante…
Este es el sexto video que hacemos juntos. Él me da libertad de contar las historias que quiero y este ha sido el trabajo en el que más se ha invertido en producción. Es un video tan costoso porque Alejandro se convierte en un piloto de carros de la Nascar, así que tuvimos que contratar el autódromo Hermanos Rodríguez de México, a más de cincuenta técnicos, 100 extras, 30 personas de una escudería y 4 carros profesionales. Todo para lograr ese tono novelesco, que tanto le gusta a él en sus videos.
¿De dónde surgió la idea de poner a una japonesa a bailar bachata en el reciente video que estrenó Juan Luis Guerra?
Muchas veces los artistas te hacen propuestas y Juan Luis Guerra se había imaginado su video Bachata en Fokuoka con una mujer oriental. Así que ese fue el punto de partida y yo creé esta historia, donde un dibujo desata una ráfaga de recuerdos.
Sin embargo, fue difícil llevarla a cabo porque tan solo tuve la oportunidad de oír la canción en la disquera, normalmente tengo la posibilidad de escucharla una y otra vez. Faltando dos días para el rodaje me di cuenta que quería un final, un punto de inflexión más contundente y aunque todos pusieron el grito en el cielo, yo conseguí que los dos japonenses bailaran bachata mientras se elevaban por el aire.
¿Cuán difícil ha sido abrirse camino en Hollywood?
La industria cinematográfica es inaccesible, hacer una película es un milagro, tienes más recursos y más opciones, pero los costos son imposibles, allá son cuentas indecibles, pero al fin y al cabo si uno quiere hacer algo lo hace. Por ejemplo, Mentes en blanco fue una gran experiencia, yo soy de la teoría de que tienes que echarte al agua y los que empiezan a trabajar conmigo saben que yo los hecho al agua y si saben nadar, se salvan conmigo. Era un proyecto muy ambicioso, pero fue una experiencia de fuego para hacer Paraíso travel.
¿Hay posibilidades de una nueva película?
Estoy trabajando en un par de proyectos que estoy por definir, pero puedo asegurar que este año es seguro que hago una película.
Háblenos de su primera incursión en un documental en Pasacaballo Bolívar.
El programa Learning for life de Buchanans me invitó a contar la historia de la comunidad Pasacaballos en Cartagena, donde se lleva a cabo un intenso trabajo de inversión social. Fue mi primera incursión en este género y logré una gran compenetración con las historias de vida de las personas del lugar. El documental se proyectará antes del inicio de concierto de Sting en Bogotá.