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La historia de las cosas

¿Sabía que en la producción de un microchip de computadora se usan más de 2 mil materiales?

Pablo Correa
24 de noviembre de 2010 - 10:03 p. m.

Todos los libros tienen una historia detrás. La del reciente libro de Annie Leonard, una experta en desarrollo sostenible y ex funcionaria de Green Peace, comenzó cuando siendo estudiante universitaria en Nueva York sintió intriga por las bolsas de basura que festonean en las calles de Nueva York.

Las bolsas la condujeron al vertedero de Fresh Kills, en Staten Island, uno de los basureros más grandes del mundo. Se dice que su volumen es mayor que el de la Gran Muralla China, con picos que superan a la Estatua de la Libertad.

“Nunca había visto nada igual. Me quedé en el borde, completamente desconcertada”, relata Leonard en su libro titulado La historia de las cosas, editado por el Fondo de Cultura Económica y en el que quedaron consignadas las conclusiones de la larga investigación que siguió a aquella visión apocalíptica de la basura.

En un viaje inverso desde los desechos que todos los días producimos hasta las cosas que nos rodean y compramos por montones, Leonard intenta explicar por qué es insostenible nuestro estilo de vida. Se trata de un libro que procura conectarlo todo, desde nuestra camiseta de algodón con los ríos que llegaban al mar Aral.

¿Y los cosméticos?

Una mujer usa a diario una docena de productos cosméticos que contienen en promedio 168 ingredientes químicos. Un hombre promedio usa seis productos de cuidado personal con 85 sustancias químicas. En un estudio de 2005 donde se analizaron miles de productos cosméticos y de higiene se detectó: un tercio de éstos contenía al menos un ingrediente vinculado al cáncer; casi la mitad contenía un ingrediente perjudicial para el sistema reproductivo y el desarrollo del bebé; el 60% contenía un ingrediente que remeda el estrógeno o puede afectar las hormonas. En 2006, recuerda Leonard, se hizo un análisis aleatorio de lápices labiales y se halló plomo en cantidades que superaban de dos a cuatro veces los niveles permitidos por las autoridades sanitarias en EE.UU. Los productos que cambian la forma y el color del cabello ocupan los primeros lugares en la lista de sustancias más peligrosas.

Mi computadora

Cuando Leonard le preguntó  al economista ambiental Jeffrey Morris por los verdaderos costos de su computadora, este le dijo que tomara una pieza al azar y rastreara sus orígenes para darse cuenta de que se necesitaba la economía entera para producirla. Al seguir el consejo de su tutor, descubrió que en la fabricación de un chip de computadora, que pesa sólo 0,16 gramos, se usan más de 2.000 materiales. Para fabricar esa pequeñísima oblea electrónica se invierten alrededor de 20 litros de agua, 24 gramos de sustancias químicas y la energía que consume una lámpara de 100 vatios encendida durante 18 horas. Se producen 17 kilogramos de aguas residuales y 7,8 gramos de desechos sólidos por cada chip instalado. Todo esto sin contar el plomo, bario, cromo hexavalente, mercurio, berilio y productos ignífugos brominados, entre otras sustancias, necesarios para fabricar el resto de partes de una computadora.

Camisetade algodón

Por $10.000 (US$5) se puede comprar una cómoda y versátil camisa de algodón. Al intentar descifrar de dónde viene y cómo se producía el algodón de sus camisas, Leonard se topó con algunos datos desagradables. Aunque ocupa sólo el 2,5% de las tierras de cultivo del mundo, este producto consume el 10% de los fertilizantes y el 25% de los pesticidas. Lejos de los sembradíos, para convertirse en tela el algodón requiere una entera letanía de procesos industriales, pasando por máquinas desmotadoras, máquinas empaquetadoras, otras para ablandar, prensar y tejer las fibras. Se trata de uno de los procesos que más energía consume. Para hacer las prensas suaves y resistentes a las arrugas se utiliza un baño en formaldehído, una peligrosa sustancia química que ocasiona problemas respiratorios, ardor en ojos y cáncer.

Por Pablo Correa

 

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