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Diccionario de la cultura gay

El español Félix Rodríguez reunió los términos más usados por los homosexuales para publicar el llamado ‘Diccionario gay-lésbico’, que incluye más de 1.500 palabras.

Redacción Vivir
13 de agosto de 2008 - 08:55 p. m.

No es de extrañarse que la Real Academia de la Lengua Española tenga su sede principal en Madrid,  la capital de la llamada “Madre Patria”, la misma que expandió el legado de Castilla y Aragón por todos los lugares en donde hoy el español es lengua materna. Pero fue en Alicante, a unos 400 kilómetros al sur, donde el filólogo Félix Rodríguez se dio a la tarea de escribir un diccionario especializado que recopilara las expresiones típicas de la cultura gay de su país.

El trabajo de Rodríguez fue exhaustivo. Al tiempo que se desempeñaba como profesor en la Universidad de Alicante, iba teniendo contacto con grupos gays y con lugares que eran frecuentados por ellos para ir recolectando información. Posteriormente el docente se aventuró a comenzar la redacción de un nuevo glosario, que más tarde, al salir publicado, tendría más de 1.500 definiciones de palabras entre sus páginas y un llamativo título: El diccionario gay-lésbico: vocabulario general y argot de la homosexualidad.

“Al trabajar descubrí un extenso léxico relacionado con la homosexualidad, tanto en la faceta más técnica como en la del argot y el lenguaje más informal. Fue más fácil la parte gay, por ser más accesibles las personas y más extenso el vocabulario, pero algunas lesbianas me facilitaron el trabajo reuniéndose en grupos conmigo para discutir todo su lenguaje. Por ejemplo, ellas reconocieron el uso de la palabra “tortilleras” o “areperas” para referirse a sí mismas”, comenta el profesor Rodríguez.

Algunos académicos han tildado de contradictoria a la publicación. Si la base de la cultura gay se mantiene como hasta el momento lo ha hecho, en una especie de lucha por la igualdad, es raro que se distinga un vocabulario especial para ellos, porque de alguna manera se les estaría aislando.

Sin embargo, el filólogo ya tiene un argumento para defenderse de los detractores de su idea, porque según dice: “En el pasado, el contar con unos códigos y claves secretas tuvo su razón de ser como señal de reconocimiento, autodefensa y afirmación. En el actual clima de libertades, desde luego, hoy no es tan necesario, pero no conviene olvidar que estamos ante una orientación sexual diferente, y si ésta es minoritaria y además es objeto aún de cierto estigma, lo normal es que los lazos de unión o connivencia que se establecen entre los seguidores de esa orientación continúen reflejándose de algún modo en el lenguaje”.

Esta última razón es la misma que impulsa a Elizabeth Castillo, directora del Centro Comunitario LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales), de Bogotá, a afirmar que es importante que haya una aproximación a la vida de la comunidad LGBT con una herramienta como el diccionario: “Sabemos que el español es muy amplio y versátil, por eso es válido que se hagan distinciones. Cuando se habla de diccionarios técnicos o especializados, simplemente se ahonda en la información y no en la exclusión”.

Desde junio de este año el libro reposa en los estantes de las librerías europeas y norteamericanas a la espera de que los clientes, no sólo gays, aclara el autor, acudan a comprarlo. Los ejemplares todavía no conocen tierras colombianas, pero de acuerdo con los vendedores de las librerías más prestigiosas de la capital, títulos de Félix Rodríguez y de la editorial Gredos sí llegan a sus bodegas, así que creen que no habrá que esperar mucho más para tenerlo disponible al público. De todas formas, en las librerías virtuales ya aparece catalogado y puede ser pedido desde cualquier parte del mundo pagando 53 euros, una cifra que acaricia los 150.000 pesos criollos, eso sin contar gastos de envío.

Por Redacción Vivir

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