Según el estudio, publicado en la revista Pediatrics, el equipo dirigido por el profesor John Reilly consiguió que las familias modificaran hábitos de vida de los niños con sobrepeso a través del semáforo de los alimentos.
Se trata de una técnica que consiste en ponerle a la comida etiquetas de colores. Los alimentos que llevan la roja sólo deben tomarse en ocasiones excepcionales, ya que son los más calóricos y perjudiciales; los de la amarilla se pueden consumir de vez en cuando y los de etiqueta verde son para comer sin restricciones.
El éxito del programa consiste en la buena aceptación de los niños y sus familias. “No hay soluciones mágicas. Los cambios de hábitos de vida se hacen a nivel familiar, de forma que los niños no luchan en solitario por resolver su problema”, concluyó el profesor John Reilly.