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La quema: ¿el lado amargo de la caña?

Un estudio de  la Universidad de los Andes evidencia que las partículas emitidas por esta actividad agrícola podrían afectar la salud de los habitantes de Palmira. Asocaña dice que la investigación no es válida.

Lucía Camargo Rojas/ Enviada Especial, Palmira
10 de septiembre de 2008 - 09:05 p. m.

“En Palmira se ve caer pavesa por lo menos semanalmente desde hace como 30 años. Eso le molesta a uno mucho porque se mete por debajo de las puertas, le cae a la comida y ensucia la ropa”, es la descripción de José Aguiar, oriundo de Palmira, para quien este extraño fenómeno es una actividad tan normal como el sol que aparece cada mañana.

La pavesa es la parte que salta de una materia inflamada y acaba por convertirse en ceniza. La que observa despreocupadamente José está constituida por los residuos de la quema de caña que se realiza en los alrededores de Palmira, el municipio más representativo en términos de hectáreas sembradas de caña en todo el país: 32.941 de las 205.000 que se encuentran a lo largo de todo el valle geográfico del río Cauca.

Este insólito fenómeno, tan común entre los palmireños, llamó la atención, hace 14 años, de Eleonora Dávalos, una joven nacida en el municipio, pero que había vivido toda su infancia en Villavicencio. Más de una década después, Dávalos, en su tesis para optar por el título de Magíster en Economía Ambiental de la Universidad de los Andes, decidió indagar por el efecto de la caída de la pavesa.

Así, a partir de la recolección de datos oficiales del 2004, logró establecer que la quema de caña explica en gran medida el aumento en la atmósfera de partículas menores de diez micras (PM10), es decir, aquellas que son tan pequeñas como para que sean respirables y que son consideradas como altamente contaminantes. A continuación relacionó el aumento de PM10 con el incremento de visitas al Hospital de San Vicente de Paúl por consultas de Infecciones Respiratorias Agudas (IRA), que comprenden enfermedades como la faringitis y la bronquitis.

El estudio, titulado La caña de azúcar: ¿una amarga externalidad?, concluye a partir de los dos datos obtenidos: el aumento de la quema de caña genera más consultas al médico por IRA en Palmira.

La respuesta de Asocaña

La investigación de Dávalos fue presentada y sustentada en septiembre del 2006. Adicionalmente, entró a concursar para ser publicada en la revista Desarrollo y sociedad de la Universidad de los Andes. Después de ser revisada por expertos en el tema y por evaluadores anónimos, el artículo de Dávalos fue publicado en el mayo del 2007.

Inmediatamente la Asociación de Cultivadores de Caña de Azúcar (Asocaña) envió una carta alegando la invalidez de los resultados. El comité editorial de la revista respondió el comunicado y pidió que las críticas a la investigación se hicieran desde un estudio académico, como corresponde a las normativas de una publicación de este tipo.

Pero el debate no paró ahí. En julio de este año, Salomón Kalmanovitz, decano de la facultad de Ciencias Económico-Administrativas de la Universidad Jorge Tadeo Lozano y quien había tenido la oportunidad de leer el estudio, lo nombró en una de las columnas que semanalmente publica en El Espectador. De nuevo, Asocaña envió al diario, a través de las cartas de los lectores, un comunicado en el que afirma cómo “el estudio no presenta información confiable que soporte las afirmaciones; por lo tanto, no es válido considerarlo como una fuente de información y mucho menos de decisión”.

Para Salomón Kalmanovitz “las mediciones del artículo son serias, así como las correlaciones. Los de Asocaña dan argumentos en contra del estudio, pero no explican si la quema de caña afecta a la población. Lo que tienen que probar es que los habitantes no sufren cuando hay quemas”.


Según Claudia Calero, directora ambiental de Asocaña, “esta tesis debe ser revisada o por lo menos se deben tener en cuenta otros parámetros. Creo que las conclusiones a las cuales se llegan no deben ser consideradas como la única fuente. Existen otros estudios, como el que publicó en el 2001 la Fundación Neumológica Colombiana que indica que no existe relación entre las quemas y las enfermedades respiratorias”.

Por su parte, José William Garzón, director de la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC), aclara que aunque no conoce el estudio de Dávalos,   “es probable que los datos sean verídicos, pero en un entorno particular. No estoy de acuerdo con que de esos resultados se diga que toda Palmira tiene problemas”.

Enfermedades respiratorias

Ante la polémica y la importancia de los datos revelados por el trabajo en materia de salud pública, El Espectador decidió visitar el municipio de Palmira. Allí encontró casos como el de Blanca Nidia Álvarez Giraldo, quien asegura que ya tiene acciones en el Hospital San Vicente de Paúl, pues ha tenido que acudir continuamente por los problemas respiratorios que presenta su hija. Cuando el médico Gustavo Paredes, coordinador de urgencias, le pregunta por si el día de ayer cayó pavesa, ella asegura: “Sí doctor, esta mañana la casa amaneció llena”. Éste es un cuadro típico de los cuatro o cinco que tienen que atender diariamente , según Paredes.

Al Hospital San Vicente de Paúl, explica Jaime Rojas, subgerente científico, llegan constantemente casos de enfermedades respiratorias que se deben en primer lugar a la quema de la caña, en segundo a los gases emitidos por los vehículos y en tercero a la industria. “Los pacientes más afectados son  los niños y los adultos mayores. Los menores por una exposición permanente a factores que desencadenen una hiperactividad bronquial y los ancianos porque sufren de una enfermedad pulmonar obstructiva crónica, que al someterse a factores externos como  las partículas generadas por la quema de la caña pueden generar fácilmente una crisis”.

Por su parte, Giovanni Storino, secretario de salud de Palmira, aunque asegura que el municipio sufre de problemas respiratorios, aclara que “no podemos decir que todas las IRA en Palmira sean por la quema. Más bien, creería que la pelusa de la caña podría generar problemas respiratorios”.

La frecuente discusión ante el tema llevó al Ministerio de Protección Social, según Calero, a publicar unos términos de referencia para desarrollar un estudio que evalúe los efectos de la quema de caña en la salud respiratoria. 

Calero afirma que Asocaña está dispuesta a que se haga el estudio y se concluya si efectivamente la quema puede tener o no repercusiones entre la población y asegura que la asociación tienen la disposición para realizar los cambios necesarios. Por otro lado, Storino argumenta que debe hacerse la investigación, porque finalmente es un problema de salud pública. Pero aclara que la economía de la región está basada en la caña, por lo tanto, de encontrarse que ésta pueda estar generando enfermedades respiratorias o alergias entre los palmireños, habría que buscar la manera de solucionar el problema, por ejemplo, mediante una vacuna. Aunque el Secretario explica que es prematuro dar una conclusión, lo cierto es que la tesis de Dávalos parece haber puesto el debate sobre la mesa.

La quema de la caña

A la caña se la quema para que las hojas se desprendan y el tronco se debilite de tal manera que se le facilite el trabajo al cortero, quien incrementa tanto la productividad como su sueldo al producir ya no tres toneladas diarias, sino seis o siete. Además, se quema el pasto para eliminar plagas, basura, residuos y la pelusa que existe alrededor del tronco y que posiblemente puede generar problemas de salud.

Las quemas se realizan por autorización del Ministerio del Medio Ambiente y están controladas por la autoridad ambiental de cada zona, encargada de regular que éstas no afecten a la población civil.

Por Lucía Camargo Rojas/ Enviada Especial, Palmira

 

PLINIO(25674)18 de octubre de 2020 - 06:55 p. m.
La quema de la caña de azúcar en la región plana o del Valle físico, entre las cordilleras Central y Occidental, se encuentra afectando la salud de las poblaciones que conforman estos territorios, mas en momentos de una pandemia que según los expertos impacta principalmente las vías respiratorias, lo triste de todo es la criminal sociedad entre las entidades del Estado y los Cañicultores. P.R.S.
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