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“Un enorme filón es nuestra biodiversidad”

Esta semana, el Congreso de la República aprobó la nueva Ley de Ciencia, Tecnología e Innovación. Francisco Miranda, director de Colciencias, explica los alcances de la ley y los retos para los próximos años. En 2010 el país estará invirtiendo el 1% del PIB en investigación. Con esta decisión se pondrá al nivel de países como Chile o Brasil.

Redacción Vivir
20 de diciembre de 2008 - 10:00 p. m.

Hace 25 años, el 69% de la población mundial tenía un ingreso per cápita menor al de los colombianos. Las cosas, por supuesto, han cambiado. Países como Corea, India, China, Brasil, Chile, entre otros, en un intento por engordar sus economías, colocaron fuertes sumas de dinero en el renglón de ciencia y tecnología. Apostaron a que el desarrollo dependería de las ideas salidas de la cabeza y los laboratorios de sus investigadores y científicos. Colombia, entretanto, tomaba decisiones tibias en ese sentido. 

La historia les ha concedido la razón a los que creyeron en la ciencia y tecnología como un motor de desarrollo, a tal punto, que el Consejo de Competitividad ha pronosticado que si no hacemos nada, dentro de 25 años, apenas el 26% de la población mundial tendrá un ingreso inferior al de los colombianos. En pocas palabras, los otros cada vez son más ricos, y nosotros cada vez más pobres.

Argumentos como este terminaron por convencer a diversos sectores políticos de la urgencia de legislar en este sentido. La aprobación de una nueva Ley de Ciencia, Tecnología e Innovación, esta semana en el Congreso de la República, trajo un gran alivio y se convierte en la promesa de una nueva senda de desarrollo para el país.

Francisco Miranda, director de Colciencias, ha sido una de las personas clave en un proceso que tomó más de dos años desde que se redactó el primer borrador de la ley. Pero reconoce que fueron necesarios muchos otros factores y personas para que por fin se aprobara la ley.

“Primero se dio un debate de gente interesada en el tema. Investigadores, empresarios y funcionarios del gobierno, comenzaron a plantear lo que más adelante se fue aclimatando en algo que se llamó el Foro de Maloka. Una persona particularmente activa fue Nohora Elizabeth Hoyos”, recuerda Miranda.

Las ideas del Foro de Maloka comenzaron a tomar cuerpo de ley cuando Marta Lucía Ramírez llegó al Senado y Jaime Restrepo Cuartas, ex rector de la Universidad de Antioquia, logró un escaño en la Cámara de Representantes. “Eran dos personas que por distintas razones se venían acercando al tema”, dice Miranda, “Marta Lucía, desde que estaba en el Ministerio de Comercio, se preocupó por los temas de competitividad y Jaime venía de la rectoría de la Universidad de Antioquia donde había dado un gran impulso a la investigación”.

A pesar del entusiasmo de los dos congresistas, aún faltaba el respaldo del Gobierno. Y la ayuda no tardó en aparecer: “Carolina Rentería, a la cabeza de Planeación Nacional, es la persona que insiste en que las políticas de competitividad no pueden separarse de las políticas de ciencia y tecnología. Con su equipo, respaldó el proceso. Creo que sin su participación esto no se habría podido hacer. Hicieron su mejor esfuerzo y crearon las condiciones para promoverlo”.


Pero aún faltaba un engranaje. Una vez comenzó su curso en el Congreso, la ley necesitaba un respaldo político suficiente entre las bancadas. Tanto Miranda, como los ponentes se sorprendieron con la acogida que tuvo el tema. El partido de la U, los liberales, el Polo Democrático, los conservadores se contagiaron del entusiasmo. “De manera sorprendente no hubo un solo partido político, una sola voz de disidencia  frente al proyecto. Todas las ponencias fueron sobre cómo fortalecer el proyecto. A tal punto, que la gran frustración del Congreso fue no haber podido incluir fuentes de recursos específicos para la ley. Pero era el momento menos propicio para discutir eso por la crisis internacional”, asegura Miranda.

En un principio se planteó la idea de crear un ministerio dedicado al tema. Pero la propuesta chocó con la promesa del presidente Álvaro Uribe de unificar funciones de las instituciones antes de crear unas nuevas. Para algunas personas, el que la nueva ley convierta a Colciencias en un departamento administrativo nacional, al mismo nivel de Planeación o el DANE, es una prueba más de la timidez del país por apostar en grande al tema de la ciencia.

El director de Colciencias no lo cree así: “Convertirse en un departamento administrativo no es un premio de consolación. Tiene sentido para la estructura del país. La razón para que no sea un ministerio es una razón válida técnicamente. La ciencia, tecnología e innovación no corresponden sólo a un sector. Es algo  transversal a todo el Estado y el país. Crear un ministerio complica la interacción. En cambio, horizontalmente, los departamentos administrativos sí se pueden mover”.

Convertida Colciencias en un departamento administrativo de orden nacional, respaldado por un fondo, también creado por la ley, y que permitirá manejar aportes del sector privado, público, regional, nacional e incluso recursos de cooperación internacional, el sistema nacional de ciencia y tecnología adquiere un papel protagónico dentro del Estado. Además, se prevé que para 2010 al menos el 1% del PIB se invierta en investigación e innovación.

La pregunta inevitable es si en tan sólo dos años el país tendrá una estructura suficientemente robusta para ejecutar un presupuesto que es el doble del actual, además de nuevas tareas por cumplir.

“Es una combinación de esfuerzos”, responde Miranda, “no creo que pueda hacerse aquí o allá. Una parte le corresponde al empresariado, otra a las universidades, otra a las regiones, a los institutos de investigación”. En su opinión, empresas como la Nacional de Chocolates son un buen ejemplo del rol que deberán tener las empresas en esta nueva etapa. Su unidad de investigación y desarrollo ya tiene más de 250 personas.

También organizaciones como Cenicafé marcan la pauta a seguir. Estos grupos han aportado las pruebas de lo valioso que resulta invertir en investigación. Por ejemplo, un estudio de la Universidad de los Andes calculó la Tasa Interna de Retorno de


la investigación que generó el desarrollo y la introducción al mercado de la “Variedad Colombia”. En promedio, por cada 100 pesos invertidos en investigación, se obtienen 121 pesos.

Otro caso es el de Cenicaña. La variedad de caña CC 85-92 fue desarrollada para adaptar la caña a las condiciones de los suelos colombianos. Gracias al aporte de los científicos, se lograron incrementos en la productividad de 0.64 a 1.08 toneladas de azúcar por hectárea por mes. En 29 años, el sector azucarero ha invertido en Cenicaña 112 millones de dólares; el retorno de esa inversión es indiscutible. Las variedades criollas entregan anualmente ingresos netos adicionales de 46 millones de dólares. Una tasa de retorno del 36%.

Miranda reconoce que la infraestructura con que cuenta el país hoy y el número de personas con doctorados es insuficiente. Lo que ha sucedido con las convocatorias de investigación que en los últimos tres años ha hecho el Ministerio de Agricultura es un síntoma de lo que podría suceder si no se trabaja intensamente en fortalecer esa infraestructura. El presupuesto de casi 100 mil millones que dispuso el Ministerio para concursos no se ejecutó completamente por falta de propuestas y participantes.

Para contrarrestar este desfase, Miranda cree que el país debe trabajar en varias direcciones. Por un lado, formar más doctores con una política de inversión más agresiva. También podría pensarse en repatriar algunos colombianos radicados en el exterior o involucrar extranjeros interesados en el país. De hecho, países como Suiza, Alemania y Estados Unidos han dado muestras de su interés en fortalecer vínculos de cooperación en ciencia y tecnología. La Unión Europea declaró a Colciencias nodo del Séptimo Programa Marco que es un programa inmenso de inversión en ciencia y tecnología.

Pero si el objetivo de la nueva ley es transformar el modelo productivo de Colombia y aportar valor agregado a nuestros productos, cuánto tiempo va a tomar ver los resultados de las decisiones que hoy se están tomando.


“Vamos a tener respuestas en distintos períodos”, anuncia Miranda, “tendremos respuestas operativas en uno o dos años. Respuestas en el crecimiento de la formación y producción científica en seis a siete años. El impacto sobre el sector productivo lo veremos en una curva creciente, porque nos va a permitir casi desde ya aumentar recursos para respaldar investigación que afecte al sector productivo”.

Cita ejemplos como Japón y Brasil, que sólo hasta dos y tres décadas después de tomar decisiones trascendentales en este sentido comenzaron a ver los resultados. En el caso japonés, la estrategia de la posguerra para crear una industria propia y fuerte, sólo hasta los años 80 comenzó a poner en jaque a la industria norteamericana.

Colombia debe mirar ahora, más que nunca, hacia sus ricos ecosistemas. “Uno de los enormes filones para explotar es nuestra biodiversidad”, dice Miranda, “ya no hay ambigüedad. El Estado está diciendo esto es prioritario, es una necesidad y vamos a trabajar para que sea real. No lo vamos a hacer todo hoy, debemos construir un camino”.

La nueva Ley de Ciencia, Tecnología e Innovación

El objetivo general de la ley es fortalecer el Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología para darles valor agregado a los productos y servicios de nuestra economía y propiciar el desarrollo productivo y una nueva industria nacional.

Se transforma Colciencias en un Departamento Administrativo de Ciencia, Tecnología e Innovación. Así, tendrá voz y voto en el Conpes y podrá ser citado al Consejo de Ministros cuando se traten temas de su competencia.

Se crea el Fondo Nacional de Financiamiento para la Ciencia, la Tecnología y la Innovación Francisco José de Caldas. Este fondo permitirá reunir recursos del sector privado, público, de las regiones y de cooperación internacional.

Se crea un Consejo Asesor de Ciencia, Tecnología e Innovación en el que participarán ministerios, personas de reconocida trayectoria en el sector académico y productivo. También científicos regionales y representantes del Sena.

Uno de los elementos que no pudieron incluirse en la ley fue la asignación directa de una fuente de ingresos para el sistema, como un porcentaje de regalías o un impuesto. Sin embargo, el director de Colciencias cree que puede darse en el futuro.

Universidad - empresa

Según el representante a la Cámara Jaime Restrepo Cuartas, uno de los promotores de la nueva Ley de Ciencia y Tecnología, el modelo que adopta el país implica la participación tanto del sector público como del privado.

El papel que tendrán que asumir los empresarios y el sector productivo es vital para cumplir con los objetivos trazados por la ley. En este sentido, la Universidad de Antioquia, desde hace más de cinco años, lidera la integración de la academia con las empresas, a través del Comité Empresa - Universidad.

Del seno de este comité han nacido proyectos como el diseño de una planta para evitar la corrosión de las carrocerías de Sofasa; la optimización de las bebidas chocolatadas con la Compañía Nacional de Chocolates; el desarrollo de dispositivos para la gestión de plantas de las empresas operadoras de telefonía. También la Universidad del Valle ha sido líder en la integración con el sector empresarial.

Por Redacción Vivir

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