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¿Sabe en qué colegio van a estudiar sus hijos?

Los psiquiatras Álvaro Franco y Germán Puerta avanzan en un estudio sobre instituciones de estratos altos en Bogotá. Algunos relatos de los adolescentes dibujan un mundo que los padres ni siquiera sospechan.

Pablo Correa
17 de enero de 2009 - 10:00 p. m.

¿Qué tan ciegos son los padres a la realidad que viven sus hijos en los colegios? El médico psiquiatra Álvaro Franco, acomodado en un sillón de cuero negro en su consultorio al norte de Bogotá, deja escapar una sonrisa: “el 90% no tienen ni idea”.

En compañía de su colega Germán Puerta, ambos docentes de la Universidad del Bosque, adelantan una investigación en la que intentan escudriñar los problemas que rodean a los niños y adolescentes matriculados en los mejores y más caros colegios bogotanos.

Se trata de un trabajo etnográfico, en el que a través de relatos de los propios adolescentes, y recopilando sus experiencias como psiquiatras infantiles, logran trazar algunas coordenadas sobre ese mundo en el que abundan las drogas, el alcohol, los problemas afectivos, el embarazo adolescente, el sexo sin afecto, los escoltas y las niñeras, pero también los sueños, esperanzas, nuevos valores e intereses, muchas destrezas y potencialidades.

¿Cómo escogen los padres el colegio para sus hijos?

Germán Puerta: Entre los colegios de estratos altos, muchos padres buscan, más que la educación, que su hijo se relacione bien. Otros quieren que su hijo sea superinteligente y lo llevan a un sitio donde creen que les va a crecer el cerebro. Otros quieren que tenga una perspectiva internacional; otros, una religiosa, otros buscan una educación personalizada. Es muy variable. En el kínder, por ejemplo, está el caso del yupi que paga un millón y medio de pesos para que le cambien los pañales al chino porque le prometen que de ahí va para Harvard.

¿En qué deberían fijarse a la hora de elegir?

Álvaro Franco: Lo primero que tienen que pensar es que el colegio tiene que manejar unos valores similares a los que manejan en la casa. Si los padres son supremamente religiosos, sería bueno que entrara a un colegio religioso. Si quieren transmitir el valor de la libertad y lo meten a un colegio de curas, van a crear un choque y el niño comenzará a preguntarse quién tiene la razón, si el padre o el colegio. Que la transmisión de valores sea congruente. No puedo trasmitir el valor de la honestidad si tengo una investigación por corrupción y salgo en todos los periódicos.

¿Cuáles son los problemas más comunes en estos niños y adolescentes?


Álvaro Franco: Entre los niños de primaria, los conflictos académicos y de comportamiento. Es común ver a un niño que no lee a la misma velocidad que lo hacen los otros y comienza a pensar que es bruto. Se le baja la autoestima. Esto provoca cambios de comportamiento que van por dos líneas. Unos niños empiezan a mostrarse ansiosos, no duermen bien, se comen las uñas, comen a toda hora, rechazan ir al colegio. Si continúan por esa línea de ansiedad, muchos van a terminar en una depresión crónica o van a hacer intentos de suicidio al final de la primaria. El otro gran grupo son los problemas de conducta, empiezan a robar, a mentir, a decir groserías, a abusar del alcohol. En el bachillerato los problemas cambian. Lo fundamental es ser aceptado por los demás. Cuando empiezan a sentirse poco populares, hacen cualquier esfuerzo para ser aceptados: se vuelven permisivos sexualmente, consumen drogas, toman alcohol.

¿Qué cambios notan en estas nuevas generaciones?

Germán Puerta: Los niños se maduran biches. Un niño de 12 ó 13 años se siente en la libertad de exigir llegar a las tres de la mañana. En cuanto a las drogas, cualquier producto está pasado de moda porque a la semana siguiente ya ha llegado otro. Son niños más rápidos que los papás. Muchas veces el discurso de los papás para estos niños que tienen lenguaje de computador suena pasado de moda. Para muchos, el consumo de sustancias psicoactivas es mejor que el mismo sexo. En estos colegios encontramos niños que han sido criados por otras personas, muchas veces criados por un escolta, una empleada del servicio o un profesor, el cual le parece al papá un pobre diablo.

Álvaro Franco: Antes veía uno que hacían una escala en el consumo de sustancias. Comenzaban con el cigarrillo, por eso se decía que era la madre de todos los vicios, y de ahí pasaban al alcohol, la marihuana, derivados de la cocaína y drogas sintéticas. Ya no lo estamos viendo. Ahora, a los 12 años pueden empezar por las drogas fuertes. Buscan siempre tener mayor aceptación.


Siempre se está criticando el libertinaje sexual de los adolescentes en estos estratos altos. ¿Es tan cierto ?

Álvaro Franco: El inicio de las relaciones cada vez es más precoz. Pero lo que hemos notado es la mala orientación de los papás. Los papás ven que sus hijas están consumiendo droga y lo primero que hacen es restringir el dinero para que no compren droga. Entonces ellas lo consiguen acostándose con el jíbaro o con cualquier persona. Estamos hablando de estratos 4, 5 y 6. Es un error gravísimo restringirles el dinero. La solución es ver qué hay detrás. En la mayor parte es la sensación de rechazo. Algo positivo es que usan el condón mucho más que generaciones anteriores.

¿Es tan preocupante el fenómeno del suicidio?

Álvaro Franco: Un niño adquiere el concepto de muerte a los seis años. A los ocho años tienen conciencia de que uno se puede provocar su muerte. Aquí hemos encontrado que los niños descubren esos conceptos dos años antes. En nuestro país hay más contacto con la muerte y la violencia. El estudio muestra que entre los seis y los ocho años empiezan los intentos de suicidio.

¿Qué tanto saben los papás del mundo de sus hijos?

Germán Puerta: Se sorprenden con mucha frecuencia y de muchas cosas. Más que todo, los compañeros del curso son quienes están mejor informados. Muchas veces son los mismos niños los que detectan que Juanito tiene alguna cosa rara. Muchas veces se detectan problemas que los papás no han observado bien o les parecen normales.

¿Qué hacer al identificar algún problema?


Álvaro Franco: Lo primero es mirarse a ellos mismos. Sería muy malo que un padre borracho regañara al hijo por consumir marihuana. Segundo, lo tienen que confrontar. Pero no con actitud punitiva. El hijo tiene toda la posibilidad de equivocarse, experimentar. Hay que mirar si es un problema aislado, pero lo más común es que esté asociado a otros problemas como fugas del hogar, robos, agresividad, etc. Cuando el problema es serio, lo mejor es consultar un profesional de la salud.

¿Es optimista o pesimista con respecto al futuro de estas generaciones que llegan a su consultorio?

Álvaro Franco: Platón decía qué será de la humanidad con los adolescentes que tenemos hoy en día. Siempre ha sido así. Sólo que ha cambiado las características. Soy optimista, porque ellos están con el ipod, chateando, al mismo tiempo haciendo la tarea y viendo la TV, y de las cuatro cosas te dan razón. Tienen más estímulos, más posibilidades de conocer el mundo.

Germán Puerta: Lo veo con realismo. Tenemos grandes cambios por el tema de las tecnologías y también culturales. Puede ser que lleguemos a tener una cantidad de gente con una educación alta, que rápidamente se quiera ir del país porque se ha perdido cierta memoria histórica. Ha habido un cambio muy grande, pero se podrían rescatar valores y formas de afecto.

Por Pablo Correa

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