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Cómo hacer rentable el Amazonas

Si las cuentas de Martín von Hildebrand, director de la Fundación Gaia, son correctas, el país podría llegar a recibir hasta 150 millones de dólares anuales por su conservación.

Pablo Correa
02 de enero de 2010 - 09:00 p. m.

Hace unas pocas semanas, Martín von Hildebrand sobrevoló en una avioneta una amplia área del Amazonas colombiano. Lo acompañaban el ministro de ambiente Carlos Costa y algunos otros altos funcionarios del gobierno.

 El  director de la Fundación Gaia-Amazonas  y quien en el año 2000 recibió el Premio Nobel Alternativo por sus esfuerzos en la creación de gobiernos locales entre los indígenas, quería explicar desde el aire en qué consistía exactamente el proyecto de conservación del Amazonas que venía rumiando de tiempo atrás.

Martín tiene muy claro que ahora que el cambio climático se ha convertido en una amenaza palpable y un acuerdo mundial para combatirlo debe sellarse tarde o temprano,  los bosques van poco a poco cobrado un valor económico inusitado.

“Colombia tiene mucho que ofrecer cuando hablamos del Amazonas”, dice Martín mientras pasa hojas en una carpeta en la que guarda algunos mapas. Al fin encuentra lo que está buscando, un croquis del sur del país, y mientras desliza la mano por los departamentos del Amazonas, Vaupés, Guaviare y Caquetá dice: “el 50% de la amazonia colombiana corresponde a resguardos indígenas, eso es un área más grande que la gran Bretaña,  y otro 10% son Parques Nacionales. Es decir, que casi un 60% de la Amazonía está bajo un manejo especial”.

Si hace cuatro décadas, cuando comenzó a trabajar en la conservación del Amazonas, debía desgastarse en largas conversaciones para explicar por qué valía la pena proteger este rincón verde del planeta, ahora va directo al grano, lo que interesa a muchos: el dinero que se puede generar en una economía de mercados verdes.

“Si hablamos de pago por servicios ambientales, digamos cinco dólares por hectárea,  y tenemos aquí 30 millones de hectáreas, entre parques y territorios indígenas, estamos hablando de 150 millones de dólares al año”, es el az que Martin lanza para provocar entusiasmo en sus interlocutores.  Aclara que un gran porcentaje de este dinero que pagarían países desarrollados no sería dinero líquido pero si llegaría en tecnología de punta que permitiría poner en marcha proyectos de desarrollo sostenible.

La propuesta

En concreto, la propuesta en la que trabaja la Fundación Gaia - Amazonas, el Fondo de Patrimonio Natural, también embajadas como la de Holanda, Estados Unidos, la Delegación Europea, y que ha sido recibida con optimismo en el gobierno, consiste en trabajar en cuatro frentes.

El primero de ellos es en el departamento del Amazonas, en torno al Parque Nacional Río Puré. Se trata de una zona muy conservada que permitiría captar dinero por pago de servicios ambientales. “Es un esquema que va mas por lado del príncipe Carlos de Inglaterra y organizaciones como Forest Canopy”, apunta Martín. Desde marzo de 2009, cuando el heredero  de la corona británica propuso que los países  ricos emitieran bonos para financiar la conservación de las selvas  tropicales como la Amazonia se ha hecho más palpable esa posibilidad.


En segundo lugar, la propuesta contempla la ampliación del Parque Nacional Natural Serranía de Chiribiquete. En la actualidad el parque abarca 1.280.000 hectáreas. De echarse a andar la propuesta, el parque se ampliaría hasta abarcar cuatro millones de hectáreas. “En este caso, como existe una frontera de colonización por arriba y la deforestación por cultivos ilícitos, lo que haríamos es calcular cuanto evitaríamos de esa deforestación y podríamos recibir un pago por ello”, explica el director de la Fundación Gaia. Los recursos en este caso eventualmente llegarían a través de REDD, Programa de Reducción de Emisiones de Carbono causadas por la Deforestación y la Degradación de los Bosques. En la pasada cumbre del clima en Copenhague, REDD fue uno de los pocos puntos en que estuvieron de acuerdo la mayoría de países. Desafortunadamente todo el acuerdo se fue al piso y el tema de REDD se tuvo que posponer.

Los otros dos frentes de trabajo corresponden al avance de la colinización desde el Caquetá y el Guaviare así como el problema de los cultivos ilícitos en torno a la Sierra de la Macarena. “Allí tendríamos que organizar a los colonos y estabilizarlos.  Se podrían captar recursos de REDD para recuperar bosques en vez de evitar deforestación”, explicó Martín.

Estar preparados

El director de la Fundación Gaia- Amazonas fue testigo directo del fracaso de las negociaciones en Copenhague, de las que se espera entre otras cosas, la firma de un sistema de financiación para proteger los bosques como REDD. Eso habría sido un gran catalizador para convertir el cuidado de los bosques en un negocio rentable. “Tenemos que tener paciencia”, dice Martín, “el próximo año en México o en los siguientes cinco años va a formalizarse el proyecto REDD”. Confiesa que ya se le han acercado inversionistas internacionales interesados en invertir en los bosques y selvas colombianas.

“Lo que nos toca es preparnos”, apunta con convicción, “para preparnos existen varias tareas al frente”. Se refiere al complejo asunto de calcular el valor de los bosques en pie y que cuando se abran las negociaciones internacionales Colombia sepa cuáles son con claridad sus cartas.

 Por otra parte, sólo hasta que se sepa con exactitud los beneficios que se pueden derivar de los bosques en pie se podrá contrarrestar el interés que se ha despertado por cuenta de la minería en la región. 

 “También debemos prepararnos para evitar que los recursos vayan todos al Estado. Estos territorios le pertenecen a los indígenas, pero ellos no son capaces de defender el territorio solos. Nos toca construir una gobernabilidad local, donde estén sentados los indígenas, el gobierno, pero con un plan a largo plazo de desarrollo satisfactorio”, explica el experto. Para él las cosas están claras: “Lo que tenemos es una selva que debemos  defender entre todos“.  Los indígenas tienen derecho a tener responsabilidad compartida, a beneficios económicos, a tomar decisiones”.

Por Pablo Correa

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