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Una colombiana detrás del Nobel de Medicina

La Asociación Internacional de Epidemiología propuso como candidatos al Premio Nobel al alemán Harald zur Hausen y a la colombiana Nubia Muñoz. La Academia premió sólo al alemán.

Pablo Correa
11 de octubre de 2008 - 02:35 a. m.

Desde el lunes pasado, cuando el Instituto Karolinska de Estocolmo anunció que el Premio Nobel de Medicina y Fisiología 2008 era para el alemán Harald zur Hausen y los franceses Francoise Barré-Sinoussi y Luc Montagnier, el teléfono de la investigadora colombiana Nubia Muñoz, en su residencia en Lyon (Francia), comenzó a repicar.

Colegas suyos de Europa, Estados Unidos y más de 25 países en los que ha desarrollado sus investigaciones, llamaban para felicitarla. Para todos estos expertos, su trabajo a finales de los años 60 y a lo largo de los 70 y 80 fue tan importante como el de Zur Hausen para establecer que el virus del papiloma humano era la causa principal y necesaria del cáncer de cuello uterino, una enfermedad que provoca la muerte de medio millón de mujeres cada año. Para estos expertos, no había duda de que este Premio Nobel era también para ella.

Descubrir la causa de una enfermedad resulta una tarea más dispendiosa y difícil de lo que muchas personas pueden imaginar. Por décadas, nadie imaginó que el tabaco provocara cáncer de pulmón. Pensar algo semejante resultaba una herejía.

Sólo cuando el epidemiólogo inglés Richard Doll se preocupó por averiguar qué originaba estos mortales tumores y buscó factores en común entre más de 5.000 pacientes con esta enfermedad, fue cuando el cigarrillo apareció como sospechoso número uno. A pesar de la evidencia que encontró Doll, convencer al mundo de su descubrimiento fue una tarea tal vez más difícil. Siete años después de su hallazgo el entonces ministro de Salud del Reino Unido, Iain Macleod, desdeñaba los datos de Doll con un cigarrillo en la mano.

Algo similar ocurrió con la historia detrás del Premio Nobel de Medicina que se entregó esta semana. A finales de los años 60 existía una leve sospecha entre la comunidad médica de que el cáncer de cuello uterino podría ser causado por un virus. Pero todas las miradas apuntaban al virus del herpes (el tipo 1 produce los “fuegos” en la boca y el tipo 2 causa una enfermedad de transmisión sexual). Varios grupos de investigación, incluido el del alemán Zur Hausen, buscaban este virus en tumores de pacientes con cáncer.

También la colombiana Nubia Muñoz, que por entonces trabajaba para la Agencia Internacional de Cáncer, se interesó por el tema. Un patólogo brasileño, Adonis de Carvahlo, le contó que en la ciudad de Recife (Brasil) el cáncer de cuello uterino era una enfermedad muy común entre las mujeres, pero también las verrugas genitales causadas por el virus del papiloma humano. La doctora Muñoz vio allí una señal.


Viajó a Brasil y recolectó muestras de más de 400 cánceres de útero, pene, ano y también de verrugas genitales. Al regresar a Lyon, envió muestras de estos tumores a dos laboratorios especializados en virus. Uno era el de Harald zur Hausen. El otro el de Gerard Orth en el Instituto Pasteur. El primero tenía la tarea de buscar el virus del herpes. A Orth le pidió buscar virus del papiloma. Los dos fracasaron en la tarea.

Hoy se sabe que encontrar el virus en los tumores era imposible, porque una vez que infecta las células y altera su ADN, el virus las abandona. Quedaba, sin embargo, la opción de buscar ADN del virus en el ADN de las células, pero en aquella época la tecnología disponible no permitía hacerlo.

Casi dos años después de la conversación entre Nubia Muñoz y Adonis de Carvahlo, el alemán Zur Hausen publicó un artículo planteando la hipótesis del vínculo entre el virus y el cáncer. Años después, Zur Hausen y sus colegas lograron desarrollar la técnica con la que se identificaron las pistas que el virus dejaba en las células: fragmentos de su ADN escondidos en el material genético.

Esto destrabó la investigación que había comenzado Nubia Muñoz a principios de los 70. Desde el desierto turcomano hasta Perú, la apasionada investigadora recorrió 25 países recolectando muestras de tumores de mujeres enfermas. La única manera de probar que el virus causaba el cáncer consistía en probar que todas las mujeres con cáncer habían sido infectadas con el virus, mientras que las mujeres sanas no habían sido infectadas.

Los artículos que publicó la colombiana demostrando el vínculo entre el virus del papiloma humano y el cáncer de cuello uterino han sido citados más de 2.000 veces por otros expertos en revistas internacionales. En los años 90 las farmacéuticas se interesaron por la creación de una vacuna que previniera el contagio. Hoy existen dos vacunas (Gardasil del laboratorio Merck Sharp & Dohme y Cervarix de GlaxoSmithKline) con efectividades superiores al 96% para los tipos más comunes del virus.

Por todo esto, la Asociación Internacional de Epidemiología envió desde el año pasado al Instituto Karolinska de Estocolmo un documento de cuatro páginas en el qué postuló los nombres de Nubia Muñoz y Harald Zur Hausen como candidatos al Premio Nobel de Medicina y Fisiología. Este lunes, sólo el de Zur Hausen apareció al lado de Francoise Barré-Sinoussi y Luc Montagnier, los franceses que identificaron el virus de la inmunodeficiencia humana.

La Academia Sueca ha dejado claro a lo largo de la historia del premio que no responde a las quejas. En palabras de su secretario: “Con las decisiones del premio pasa como con los besos, no hay que pedir permiso antes ni disculpas después”.

Por Pablo Correa

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