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Googleando hasta lo imposible

Detrás del sencillo diseño de su página, seis letras sobre un fondo blanco, se esconde un proyecto que parece descabellado: contener toda la información del mundo. Sergey Brin y Larry Page creen que es factible.

Redacción Vivir
25 de octubre de 2008 - 10:00 p. m.

En 1941, el escritor argentino Jorge Luis Borges escribió un cuento que al leerlo hoy, luego de repasar la noticia sobre el Premio Príncipe de Asturias en la categoría de Comunicación y Humanidades otorgado al buscador Google, resulta visionario.

En La biblioteca de Babel, el narrador recuerda a los hombres que razonaron sobre la existencia de un libro que era la cifra y el compendio perfecto de todos los demás: “No me parece inverosímil que en algún anaquel del universo haya un libro total; ruego a los dioses ignorados que un hombre —¡uno solo, aunque sea, hace miles de años!— lo haya examinado y leído. Si el honor, la sabiduría y la felicidad no son para mí, que sean para otros”.

¿Será Google el libro total que soñó el bibliotecario argentino y nosotros los felices lectores? El 7 de junio de 1999, cuando apenas se cumplía un año desde que Sergey Brin y Larry Page se retiraron de la Universidad de Stanford para convertir en empresa un proyecto de doctorado titulado “Anatomía de un buscador de hipertextos a gran escala”, emitieron un comunicado anunciando que dos de las más prestigiosas inversoras de riesgo les habían concedido 25 millones de dólares.

Más tarde, en tono informal, Brin, de origen ruso y el más espontáneo de los dos, dijo con grandilocuencia “un motor de búsqueda perfecto procesará y comprenderá toda la información del mundo. Ahí es donde se dirige Google”.

Los que consideraron exageradas las palabras de Brin entonces, hoy se asombran con los proyectos de una empresa cuyo valor bursátil supera al de Disney, Ford y General Motors juntos.

Las tareas imposibles parecen ser las que más entusiasman a los dos genios fundadores de Google. Dos proyectos monumentales dan muestra de su ambición. Por un lado, pretenden digitalizar millones de libros de las bibliotecas de las universidades de Oxford, Stanford, Harvard, Michigan, de la Biblioteca Pública de Nueva York y del Congreso de Estados Unidos.

De otra parte, y de la mano de otro extravagante soñador, el biólogo Craig Venter, primero en descifrar el genoma humano, buscan poner al servicio de la genética toda la potencia informática de sus ordenadores. Venter estima que en la próxima década la gente pueda llegar a “googlear” sus genes.

Esta semana uno de los directivos de la empresa lanzó uno de esos provocadores presagios tecnológicos: toda la música de la historia cabrá en unos años en un dispositivo del tamaño de la palma de la mano y, después, se logrará almacenar la totalidad del contenido audiovisual.

El número de ordenadores apilados en columnas del tamaño de una nevera y conectados entre sí a través de un software y un cableado especiales, esa es la máquina que llamamos Google, supera los 200.000 y crece y crece para albergar las millonarias exigencias de una red que también crece y crece a un ritmo desproporcionado.

Para entender el poder de Google vale la pena asomarse a las dimensiones del mundo digital que nos envuelve. Un mundo donde todo parece ir más rápido que nuestra imaginación y comprensión.


En 2007, según un informe de la consultora internacional IDC y el fabricante de sistemas de almacenamiento EMC, la cantidad de información creada en todo el mundo casi sobrepasó nuestra capacidad de almacenarla. En un sólo año digitalizamos, creamos, capturamos y replicamos más información que toda la que produjeron nuestros antepasados en 5.000 años.

¿Aún no se hace una idea de cuánta información circula entre nosotros? Imagine 12 pilas de libros, cada una de 93 millones de millas desde la Tierra hasta el Sol. Una más sencilla: toda la información que pasa por las narices de un suscriptor de El Espectador en un mes, probablemente supera a la que adquiría un hombre del siglo XVIII.

El mismo informe reveló que en abril de 1997 existía un millón de páginas web, en febrero de 2000 pasaron a ser 10 millones y, en septiembre de ese mismo año, la cifra se duplicó. De ahí en adelante, la cifra aumentó 10 millones en cada medición.

Buscar, en este mundo digital, la dirección del banco más cercano a su casa, el teléfono de una agencia de viajes o su página de correo electrónico sería como buscar una aguja en un pajar, bueno, en una granja entera. Gracias a los buscadores, en especial Google, esa tarea toma menos de 15 segundos.

¿Qué hace a Google el preferido de los internautas desde Singapur hasta Bolivia? Como Coca-Cola, su receta es un secreto. Según David Vise, en el libro Google, la historia, el buscador que idearon los dos jóvenes se basó en la tecnología convencional de los motores de búsqueda más “PageRank”, un sistema que clasificaba información según el orden de importancia. Los demás motores conectaban palabras de las búsquedas con palabras de los sitios web; PageRank ponía los resultados en un orden lógico para los usuarios.

¿Podrá Google contener toda la información del mundo? “Hay que ser un poco alocado a la hora de ponerse objetivos”, dijo Larry Page ante un grupo de estudiantes en 2003, “En la universidad aprendí una frase que se me quedó grabada: tener una sana indiferencia ante lo imposible”.

El presidente de Google no haría parte de un gobierno Obama

Los rumores que sostenían que en caso de que el candidato Barack Obama fuera elegido presidente de los Estados Unidos nombraría jefe para el sector tecnológico al actual presidente ejecutivo de Google, fueron desmentidos esta semana por el alto funcionario de la compañía informática.

La noticia de que Eric Schmidt, presidente ejecutivo de Google, haría parte de un eventual gobierno Obama, surgió después de que el propio Schmidt participara algunos días de la campaña del líder demócrata durante un evento en Florida.

“Pondría una N y una O y las encerraría en un círculo, si eso les ayuda. Ofrecí colaborar un par de días en la campaña, pero francamente estoy ocupado dirigiendo a Google”, fueron las palabras de Schmidt luego de que algunos periodistas preguntaran por su virtual nombramiento.

El funcionario declaró que su afinidad con Obama era un asunto personal que en ningún momento representaba la posición de la compañía frente a las elecciones del 4 noviembre. Y remató diciendo: “Es tiempo de un cambio, el grupo de gente actual (en el gobierno) nos colocó donde estamos y es hora de que un nuevo grupo de gente nos lleve a un lado diferente”.

Por Redacción Vivir

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