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El día que Cali no fue pachanguero

La despedida al músico comenzó a las 2:00 p.m. con un cortejo fúnebre, que arrancó desde el Centro Administrativo Municipal y llegó dos horas después al Cementerio del Sur.

El Espectador
13 de agosto de 2012 - 02:00 a. m.
Cali despidió ayer al compositor Jairo Varela, quien compuso cerca de 300 canciones y figuró en más de 60 producciones.     / Diario de Occidente
Cali despidió ayer al compositor Jairo Varela, quien compuso cerca de 300 canciones y figuró en más de 60 producciones. / Diario de Occidente

La última morada de los restos mortales del compositor Jairo Varela fue el Cementerio del Sur, en Cali. Sin embargo, su tránsito para llegar allí fue largo, porque muchas personas querían acercarse a su féretro y manifestarle admiración por su forma de potencializar la salsa colombiana y ubicarla en la atmósfera mundial. Durante la noche del miércoles, día en que murió en su apartamento en el edificio Tequendama debido a un infarto al miocardio, su cuerpo sin vida permaneció en el Teatro Jorge Isaacs. Al ver la masiva peregrinación al auditorio cultural, la familia del compositor dispuso su traslado al Coliseo Evangelista Mora y luego al Concejo de la ciudad, de donde salió rumbo a Quibdó el sábado a primera hora.

La última jornada de velación para Jairo Varela se llevó a cabo durante toda la mañana de ayer en el Centro Administrativo Municipal. Hasta allí llegaron los integrantes del Grupo Niche, que realizaban una gira de varias fechas en diversos escenarios de los Estados Unidos, así como su hija Yanila, encargada de las labores administrativas y contractuales del colectivo desde hace más de una década.

Los compromisos internacionales de la orquesta hicieron que se postergara el día del entierro del maestro Jairo Varela. Eddy Saa, Elvis Magno y Julio López, la nómina que ha recibido el nombre de la Segunda Generación del Grupo Niche, después de tener en sus filas a vocalistas tan destacados como el puertorriqueño Tito Gómez y los colombianos Carlos Guerrero, Javier Vásquez, Moncho Santana, Willie García y Charlie Cardona, arribó en la mañana del domingo para asistir al último homenaje al director y creador de esta organización salsera, que comenzó a sonar como proyecto a finales de la década del 70 y tuvo su época de gloria entre 1984 y 2000.

Desde la mañana del domingo y hasta las 2:00 p.m. la familia Varela, liderada por sus hijas Yanila y Cristina, se encargó de recibir a los amigos del compositor y, además, algunos de sus miembros tuvieron la compleja misión de entregar las declaraciones finales a la prensa.

Antes de emprender el rumbo hacia el Cementerio Metropolitano del Sur, sus hijas contaron que el maestro Varela, quien grabó más de sesenta producciones discográficas y alcanzó a componer cerca de 300 canciones, dejó muchos bocetos para nuevos temas en los que quería seguir resaltando las características del estilo de vida en la región del Pacífico colombiano. Incluso, la familia confesó que La novia, una de sus últimas creaciones, se estaba convirtiendo en una de sus favoritas.

De igual manera se estableció que desde hacía varios años escribía una novela cuyo título definido era El amanecer de los pájaros. Lejos de tratarse de un texto autobiográfico, Varela quería contar en sus capítulos la problemática actual del país y tenía la ilusión de que su debut literario fuera considerado como una propuesta del género de la novela contemporánea.

Pasadas las 4:00 p.m. se le dio a Jairo Varela el último adiós en el Cementerio Metropolitano del Sur. Familiares, amigos, conocidos y, sobre todo, personas influenciadas por sus creaciones se dieron cita en el lugar para prometer que lo seguirán escuchando y que sus canciones siempre serán Huellas del pasado.

El homenaje en su ‘pueblo natal’

El cuerpo sin vida de Jairo Varela fue trasladado el sábado en la mañana hasta Quibdó, Chocó, población que lo vio nacer el 9 de diciembre de 1949. Un avión de la Fuerza Aérea Colombiana colaboró para que la familia del compositor pudiera cumplirle una de sus peticiones: visitar y recorrer lo que él denominaba ‘Mi pueblo natal’. Su féretro permaneció en la capital chocoana durante varias horas, fue paseado por las calles principales porque todos sus pobladores querían manifestarle su cariño y por primera vez en muchos años el malecón a la orilla del río Atrato se vio desocupado. Una misa corta pero muy emotiva en la Catedral San Francisco de Asís, en el centro de Quibdó, sirvió como cierre a una jornada llena de lágrimas sinceras y cantos nostálgicos. Al final de la tarde del sábado los restos de Jairo Varela regresaron a Cali.

Por El Espectador

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