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¿Quién es Ebrahim Raisi, el nuevo presidente de Irán?

El ultraconservador Ebrahim Raisi fue elegido presidente de Irán tras ser declarado ganador este sábado en la primera vuelta de una elección presidencial a la que no pudieron presentarse sus principales adversarios, y que registró la participación más baja de la historia.

AFP y EFE
19 de junio de 2021 - 02:37 p. m.
Raisi figura en la lista negra de responsables iraníes sancionados por Washington por “complicidad en graves violaciones de los derechos humanos”.
Raisi figura en la lista negra de responsables iraníes sancionados por Washington por “complicidad en graves violaciones de los derechos humanos”.
Foto: AFP - ATTA KENARE

Ebrahim Raisi ganó los comicios con el 61,95% de los votos, según los resultados definitivos anunciados este sábado por el ministro del Interior Abdolfazl Rahmani Fazli, un día después de celebrarse la elección. La tasa de participación fue del 48,8 %, precisó el ministro, es decir la más baja para una elección presidencial desde la instauración de la República islámica en 1979.

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Jefe de la autoridad judicial, Raisi, de 60 años, era archifavorito ante la falta de competencia real tras la descalificación de sus principales adversarios. “Con la bendición de Dios, haremos lo mejor para que la esperanza de un futuro viva ahora en el corazón de la gente crezca más”, dijo Raisi, agregando que quería reforzar la confianza de la ciudadanía en el gobierno para una “vida brillante y agradable juntos”.

Nació el 14 de diciembre del año 1960 en Noghan, un distrito de la ciudad santa de Mashad, en una familia religiosa descendiente del imán chií Husein y, por tanto, del profeta Mahoma, de ahí su turbante negro. Siguiendo la estela de su padre y su abuelo materno, que también eran clérigos, estudió hasta los 15 años en escuelas religiosas de Mashad y, después, se trasladó a la ciudad santa y ultraconservadora de Qom para continuar su formación.

Fue alumno del líder supremo en uno de los seminarios chííes de Qom y amplió más tarde sus estudios con un máster postgrado en Derecho Privado y con un doctorado en Jurisprudencia y Derecho Privado. Con esa formación, entró en el mundo de la judicatura en la década de los 80. Primero fue fiscal de la ciudad de Karaj y, posteriormente, en la provincia de Hamedan, hasta que en el año 1985 dio el salto a la capital al ser nombrado sustituto del fiscal de Teherán.

De esa época data uno de los puntos más oscuros de su carrera. Formó parte del comité que supervisó las ejecuciones de presos políticos de 1988, que acabaron con la vida de miles de miembros de la Organización Muyahidín del Pueblo y de partidos izquierdistas.

El guía supremo iraní, el ayatola Alí Jamenei, celebró este sábado la elección ganada por Raisi como una victoria de la nación contra la “propaganda del enemigo”.

“La gran ganadora de las elecciones de ayer es la nación iraní porque se ha levantado otra vez frente a la propaganda de la prensa mercenaria del enemigo”, dijo. Poco antes de difundirse los primeros resultados oficiales, el presidente saliente Hasan Rohani anunció que había un ganador en primera vuelta. “Felicito al pueblo por su elección”, declaró en un discurso televisado.

La votación se extendió de manera considerable hasta las 02H00 del sábado (21H30 GMT del viernes) para permitir una máxima participación en buenas condiciones, teniendo en cuenta la pandemia de covid-19 que ha dejado oficialmente cerca de 83.000 muertos en una población de 83 millones de habitantes.

“Privaciones”

Raisi enfrentó a tres candidatos: el general Mohsen Rezai, excomandante en jefe de los Guardianes de la Revolución -ejército ideológico de la República Islámica-, el expresidente del Banco Central Abdolnaser Hemati y el diputado Amirhosein Ghazizadeh-Hashemi.

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La campaña electoral fue sosa, con un trasfondo de malestar generalizado de los ciudadanos ante la crisis que vive este país rico en hidrocarburos, pero sometido a sanciones estadounidenses.

Raisi se presentó como el líder de la lucha anticorrupción y defensor de las clases populares que perdieron poder adquisitivo por la inflación. Durante la campaña electoral ha intentado suavizar su imagen, consciente del temor que despierta en los sectores de la población más liberales, y se ha presentado como “un candidato de consenso” que, al margen de tendencias políticas, va a “servir a todo el pueblo”.

Siempre ha ostentado altos cargos en el sistema de la República Islámica, en su mayoría de supervisión del correcto cumplimiento de las estrictas normativas del país, y es una de las figuras con más posibilidades de suceder al líder supremo, Alí Jameneí.

Reelecto en 2017 en primer vuelta justamente frente a Raisi, que entonces obtuvo 38% de los votos, Rohani, un moderado que dejará la presidencia en agosto, termina su segundo mandato con un alto nivel de impopularidad. No era complicado encontrar en Teherán a abstencionistas que acusaron al gobierno de no haber “hecho nada” por el país o que no veían interés en participar en una elección decidida por adelantado, e incluso según ellos “organizada” para permitir el triunfo de Raisi.

Frente a los llamados al boicot lanzados por la oposición en el exilio, Alí Jamenei abrió con su voto los comicios e instó a participar masivamente.

Sin llamar a la abstención, el expresidente Mahmud Ahmadineyad, populista cuya candidatura fue invalidada en mayo, denunció en un mensaje de video el viernes unas elecciones organizadas “contra los intereses del país”. “No quiero participar en este pecado”, dijo.

Represión

El presidente tiene poderes limitados en Irán, donde el poder real está en manos del guía supremo.

El balance de Rohani quedó manchado por el fracaso de su política de apertura tras la retirada de Estados Unidos en 2018 del acuerdo sobre el programa nuclear iraní sellado con las grandes potencias en 2015 en Viena. Esta decisión de Washington y el restablecimiento de sanciones punitivas que le sucedieron hundieron al país en una violenta recesión, privando por ejemplo al gobierno de sus ingresos por exportaciones petroleras.

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En diciembre de 2017 y enero de 2018 y en noviembre de 2019, dos olas de protestas fueron violentamente reprimidas por las autoridades.

Para la oposición en el exilio y las oenegés, Raisi es la encarnación de la represión y su nombre está asociado a las ejecuciones en masa de detenidos de izquierda en 1988, aunque él niega toda participación. Raisi figura en la lista negra de responsables iraníes sancionados por Washington por “complicidad en graves violaciones de los derechos humanos”.

Por AFP y EFE

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