Imagínese que Colombia es una especie de banco y que durante siglos hemos sido dueños de un capital inmenso, pero que durante estas últimas décadas, por falta de planificación y vigilancia (por solo mencionar un par), hemos gastado, sin medirnos, esa riqueza. Y ahora, por esa falta de cuidado, es posible que ese capital se agote y debamos recurrir a otra serie de ingresos (impuestos, regalías) para lograr un equilibrio económico que soporte nuestro ritmo de vida. Eso, claro, si no actuamos ya.
Este, en suma, podría ser el mejor ejemplo para definir qué es lo que está sucediendo en Colombia según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que presentó ayer la evaluación de desempeño ambiental del país.
La finalidad del informe, en el que se hacen 45 recomendaciones para mejorar este aspecto, es que Colombia avance en el cumplimiento de algunos de los objetivos que le permitirían tener un lugar dentro de los países que conforman la OCDE, también llamado el ‘club de las buenas prácticas’.
Y aunque el miércoles este organismo ya había dado un parte positivo sobre las telecomunicaciones, para el caso del medio ambiente, el panorama no es muy alentador.
“En este momento —aseguró Simon Upton, director de la política ambiental de la entidad— Colombia tiene un gran reto: hacer que la economía mire el ambiente como un medio de crecimiento”.
Para ello, hay ciertos puntos en los que, en adelante, deben estar enfocadas las políticas del país y el próximo Plan Nacional de Desarrollo: crecimiento verde, gobernanza ambiental, biodiversidad y minería. Puntos que, a los ojos de la OCDE, requieren una pronta intervención porque, en palabras de Luz Helena Sarmiento, ministra del Medio Ambiente, el 35% de la responsabilidad de ingresar a ese club recae en estos temas.
Entre los desafíos que debe se deben enfrentar con más urgencia está la ganadería extensiva, a la que se le destina el 35% del territorio nacional y tiene, sobre todo, un gran impacto en la deforestación, especialmente en la región Caribe; la pobre regulación de la industria extractiva; la vulnerabilidad al cambio climático y la necesidad de adaptación que eso acarrea; la escasa integración ambiental de las políticas del país y las enormes diferencias en términos de ingresos y tenencia de tierra.
Pero también, como afirmó José Luis Samaniego, director de políticas para el desarrollo sostenible de la Cepal, quien tuvo un papel fundamental en la realización de la evaluación, hay que prestar atención a problemas trascendentales: en el déficit y calidad de la información (sobre todo en temas mineros), en el manejo que se les da a los residuos químicos, a la expansión urbana sin planificación y al uso de los recursos hídricos.
“Esas enormes presiones son esenciales para lograr un desarrollo sostenible. Colombia, hasta el momento, está bien, pero va en muy mala dirección porque no se está generando riqueza: lo que se pierde por temas de mal manejo ambiental representa 4 puntos del Producto Interno Bruto. Entonces, realmente, no está teniendo un crecimiento genuino. Todavía está a tiempo de poder corregir su camino”, dijo Samaniego.
Y para corregir ese recorrido, según la OCDE, hay que, por ejemplo, evitar que los gases efecto invernadero se incrementen en un 50% para 2020 como está previsto; que en ciudades como Bogotá se reduzca la cantidad de material particulado; que se establezcan impuestos más contundentes al uso de combustibles fósiles y se reforme el sistema de subsidios; que se incremente sustancialmente el gasto público en medio ambiente (apenas llega al 0,5 del PIB); que deje de haber incoherencia entre los ministerios minero y de ambiente; que se vigile con mucho más rigor el cumplimiento de las normas y se amplíe la base de información, porque ahí radica, como dijo Upton, la gran mayoría de las dificultades de la minería.
Esos son apenas algunos de los desafíos que Colombia debe superar. Ya, de acuerdo con Sarmiento, hay una hoja de ruta para trabajar en conjunto con todos los ministerios, “para entender —como dice la ministra— que el ambiente sostenible está ligado al desarrollo económico”. De seguirla con juicio, dependerá que Colombia dé un paso más hacia ese club privilegiado.