Cómo aprender del espíritu pacifista

A su paso por Colombia, un maestro krishna educado en Bosnia difunde mensajes para creer en la paz desde la perspectiva del respeto, la no discriminación y la actitud ambiental consciente.

Redacción Actualidad
04 de septiembre de 2016 - 02:00 a. m.
Es el misionero de la Asociación Internacional para la Conciencia de Krishna en América. / Cortesía: César David Martínez
Es el misionero de la Asociación Internacional para la Conciencia de Krishna en América. / Cortesía: César David Martínez

“La guerra es el último fracaso de una sociedad. La salida es el diálogo, el perdón y la comprensión de que siempre existe una causa común desde distintas posiciones”. Son palabras del monje Bhakti Raksaka Svami y su certeza en que los problemas reales radican en algo más profundo en el discernimiento de los seres humanos: la capacidad de asumir la felicidad y el sufrimiento de los otros como propios. La fe en un buen futuro sin dogmatismos.

Nacido en Austria pero educado en Yugoslavia, hoy oficia como misionero de la Asociación Internacional para la Conciencia de Krishna en América, propagando un mensaje de respeto entre las religiones, actitud consciente hacia el medio ambiente, ninguna discriminación y cultura de comunicación basada en valores. “Una nueva humanidad que acepte a cada quien como es, porque incluso quienes no creen en Dios, por sus actos pueden estar en el camino correcto”.

Una convicción desde su incesante búsqueda por ubicarse en el mundo, surgida después de que se vio forzado a abandonar Bosnia, atrapada por los horrores de la guerra. Era apenas un adolescente interesado en el vegetarianismo y la filosofía oriental, que sentía un llamado distinto a la Ingeniería Económica que entró a cursar en Innsbruck (Austria). Hasta que encontró en la biblioteca de sus padres el libro que le ayudó a contestar muchos de sus interrogantes.

Era una traducción del Bhagavad Gita, incluido en la historia épica sánscrita del mundo antiguo, realizada por A.C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada, creador del movimiento para la conciencia de Krishna. La dádiva del ineludible desempeño del deber que cambió su vida. Primero viajó al sur de India y después a Australia, en busca de maestros de la sabiduría védica. Hasta que encontró al suyo en Berlín (Alemania) y se inició en la vida monástica.

Estuvo siete años junto al maestro Paramadvaiti Swami entre Alemania e India, hasta que emprendió el sacro oficio de apoyar la congregación en América. Entonces se radicó en el templo de Sus Señorías en México, desde donde impulsa un disciplinado trabajo como misionero, conferencista, investigador y ahora editor de la revista Manu, para fortalecer desde la filosofía védica el ideal de una humanidad con crecientes valores espirituales.

En 2007 visitó por primera vez Colombia y procura incluirla en sus viajes, porque está convencido de que las experiencias de sufrimiento que ha tenido la nación han abierto muchos caminos de espiritualidad a su gente. A través de sus charlas sobre sabidurías ancestrales, psicología perenne o teología verde, se mantiene en contacto con estudiantes y devotos en varias ciudades, pues hoy es uno de los principales países en difusión de la cultura krishna.

Las noticias de paz en Colombia avivan su confianza, pero cree necesario recordar que la búsqueda de la verdad nace de la sinceridad del corazón. Luego refiere que en Bosnia, tras los Acuerdos de Dayton en Ohio (Estados Unidos) en 1995, ya no hay guerra, pero persisten muchas fricciones étnicas o políticas, porque la sociedad sigue subyugada por intereses personales de pocos, porque la paz no sólo es asunto de justicia o de política.

Es el deber de nutrir el espíritu, superar el miedo y “compartir en la Madre Tierra o la Casa Común, como la denominó el papa Francisco en su encíclica Laudato Si, de junio de 2015”, recalca Bhakti Raksaka Svami. La compasión que aporta experiencias nuevas a la vida, la certeza de que no se pueden hacer negocios con Dios, y la esperanza de que nada es para siempre y en asuntos del mundo “ni el paraíso es eterno ni el infierno tampoco”.

Mensajes de un sonriente monje, hijo de padre ortodoxo y madre católica, que habla seis idiomas y no tiene apremios en divulgar su visión del diálogo interreligioso y luego encabezar una ceremonia de cantos de “Hare Krishna”. Al ritmo de la mridanga, un tambor de dos parches que marca los tiempos, al igual que los platillos, él entona los mantras. Los invitados responden y la vibración de voces es sonido para liberar la mente, es adoración espiritual, es alegría.

Por Redacción Actualidad

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar