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Juanes

En un año lleno de momentos difíciles en el plano personal, Juanes logró un éxito arrollador con su último álbum, La vida es un ratico, y logró, con la iniciativa del concierto en la frontera, consolidarse como un líder en la región.

Antonio Casale / Especial para El Espectador
06 de diciembre de 2008 - 10:00 p. m.

Detrás del gran 2008 que termina para Juanes hay una historia ejemplar de un “parcero” normal, soñador, emprendedor, que ha recorrido las curvas de la vida.

Eran finales de siglo y el grupo Ekhymosis, de relativo éxito en la escena del naciente rock nacional, se estaba separando. La banda paisa, liderada por un tal Juan Esteban Aristizábal, un colombiano de a pie, como usted o como yo, dejaba atrás los sueños de adolescentes de un grupo de amigos que como tantos otros decidieron plasmar en canciones sus vivencias de amor y su forma de ver la vida, su sueño de cambiar el mundo para siempre. Era Ekhymosis en un principio un grupo de rock pesado que, tras conseguir sonar en la radio con su canción más suave, llamada Solo, decidieron explorar los surcos del reggae y el ska fusionados con algo de rock, encontrando un sonido muy pop; temas como Ciudad pacífico o Sin rencores marcaron para siempre a la generación de adolescentes de los noventa.

Como todo en la vida, Ekhymosis llegó a su final, pero los sueños de Juan Esteban, no. Eran años en los que la radio en Colombia apenas se estaba abriendo para unos pocos artistas colombianos: Shakira, Aterciopelados y Carlos Vives eran prácticamente los únicos que contaban con el privilegio de poder sonar. Entonces Juan Esteban emprendió el sueño americano, con un par de jeans y unos pocos ahorros se fue en busca de oportunidades a los Estados Unidos y mientras esperaba el bus del éxito para subirse en él, se mantenía tocando de bar en bar, muchas veces durmiendo en casa de algún amigo.


Después de tanto esfuerzo Juan Esteban, un colombiano de a pie como usted o como yo, empezó a ver las consecuencias, vinieron Santaolalla, Fernán Martínez, también Pepe y Diana, los anónimos ejecutivos de la disquera en Colombia, quienes escogieron Fíjate bien como primer sencillo para Colombia de su álbum debut; las giras por colegios de todo el país firmando autógrafos y cantando su canción no se hicieron esperar. De no olvidar, aquella mañana durante un recreo en alguna institución de Pereira con un amplificador de bajo de mariachis, donde apenas cuarenta niñas repararon en escuchar a aquel cantante paisa, “¡ese es el de Ekhymosis!”, exclamaron las pocas lolitas que lo reconocieron. Vinieron Podemos hacernos daño y Nada, los otros dos sencillos de un álbum que sellarían el comienzo de una promisoria carrera.

Ya con Karen a su lado, a quien conoció durante una presentación promocional para la emisora Radioacktiva en Bogotá, el camino continuaría siendo recorrido entre dos, como sucede con los colombianos de a pie, como usted o como yo. Después de un buen primer álbum, lo más difícil es lograr hacer un segundo que lo supere, la mayoría se quedan allí siendo artistas de un solo hit o un solo disco, pero “un día normal” fue anormal en su carrera. Éxito arrollador tuvieron canciones como A Dios le pido, La paga, Luna, Fotografía, y su versión de La noche de Joe Arroyo. Fue un álbum muy alegre, que reflejaba el estado anímico del artista que años atrás no imaginaba todo lo que se venía.

Pocos artistas locales que no fueran vallenatos o de música popular habían logrado llenar las plazas donde se presentaban, Juanes con Un día normal, batió todas las marcas nacionales y empezaba a hacer lo propio en los demás países de la región. Juan Esteban ya no era un colombiano de a pie, como usted o como yo, pero seguía siéndolo.

Y si tremendo reto era superar un buen primer disco, más difícil era destacarse por encima de un segundo. Mi sangre no sólo fue la demostración de la madurez adquirida por un hombre del que su música y letra representaban a un ser hecho y derecho que atravesaba la montaña rusa de su vida en plena cresta. Nada valgo sin tu amor, Volverte a ver, Rosario tijeras, Lo que me gusta a mí y Dámelo fueron muestra de ello. Eran temas cotidianos pero llenos de ilusiones, que daban cuenta de un amor maduro pero no aburrido. Eso sí, el sentido social seguía haciendo parte de su esencia, esa conciencia individual que todos deberíamos desarrollar para soñar con un colectivo mejor. Juan Esteban siempre se ha preocupado por compartir algo más que amor y desamor con sus seguidores.

Pero “Mi sangre todavía tenía guardado para Juanes su mejor regalo: La camisa negra le daría la vuelta al mundo en un año. Sin necesidad de cantar en inglés, Juanes había conquistado el planeta, los más extraños países con las más extrañas lenguas lo recibieron para tararear su canción. Fueron su actuación en el sorteo de la cita orbital más importante de la sociedad actual, como lo es el Mundial de Fútbol de Alemania 2006; su presentación en el Parlamento Europeo, los múltiples premios Grammy y MTV y sus actos de beneficio a lo largo y ancho del planeta Tierra, los que hicieron que Juanes tocara el cielo.

Claro, Juan Esteban, como los colombianos de a pie, como usted o como yo, tendría más escollos por superar, porque la vida de los ídolos no es como la pintan. Difíciles conflictos personales que pusieron en riesgo la estabilidad de lo más preciado para el artista como lo es su familia se presentaron, porque un buen hombre sabe que más allá de premios, dinero, reconocimiento y estadios llenos están los suyos, su mujer, sus hijas y su madre. Pero ellas supieron aguantar la embestida de la vida, le hicieron el quite y siguieron recorriendo el camino al lado del ser humano, pues el ídolo había demostrado que es de carne y hueso.


Todo esto coincidió con el lanzamiento de La vida es un ratico, porque si hay algo más complicado para un cantante que superar el éxito de un segundo disco, es superar el éxito de un tercero, y a pesar de todas las adversidades, Juan Esteban lo logró. Es por eso que 2008 es el año de Juanes, porque es en los momentos difíciles cuando se conoce a los grandes, y Juan Esteban, guerrero de mil batallas, nunca dejó de ser un colombiano de a pie, como usted o como yo, y sacó adelante el año más ambiguo de su vida.

Grammy Latinos, más que Juanes

La entrega de los premios de la Academia de Música para artistas latinoamericanos le dio grandes sorpresas a Colombia.

Incluso antes del pasado 13 de noviembre ya las nominaciones parecían ser reconocimiento suficiente para los artistas colombianos. Sin embargo, a la hora de la entrega de los gramófonos la alegría no pudo ser mayor al comprobar que además de cinco premios para el artista que más Grammy Latinos ha recibido en las nueve ediciones que tiene el premio, también se dieron tres más: la Orquesta Filarmónica de Bogotá, por Mejor Álbum Instrumental; El Cholo Valderrama, por Mejor Álbum Folclórico, y para Peter Manjarrés, categoría vallenato.

Por Antonio Casale / Especial para El Espectador

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