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Cuando el papa enseñaba a tener buen sexo

Un libro médico atribuido al papa Juan XXI daba recetas para mejorar la erección y dar más placer a las mujeres en las relaciones sexuales.

Manuel Ansede / Esmateria.com
29 de marzo de 2014 - 01:26 p. m.
El libro ‘Tesoro de los pobres’ contiene dos secciones: una sobre cómo mejorar el acto sexual y otra sobre cómo contener las urgencias sexuales.
El libro ‘Tesoro de los pobres’ contiene dos secciones: una sobre cómo mejorar el acto sexual y otra sobre cómo contener las urgencias sexuales.

Hoy, con el jefe de la Iglesia católica invitando a los jóvenes a valorar la importancia “de la pureza y de la virginidad”, es inconcebible, pero hubo un tiempo en el que el papa recomendaba untarse el pene con bilis de jabalí para mejorar la erección y aumentar el placer de las mujeres en las relaciones sexuales. Era Pedro Hispano, único médico de formación de los más de 260 hombres que han ocupado el trono papal a lo largo de la historia.

El galeno, nacido en Lisboa alrededor de 1215, fue nombrado sumo pontífice en 1276, en Viterbo, una ciudad italiana al norte de Roma en la que se refugiaban los papas huyendo de las intrigas de la capital. Allí adoptó el nombre de Juan XXI. Y, como otros muchos papas, Pedro Hispano duró muy poco. Ocho meses después de su elección, supuestamente, una viga lo aplastó cuando revisaba unas obras en la catedral de Viterbo. Su pontificado, por lo tanto, fue muy corto y no ha pasado a la historia por grandes decisiones eclesiásticas, aunque debieron de ser suficientes, porque el poeta italiano Dante Alighieri lo colocó con los religiosos justos en el cielo de su Divina Comedia.

Pero por lo que Juan XXI pasó a la historia fue por sus libros anteriores, sobre todo el Tesoro de los pobres, un libro de alrededor de 1270 con recetas para elaborar supuestos medicamentos simples y baratos. El médico recomendaba remedios como “moscas tostadas para personas frenéticas con enfermedades nerviosas” o una mezcla de romero con aceite de oliva, enterrada en estiércol caliente durante 40 días, para generar un “ungüento muy precioso y muy virtuoso”.

Promoción del coito 

Para el historiador de la medicina Charles Ambrose, el Tesoro de los pobres es “digno de atención, ya que contiene dos secciones sobre el coito: una sobre cómo mejorar el acto sexual y otra sobre cómo contener las urgencias sexuales”.

A juicio de Ambrose, de la Universidad de Kentucky (EE.UU.), “promover el coito parece un tema extraño para un clérigo católico medieval y plantea la cuestión de si esa sección fue añadida por un copista o un editor posterior”. Sin embargo, el propio historiador estadounidense ha examinado un manuscrito muy antiguo del Tesoro de los pobres y cree tener “la seguridad de que las dos secciones sexuales fueron escritas por Pedro Hispano, probablemente alrededor de 1270”. Ambrose, cuyo trabajo principal es dar clases sobre microbios dañinos, ha publicado su estudio en la revista especializada Journal of Medical Biography.

Una de las secciones del Tesoro, la titulada De coitu excitando, constituye una “breve guía sexual sólo para hombres”, según describe Ambrose. En ella, el posteriormente papa Juan XXI recomendaba una lista de plantas y otras sustancias que podían excitar de manera increíble a los hombres. “Eran el equivalente medieval de Viagra y Cialis, los medicamentos hoy populares para tratar la disfunción eréctil, y pueden explicar en parte la popularidad que tuvo el Tesoro de los pobres durante varios siglos”, apunta el historiador en su estudio. En otra sección, De coitu prohibendo, Pedro Hispano prescribía remedios para aplacar el furor sexual de los hombres que intentaban mantener el celibato.

Hierbas en el recto 

En el Tesoro, el futuro papa ofrecía 17 recetas para mejorar el coito. Comerse los testículos de un tejón era especialmente útil para corregir una libido débil. Ingerir la médula ósea de una pantera prolongaba el apetito sexual. Otra medida implicaba ponerse sobre la tercera vértebra del cuello una piedra sacada de las tripas de un gallo. Y otra hablaba de introducirse hierbas aromáticas en el recto para estimular el coito. Incluso uno de los remedios, untarse en el pene bilis de jabalí, se prescribía para dar más placer a la mujer.

“Dentro de la moral medieval, esto estaba a la orden del día. No es nada extraño que un papa formado en el aristotelismo hablara de estos temas, porque el comportamiento sexual se abordaba entonces con bastante libertad. La obsesión por el celibato es un artefacto posterior”, opina el historiador José Pardo, de la Institución Milá y Fontanals (CSIC), que subraya que el papa español Alejandro VI, cabeza de la Iglesia católica entre 1492 y 1503, tenía a sus hijos viviendo con él.

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Por Manuel Ansede / Esmateria.com

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