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De la Tierra a Marte

Aunque las condiciones de vida para los humanos en Marte son casi imposibles, se siguen haciendo esfuerzos por colonizarlo. ¿Se podrá?

Juan Diego Soler
05 de enero de 2014 - 09:00 p. m.
De la Tierra a Marte

Imagine que está en un desierto. No hay plantas, ni animales. El suelo está lleno de piedras grises como losas quebradas, que sobresalen en medio de un polvo de color ladrillo que recubre todo hasta el horizonte. El polvo se aferra a las piedras como si las mordiera. El suelo es empinado y se desgaja en barrancas hondas que se pierden en fondos lejanos. El viento es pardo, como si llevara arena de volcán, y lo único que se distingue a lo lejos son unas lomas rojizas con picos negros.

El cielo es plomizo y amarillento. El viento forma columnas rojas que se elevan del suelo pero usted no puede sentirlo. Lo único que usted siente es su respiración y el latir de su corazón. El aire fuera de su traje protector es 100 grados más frío que el de una mañana bogotana y es tan tóxico como el humo que sale del escape de un automóvil.

Su cuerpo se siente liviano. La fuerza de la gravedad en este desierto es menos de la mitad de la fuerza que lo mantiene en la superficie de la Tierra mientras usted está leyendo esta historia. Usted siente que su traje protector y un gran morral descansan sobre sus hombros. Cuando mira sus manos ve que a la superficie de sus guantes se adhiere ese polvo rojo como el óxido en una tuerca. Es un mundo extraño, pero con seguridad usted está a salvo. Cualquier fuga en su traje protector ya habría hecho que sus lágrimas y su saliva hirvieran y que sus pulmones explotaran al intentar contener el aliento apenas unos segundos antes de perder la conciencia. Bienvenido a Marte.

Marte es el planeta que orbita al Sol más allá de la Tierra. Como si fuera un automóvil en el carril externo de un circuito automovilístico, Marte gira alrededor del Sol, pero un ciclo entero le toma 687 días terrestres. Viajando en línea recta desde la Tierra a la velocidad máxima de un Transmilenio tomaría unos 600 años llegar a Marte, pero los humanos hemos enviado vehículos exploradores que han logrado llegar allí en menos de nueve meses.

La superficie de Marte está llena de volcanes, el más alto de todos es casi tres veces más alto que el monte Everest. También hay precipicios casi cinco veces más profundos que el del río Colorado. La temperatura promedio está cerca de los 55 grados bajo cero, pero puede descender a menos de 140 grados bajo cero. No hay agua líquida en la superficie de Marte. Hay agua, pero está en glaciares en los extremos del planeta o congelada y mezclada con polvo bajo su superficie. La atmósfera es tenue y está dominada por vientos huracanados que muchas veces producen tormentas de polvo que pueden cubrir todo el planeta. Marte no tiene un campo magnético que pueda proteger su superficie de la radiación y esto hace que casi cualquier tipo de vida allí sea insostenible. Entonces, ¿qué se esconde en Marte que hace soñar a los humanos con visitar este lugar tan hostil?

Misión a Marte

Mars One, una organización sin ánimo de lucro, anunció en mayo de 2013 su intención de establecer una colonia humana permanente en Marte para el año 2023. La intención de Mars One es financiar este titánico proyecto con aportes privados y a través de los derechos del reality show más ambicioso jamás realizado: el concurso para elegir a los participantes de la primera misión a Marte.

Ni la más sórdida descripción de la superficie de Marte puede desinflar el espíritu de exploración de los humanos y en menos de ocho meses Mars One recibió más de 200.000 solicitudes de voluntarios provenientes de todo el mundo. Tampoco puede descorazonar a los participantes saber que este es un viaje sin retorno. Una vez en la superficie de Marte, los escogidos por Mars One no tendrán combustible suficiente para regresar a la Tierra. Solamente tendrán consuelo con la llegada de nuevos colonizadores en misiones programadas cada dos años después de la misión inaugural.

Mars One cuenta con un gran despliegue mediático y con el apoyo de eminentes figuras de la comunidad científica que incluyen al ganador del Premio Nobel de Física Gerald t’Hooft. Este proyecto, independiente de cualquiera de la grandes agencias espaciales o de la financiación de algún gobierno, promete además una alianza con la empresa aeroespacial Lockheed Martin, que ya desarrolló la sonda Phoenix que aterrizó exitosamente en Marte en 2008.

El lunes 30 de diciembre, Mars One anunció los primeros 1.058 escogidos como candidatos para la primera fase de entrenamiento. En palabras del cofundador de Mars One, Bas Landsorp, “estos son física y mentalmente capaces de convertirse en los embajadores de la humanidad en Marte”. Sin duda alguna estos candidatos tienen la ambición y la audacia de los grandes exploradores, como el capitán Robert Falcon Scott, Fernando de Magallanes o el doctor David Livingstone, ¿pero puede un reality show convertirse en la punta de lanza que lleve a la humanidad por primera vez a la superficie de otro planeta? ¿Puede un proyecto tan ambicioso autofinanciarse y llevar a humanos a Marte en 10 años luego de que la humanidad hiciera su última visita a la Luna hace más de 40 años?

Hablan quienes han estado allí

Los humanos nunca han puesto un pie en ningún otro planeta del sistema solar, pero tienen bastante experiencia en los desafíos que representa acercarse a Marte. La historia de las misiones a Marte está llena de éxitos rotundos basados en amargos fracasos. Muchas misiones se perdieron en el espacio sin lograr entrar en la órbita del planeta rojo y muchas otras se estrellaron violentamente contra su superficie. La atmósfera de Marte, demasiado delgada para que un paracaídas amortigüe la caída y los aterrizajes exitosos, son el producto de la creatividad y la tenacidad de los ingenieros de las agencias espaciales más importantes del mundo.

Más de 33 años pasaron entre el atropellado aterrizaje de la sonda rusa Mars 2 y el elegante recorrido de los astromóviles (rover) Spirit y Opportunity sobre la superficie de Marte. El vehículo de exploración espacial más sofisticado jamás construido, el Mars Science Laboratory (llamado también Curiosity), aterrizó en Marte el 22 de agosto de 2012, luego de lo que la NASA denominó los siete minutos de terror en los que el vehículo descendió suavemente sobre la superficie del planeta ayudado por una grúa suspendida a 8 metros del suelo con la ayuda de un sistema de propulsión a chorro, la fantástica Sky Crane. El Curiosity cuenta con sofisticados equipos de análisis que incluyen un rayo láser que le permite vaporizar rocas para estudiar su composición. Con una masa apenas similar a la de un Renault Clio (sin pasajeros), este es el vehículo más grande que hemos logrado llevar con éxito a otro planeta. ¿Son 10 años suficientes para dar un gran salto para desarrollar los vehículos y la tecnología que permitan a un grupo de humanos aterrizar exitosamente en Marte?

En palabras de Julie Payette, ingeniera canadiense y astronauta en dos misiones de construcción de la Estación Espacial Internacional (ISS), la respuesta es no. “10 años para llegar exitosamente a Marte con una misión tripulada está extremadamente lejos de la realidad. Las agencias espaciales más importantes del mundo toman años y muchas exigentes pruebas para pasar del diseño de una misión a los prototipos y finalmente a los vehículos que permitan una aventura de estas proporciones”. En el caso de una misión tripulada a Marte, el desafío es triple. No existe en la actualidad un vehículo que pueda llevar grandes cargas y menos aún humanos en el viaje desde la tierra a Marte. No existe un vehículo que permita llevar grandes cargas desde la órbita de Marte hasta su superficie: el éxito de la Sky Crane y el Curiosity es difícil de extender a una carga más pesada y preservar la integridad física de tripulantes humanos. Finalmente, una vez en la superficie de Marte, los colonizadores necesitan protegerse del inclemente clima marciano, producir aire para respirar, agua y comida. Ninguno de estos sistemas existe ni ha sido probado hasta la fecha.

Los problemas de la exploración espacial humana son múltiples y difíciles de solucionar. Los astronautas que pasan prolongados períodos en ingravidez presentan múltiples problemas de salud. El deterioro del esqueleto y la atrofia muscular aún son comunes entre los astronautas de la ISS y nos enseñan cada vez más sobre el envejecimiento humano. El estrés de los largos períodos de aislamiento y la convivencia con el equipo son tan complejos como la caída en la producción de glóbulos rojos y el debilitamiento del sistema inmunológico experimentados por los astronautas. Aún hacen falta estudios para determinar el efecto de la radiación a la cual se exponen los astronautas. Cada vez que un astronauta fuera de la atmósfera de la Tierra cierra los ojos, ve los destellos producidos por los rayos cósmicos que cruzan su nervio óptico. Aún no sabemos lo que esta exposición le puede ocasionar al cuerpo humano, menos aún podemos imaginar lo que les puede suceder a los aventureros que esperan llegar a Marte sin esperanzas de poder volver a su planeta.

Diez años pueden no ser suficientes y un reality show puede no ser la solución a la ansiedad de la humanidad por descubrir nuevos mundos. Pero Marte sigue ahí y la humanidad parece haber fijado su objetivo hacia este planeta. La geografía de Marte revelada por las misiones no tripuladas hace pensar que allí hubo alguna vez agua líquida en ríos, lagos y mares. Si alguna vez hubo agua, también pudo haber vida. Y si alguna vez existió vida en Marte, posiblemente fue microscópica y posiblemente sigue allí registrada en los fósiles que descansan en su superficie guardando los secretos de un mundo que ahora parece muerto.

Podemos no llegar a Marte en 10 años, pero seguimos dando pequeños pasos para llegar allí. Espero poder ver a un humano llegar sano y salvo a la superficie de Marte en mi tiempo de vida. Si no es posible, estoy seguro de que las siguientes generaciones continuarán intentándolo. Ahora mismo, más que llegar a Marte me preocupa conservar un planeta en donde esas futuras generaciones puedan vivir. Un planeta con aire respirable, con ríos y mares llenos de vida en formas tan diversas que aún no terminamos de descubrir. Este es el reality show de dos planetas, uno vivo y uno muerto, uno con 7 mil millones de personas y otro con ninguna.

Por Juan Diego Soler

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