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EE.UU. desarrolla el más avanzado sistema de vigilancia en el cielo

La cámara de mayor resolución en el planeta estará al servicio de la inteligencia militar estadunidense. Las primeras pruebas se realizarán en Afganistán.

Daniel Salgar Antolínez
05 de febrero de 2013 - 12:30 p. m.

Desde una oficina en un lugar remoto de la tierra, agentes del ejército estadounidense podrán ver en sus pantallas, en tiempo real, imágenes de alta calidad que muestran el color de la camisa o el tipo de teléfono móvil que usa un terrorista en Afganistán o un narcotraficante en México. La realidad se parece cada vez más a la ciencia ficción.

Desde una altura cercana a los seis mil metros, los aviones no tripulados (drones) de Estados Unidos, equipados con el Argus- IS (Autonomous Real-Time Ground Ubiquitous Surveillance Imaging System), podrán captar con claridad imágenes de objetos de 15 centímetros en la tierra, y transmitirlos en directo a una base de operaciones. Darpa (Defense Advanced Research Projects Agency), la agencia de investigaciones del Pentágono, y los ingenieros de BAE, desarrollaron la cámara de mayor resolución en el planeta (1,8 gigapixeles), que revolucionará los métodos de vigilancia hasta ahora utilizados para recoger información de inteligencia en zonas de conflicto.

La cifra de 1,8 gigapixeles es enorme si se tiene en cuenta que las fotos comunes en alta resolución tienen 300 píxeles por pulgada. La resolución de la cámara de un iPhone 5, por ejemplo, tiene apenas 5 megapíxeles. Las imágenes que provee el Argus permitirán, en el caso de los drones estadounidenses que operan en Níger, Afganistán, Irak, Yemen, Somalia, entre otros, proveer información muy específica sobre el movimiento de los grupos islamistas, así como la identidad de sus integrantes, perseguidos por el gobierno norteamericano. En Latinoamérica, los drones estadounidenses también podrán rastrear con mayor precisión a los narcotraficantes y a los grupos insurgentes que se esconden en geografías de difícil acceso.

Lo novedoso del sistema es que no sólo permite una vigilancia precisa sino amplia. En un pantallazo se podrán captar nítidamente hasta 65 mil kilómetros cuadrados de superficie. Argus funciona además como un sistema masivo de almacenamiento de información, que permite guardar cerca de 1 millón de tetrabytes de imágenes al día –lo equivalente a 5.000 horas de un video de alta definición cada día- . Un drone equipado con Argus podría hacer el trabajo de 100 drones Predator –usados comúnmente por EE.UU. para ejercer vigilancia y atacar en países de Asia y África-. El proyecto tuvo una inversión de US$18.5 millones y este año se realizarán las primeras pruebas con los tres primeros prototipos de la cámara en Afganistán.

El uso de drones se ha vuelto un pilar del despliegue militar de EE.UU. en el mundo durante el gobierno de Barack Obama. En las últimas semanas, EE.UU. firmó un acuerdo con Níger para establecer una base de operaciones de estas aeronaves en el país africano, desde donde servirán de refuerzo a la intervención militar de Francia en el vecino Malí. Debido a las zonas desérticas tan extensas y a las fronteras tan porosas en el norte de África, los aviones no tripulados son la herramienta perfecta para rastrear o atacar a los grupos insurgentes sin arriesgar la vida de los soldados.

La cantidad de muertes de civiles a causa de los ataques con drones en los últimos años es desconocida, debido a que las operaciones se realizan en terrenos remotos y hostiles. El Centro para el Periodismo Investigativo de Londres estima que, sólo en Pakistán, desde 2004 han ocurrido 362 ataques con estas aeronaves, en los que han muerto 3.461 sospechosos y alrededor de 891 civiles. En vista de los rápidos avances de la guerra robótica, la ONU acaba de iniciar la primera investigación internacional al programa estadounidense de aviones no tripulados. Ben Emerson, relator especial para los derechos humanos y el contraterrorismo, presentará en mayo ante la Asamblea General los resultados de la indagación sobre 25 ataques con drones en Afganistán, Pakistán, Yemen, Somalia y Palestina, en los que se sospecha que murieron civiles.
 

Por Daniel Salgar Antolínez

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