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¡Hola, Plutón!

Después de nueve años y medio viajando por el espacio, la sonda New Horizons llegó al planeta enano más alejado del sol. Los científicos descubrieron que es rojizo y que tiene atmósfera. Reacciones a un hallazgo histórico.

María Mónica Monsalve / María Paulina Baena
15 de julio de 2015 - 03:46 a. m.

“Wow, wow^ (wow a la potencia). Tenemos ciencia, ciencia, ciencia, ciencia”, fue todo lo que se atrevió a tuitear la científica de la NASA Kimberly Ennico ayer, a las 7:50 de la mañana de Washington, hora en que la sonda New Horizons hizo su mayor acercamiento a Plutón.

Sin embargo, las fotos del punto más cercano entre la nave y el planeta enano (que estuvo a 12.500 kilómetros de distancia) llegaron a la NASA a las 9 de la noche, pues los datos tardaron cinco horas en alcanzar la Tierra a la velocidad de la luz. Las fotografías que se conocen hasta el momento fueron tomadas a 766.000 kilómetros de distancia, o a sólo 16 horas de que la New Horizons tuviera el mayor acercamiento con el planeta enano.

La nave espacial, que viajó a una velocidad de más de 49.300 km/h, se convirtió en la más veloz de la historia, al ir 100 veces más rápido que un carro sobre la Tierra, y luego de un recorrido de 5.000 millones de kilómetros, es decir, 40 veces la distancia del Sol a la Tierra, capturó algunas fotos, con las cuales bastó para que los científicos sacaran sus propias conclusiones.

Alan Stern, principal investigador de New Horizons, explicó durante la rueda de prensa de ayer que es posible “ver una historia de impactos y de actividad en la superficie. Algunas características tectónicas que indican actividad interna interior. Claramente, un mundo donde tanto la geología como la atmósfera climatológica cumplieron un rol”.

De hecho, las fotos mostraron que Plutón es rojizo, lo que sorprendió a los científicos, que apenas habían observado un punto de luz lejano y rocoso. En efecto, como lo aseguró a El Espectador el doctor Mario Pérez, científico de la NASA, “hay vestigios de una atmósfera y se ha encontrado que hay hielo que se congela o se evapora en la superficie del planeta enano”.

Esto significa que “se puede entender la climatología y también nuestro propio origen a partir de otros orígenes”, sostuvo Germán Chaparro, astrofísico e investigador de la Universidad ECCI para El Espectador. “Las fotografías nos muestran que no es un mundo muerto ni una roca aburrida, como pensábamos años atrás, y lo más emocionante es poder tomar la geología de otro mundo y ver qué procesos pudieron llevar a ese planeta a ser como es”, remató el experto.

Para los científicos, esta misión tiene implicaciones trascendentales. Por ejemplo, permitirá determinar el origen del sistema solar. “Este es el noveno planeta que se ha visitado. Así, la sonda, termina de completar el viaje por el sistema solar”, aseguró el doctor Mario Pérez, de la NASA. Además, la misión permite estudiar un mundo desconocido, el de los planetas enanos, que, de acuerdo con Germán Chaparro, son como “fósiles del sistema solar que permiten desentrañar su historia desde que era joven”. Sumado a esto, las imágenes sirven para entender la morfología y la geología de Plutón, pero no sólo eso: también es posible preguntarse por su composición. “Es como hacer química a distancia. Qué ingredientes y procesos estaban en el sistema solar. Añadir algo que no conocíamos a la receta”, sostuvo Chaparro.

La espera de casi un siglo no termina aquí. El camino de New Horizons seguirá hacia regiones exteriores, hasta que el pequeño dispositivo cargado con plutonio que lo mueve se agote en el año 2030. Así que tendrá vía libre por 15 años más para acercarse y visitar otros objetos del cinturón de Kuiper, cuyo próximo encuentro será en 2019. Por esas fechas la nave habrá avanzado más allá de su influencia del Sol, pero no alcanzará a las sondas Voyager que fueron lanzadas en los setenta.

Por esto, Juan Diego Soler, astrofísico del Instituto de Astrofísica Espacial (IAS) en Francia, le dijo a El Espectador que pasar cerca de Plutón es una mínima parte de lo que New Horizons tiene preparado. “Ahora viene lo bueno, porque más allá del pequeño planeta vienen un montón de fósiles que se encuentran en el cinturón de Kuiper, y hay un plan para hacerles observaciones.” La sonda, según explica, podrá explorar lo que él llama “los escombros de la construcción del sistema solar”.

Lo más probable es que la exploración, que costó US$870 millones, no se vuelva a repetir. Aunque fue económica comparada con otros proyectos espaciales, demandó 15 años de trabajo, casi 10 de trayectoria y la mente de 100 personas, factores que difícilmente estarán sincronizados de nuevo. “No estamos reescribiendo un libro; apenas lo estamos empezando a escribir”, concluyó Soler.

Por María Mónica Monsalve / María Paulina Baena

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