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Hombres, principales víctimas de la violencia

La entidad revela que los homicidios han reducido la expectativa de vida de los colombianos en al menos dos años y que el género masculino ha sido el más afectado.

Sergio Silva Numa
28 de enero de 2015 - 03:02 a. m.

¿Cuántos años más hubiesen podido vivir los colombianos si no hubiesen tenido que hacer frente a la oleada de violencia de las últimas tres décadas? ¿Cuál sería nuestra actual expectativa de vida si la historia del país no hubiera estado atravesada por la presencia del crimen organizado y la formación de grupos al margen de la ley?

Uno de los índices más útiles que acostumbran a usar los estudios de salud pública es la expectativa de vida. Aunque depende de muchas variables, suele dar pistas sobre la manera como las políticas en salud están mejorando las condiciones de vida de los habitantes. En el caso de Colombia, ese cálculo se reducido por un factor que parece ser una constante: el alto número de homicidios.

En un intento por ver de qué manera la violencia homicida estaba influyendo en la reducción de ese índice y cómo repercutía en el sector, el Observatorio Nacional de Salud (ONS) se puso en la tarea de revisar las cifras de asesinatos desde 1998 hasta 2012. Entre otros resultados, encontró la respuesta a las preguntas del primer párrafo. Según sus análisis, si el país no hubiese padecido tantas muertes violentas, hoy la población colombiana podría tener dos años más de expectativa de vida, es decir, alrededor de 81,5 años.

En el caso de principio de siglo, cuando los homicidios alcanzaban un pico aún mayor que a finales de los 80, es más diciente: los hombres hubieran podido vivir incluso cuatro o cinco años más. La expectativa entonces era de 72,8 años y pudo ser de 77.

Justamente, las principales víctimas de todo esta oleada homicida han sido los hombres. Sus casos (304.643) representan el 91,9% de la totalidad de muertes desde 1998, y los de las mujeres llegan al 8%. La población más afectada han sido los jóvenes residentes en áreas urbanas. Sólo el grupo entre los 20 y 39 años padeció 202.089 muertes forzadas (alrededor del 61%), de las que al menos la mitad se dieron en once municipios en los años analizados. Medellín, Bogotá, Cali, Cúcuta y Barranquilla lideran la tabla.

¿Por qué? Aunque son muchos los factores que inciden en la explicación, hay uno que, como explica Carlos Castañeda, director del ONS, podría estar relacionado: el nivel educativo. “Se evidencian brechas en las tasas de mortalidad en contra de los menos educados. El número mayor de víctimas no recibió primaria. Eso indicaría que una clave para evitar las altas tasas de homicidios podría ser intensificar una educación mucho más efectiva y profundizar en temas de resolución de conflicto”, dice.

Pero si bien es cierto que el género masculino es el que más ha sufrido la violencia homicida, hay una cifra que refleja otro problema nada menor: buena parte de los asesinatos de mujeres se dan por ahorcamiento o estrangulación. “Eso ratifica la hipótesis de que sigue habiendo una grave violencia de género e intrafamiliar”, dice Castañeda.

Los investigadores también identificaron otro par de factores que influyen en el número de víctimas: los cultivos de coca, el narcotráfico y las actividades extractivas, especialmente la minería de oro.

Pero ¿qué representan estos datos? Para Castañeda, la investigación, además de poner en evidencia que la violencia se ha ensañado más con las áreas urbanas y no las rurales, como algunos creían, los análisis indican que hay ciertas ciudades donde el sistema debería fortalecer y priorizar sus acciones y redirigirlas especialmente a los hombres. Y sobre todo demuestra que de la manera como se asuma un posconflicto depende en gran medida los índices de salud del país.

Por Sergio Silva Numa

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