Homo naledi, nuestro primo hermano

En África, el hallazgo de los esqueletos de 15 homínidos de una especie desconocida muestra lo compleja que puede ser la evolución humana.

Nuño Domínguez - “El País”
11 de septiembre de 2015 - 03:49 a. m.

“Se buscan expertos o expertas en antropología, delgadas, bajitas y que no tengan claustrofobia”. Este era más o menos el anuncio de trabajo que lanzó hace dos años Lee Berger por las redes sociales. Buscaba gente capaz de meterse por una grieta de 18 centímetros de ancho y sacar a la luz lo que prometía ser un cargamento de fósiles humanos sin igual.

Ayer se publicaron los datos más completos de esa excavación, realizada en la cueva Rising Star, a unos 50 kilómetros de Johannesburgo (Sudáfrica). Los resultados destapan la existencia de una sima con más de 1.500 fósiles humanos, entre los que hay al menos 15 individuos. Los autores aseguran que se trata de una nueva especie dentro de nuestro género, a la cual han bautizado como Homo naledi. Naledi quiere decir estrella en sesotho, una lengua local.

Los descubridores creen que aquellos homínidos fueron depositados allí por sus congéneres, lo que supondría un inesperado comportamiento funerario nunca observado en humanos tan primitivos. Todos los restos se conocen gracias al trabajo de un equipo íntegramente femenino que fue capaz de colarse en la estrecha cámara durante dos expediciones.

Probablemente lo más apasionante del hallazgo son las preguntas que deja. Los científicos no saben cómo terminaron allí los cadáveres, pues para llegar hasta esa cámara hay que recorrer unos 80 metros de cueva, trepar una pared y escurrirse por una grieta.

Por el tamaño de los huesos, estos incluyen niños, adolescentes, adultos y ancianos. Ninguno tiene marcas de traumatismos, ni tampoco signos de haber sido devorado por un animal o por su propia especie.

Lo que creen los investigadores es que alguien los dejó ahí en varios momentos en el tiempo, un ritual funerario que hasta ahora sólo se atribuía a humanos más modernos y con más cerebro.

Tras el hallazgo, en octubre de 2013, ante un montón de huesos tan complejo, el paleoantropólogo Lee Berger, de la Universidad de Witwatersrand, comenzó a seleccionar un nutrido grupo de científicos internacionales que analizaran la nueva especie.

El estudio de los restos y su contexto geológico, publicados ayer en la revista científica eLIFE, describe una especie que hubiera llamado la atención si la viéramos paseando por la calle, pero que ya no eran simples chimpancés erguidos. Los australopitecos son el género del que la mayoría de expertos piensan que surgió el género Homo, aunque hasta hace muy poco había un vacío total de fósiles que permitiese confirmalo. Por su morfología, los naledis parecen estar justo en el límite entre ambos grupos. Medían un metro y medio y pesaban unos 45 kilos. Aún no habían comenzado a desarrollar un cerebro grande (500 centímetros cúbicos comparados con los al menos 1.200 centímetros cúbicos de un Homo sapiens), pero ya tenían un cuerpo estilizado y rasgos humanos, como la capacidad para andar erguidos o unos dientes relativamente pequeños. Sus manos tenían ya el pulgar oponible que permite fabricar herramientas de piedra y sus pies eran muy parecidos a los de los humanos modernos, sólo que un poco más planos.

Por Nuño Domínguez - “El País”

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