Publicidad

Los gestos del saber

Cuando quiso ser profesor muchas personas dudaron de sus capacidades. El 29 de septiembre obtendrá su grado de maestría a y quiere seguir estudiando.

Steven Navarrete Cardona
25 de septiembre de 2014 - 10:39 p. m.
Sus estudiantes describen a Omar Augusto Romero como un gran profesor y amigo. /Luis Ángel-El Espectador
Sus estudiantes describen a Omar Augusto Romero como un gran profesor y amigo. /Luis Ángel-El Espectador
Foto: LUIS ANGEL

Para definir lo que sucede en el mundo de Omar Augusto Romero Méndez podríamos transformar una famosa frase que hoy circula masivamente por la red y afirmar que un ‘gesto vale más que mil palabras’. Y es que para Omar es una cuestión literal, ya que es sordo. No sordomudo, ni pobrecito, ¡ni qué pesar!, ¡ni qué nada! Como Omar nos lo hizo saber a través de Cristhian Barbosa, el intérprete que la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) nos facilitó para la realización de esta entrevista. Sordo, pero no imposibilitado ni limitado. No hay nada de qué avergonzarse ni por qué esconderlo. Una realidad biológica que lo acompaña desde su nacimiento.

A la edad de cinco años su familia decidió trasladarse a Bogotá para brindarle una mejor educación. Tocaron muchas puertas, pero para la época eran pocos los colegios que ofrecían una formación óptima para Omar. “Cuando pude ingresar a estudiar en el Instituto Nuestra Señora de la Sabiduría significó un fuerte cambio en mi vida, ya que fue la primera vez que vi a personas comunicándose mediante lengua de señas. Poco a poco fui comprendiendo y me adapté”. Omar estudió en dos centros educativos más, la Fundación ICAL, donde cursó su primaria, y el colegio República de Panamá.

Al culminar su bachillerato, otro reto llegó para Omar: formarse como profesional. De nuevo las limitantes no venían de su sordera, sino de los prejuicios de la sociedad que lo cuestionaba y lo concebía imposibilitado e incapaz, pero su familia lo apoyó en su determinación de impulsar en la comunidad sorda un desarrollo social, así que decidió ser profesor. Pero, ¿en qué universidad iba a estudiar? Pocas son las universidades en Colombia que ofrecen a las personas sordas la posibilidad de ingresar a un programa académico con las herramientas pedagógicas necesarias para completar un proceso de aprendizaje exitoso. Actualmente, las universidades públicas como la Pedagógica o la Nacional lideran la inclusión a la educación superior de personas sordas.

En esa búsqueda, Omar escuchó a través de sus amigos del proyecto de desarrollo “Manos y pensamiento: Inclusión de estudiantes sordos a la vida universitaria”, que funciona desde 2003 y “se encarga de brindar un acompañamiento integral a personas sordas desde el momento de su aspiración al centro universitario hasta su ejercicio profesional”, afirmó su coordinadora Nahir Rodríguez Reina.

Dicho acompañamiento le permitió integrarse con éxito a la vida universitaria y profesional.

“Para que puedan acudir a clase con los demás estudiantes sordos se les brinda el acompañamiento de un intérprete en el mundo académico; esto quiere decir en sus clases, tutorías, salidas de campo, práctica pedagógica, proyectos de grado, vida universitaria (conciertos) y, en general, en toda la dinámica universitaria un intérprete acompaña a los estudiantes. En promedio, la UPN dispone de entre 15 y 20 intérpretes.

Bajo la tutela del programa y sus años de funcionamiento se han graduado 30 personas en diferentes carreras. Un aporte crucial teniendo en cuenta que a niveles de educación básica —según el Registro para la Localización y Caracterización de la Población con Discapacidad (RLCPD)— para el año 2013, de 7.006 personas sordas que se encontraban en edad escolar, sólo el 65,8 % asiste a una institución educativa, por supuesto todo esto se complejiza en los niveles de educación superior.

En el año 2008, Omar obtuvo su título de Licenciatura en Educación Física en la UPN y, luego de ejercer, regresó a su alma máter para ser docente e impartir las materias de Educación para el Movimiento y Expresión Deportiva, sumado a otras electivas sobre la lengua de señas.

A sus 32 años su sordera no ha sido restricción para llevar una vida como cualquiera. Omar es una persona extrovertida y sociable, tal como lo definen sus estudiantes. Le gusta bailar (lo hace sintiendo las vibraciones de la música) y es un apasionado jugador de fútbol. Su vida ha sido tomada como ejemplo en diversos foros de desarrollo social y el próximo 29 de septiembre recibirá el grado de Maestría en Desarrollo Educativo y Social, sumando un peldaño más a sus logros y ahora su próxima meta es un doctorado.

Por Steven Navarrete Cardona

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar