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Los pastusos se están quedando sin pájaros

De acuerdo con el ‘Libro rojo’, presentado ayer, Nariño es el departamento donde más peligro corren estos animales.

Sergio Silva Numa
08 de mayo de 2014 - 12:00 p. m.
‘Andigena laminirostris’, o tucán de montaña, una de las especies que más riesgo enfrentan en Nariño.  / Cristian Flórez-Paí
‘Andigena laminirostris’, o tucán de montaña, una de las especies que más riesgo enfrentan en Nariño. / Cristian Flórez-Paí

La conclusión, después de seis años y medio de investigación, 7.000 registros analizados y varias reuniones y talleres, es tajante: Nariño es, de lejos, uno de los departamentos donde más peligro corren las aves. Es, en toda el área Andina y la costa Pacífica, el caso más crítico, el más preocupante: la deforestación de sus bosques húmedos se ha acelerado en la última década y, por ende, la reducción de hábitats para cientos de especies ha sido inevitable.

Ese es tal vez uno de los resultados más alarmantes presentados en el primer volumen del Libro rojo de aves en Colombia, que acaba de ser publicado: un estudio que analiza el riesgo de extinción de estos animales en el Pacífico y los Andes y que detalla la situación de 118 especies: 68 en amenaza, 18 casi amenazadas, 30 bajo riesgo y 2 sobre las cuales hay datos insuficientes.

“La situación es crítica —explica Luis Miguel Renjifo, líder del grupo que realizó el documento—: de 2002 (cuando salió a la luz el primer Libro rojo) a 2014 encontramos nueve especies cuya condición ha empeorado en estas zonas. De ellas, cinco están en Nariño. Ahí, en la parte de la vertiente occidental de la cordillera y en toda la planicie del Pacífico, se ha intensificado el principal riesgo: la deforestación”. Aunque también, en algunos casos, la caza y el tráfico ilegal.

Basta un ejemplo para entender cuál es el escenario en ese departamento: el tucán de montaña o terlaque de Nariño —Andigena laminirostris, en términos de ciencia— tiene hoy que hacer frente, como se lee en el texto, a la tala de maderas preciosas, los crecientes asentamientos humanos, la ganadería, los cultivos de coca y la agricultura. Además, por su colorido plumaje, debe eludir el tráfico internacional, que por lo menos en Ecuador es intensivo. Por esas razones ha perdido el 30,5% de su hábitat y, de seguir así, en tres generaciones se perderá el 24% de su población, calculada en 10.000 individuos. Algo similar sucede con el Campephilus gayaquilensis y el Dacnis berlepschi.

Pero ¿por qué Nariño? “Porque, al parecer —responde Renjifo—, desde que empezó la fumigación de plantas de coca hace unos años, particularmente en Putumayo y Caquetá, la gente cruzó la cordillera y fue a parar a este territorio, donde hubo una rápida expansión de los cultivos ilícitos. Y el impacto, entonces, fue fuertísimo”.

Las cifras le dan la razón. De acuerdo con el Observatorio Nacional de Drogas, la región nariñense pasó de tener 3.959 hectáreas cultivadas en 1999 a 15.606 en 2006. Y a partir de ese momento, como lo asegura el censo de cultivos de coca realizado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, ese departamento siempre encabezó el listado de los que tenían más siembra: en 2007, 20.259 ha; en 2009, 17.639 ha, y en 2012, 10.733 ha.

Ello quizás refleja en parte la alerta que hace una semana emitió el Ministerio del Medio Ambiente y el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam): hay al menos ocho nuevos núcleos de deforestación en diferentes zonas selváticas o boscosas del país, y uno de ellos —entre un grupo que también incluye a Meta, Guainía y Caquetá— resultó ser Nariño.

En palabras del profesor Renjifo, director de la maestría en conservación y uso de biodiversidad de la Universidad Javeriana, hay dos maneras de pensar en los riesgos que corren estos animales en nuestro país: se puede ver el vaso medio lleno o medio vacío.

“A mí me gusta ser optimista —dice—. Así que lo positivo es que la gran mayoría de especies no están amenazadas todavía y sólo seis están en peligro crítico de extinción. Sin embargo, esas 68 a las que hay que prestar atención y que podrían ser una suma pequeña frente a las 1.877 tipos de aves de Colombia, representan un número grande mundialmente. Alemania, por ejemplo, apenas alcanza a tener 250. Es un punto de alarma”.

Una alarma que puede ser aún más aguda si las autoridades no toman medidas pronto frente a una serie de nuevos factores que pueden destruir poco a poco los ecosistemas. “La minería de oro constituye un pulso muy fuerte en algunas regiones. En el norte de Antioquia, por los municipios de Remedios y Anorí, ha sido una las principales causas de deforestación. Pero lo triste es que esos suelos son muy malos y a la población, después, le resultará imposible vivir de esa tierra”.

Justamente, el objetivo del Libro rojo de las aves, además de servir como una información que luego, cuando se publique en 2014 el segundo volumen, sea el sustento para reformar la legislación que trata el tema, es ser una guía para que las corporaciones autónomas regionales (CAR) lleven a cabo acciones concretas. “Corantioquia ha tomado algunas para disminuir los riesgos, pero otras CAR parecen ser bastante indolentes. Y lo preocupante es que de esas 68 amenazadas, 28 son endémicas. Es decir, si se extinguen en Colombia dejan de existir”, afirma Renjifo.

De no tomar medidas concretas, el país tendrá que enfrentar una serie de ineluctables consecuencias. Por un lado, como explica Renjifo, varias de estas aves tienen un rol esencial en términos ecosistémicos: son polinizadoras, dispersoras de semillas o depredadoras de otros animales. “Y por otro, se estaría desperdiciando el turismo de observación de aves, que apenas coge fuerza en Colombia por ser el país más biodiverso en estos animales, y que es una gran fuente de ingreso rural, porque requiere alojamiento, alimentación y guías. Una muestra: en Estados Unidos se hizo hace un tiempo un cálculo sorprendente: en un año, la gente gastó US$50.000 millones sólo para observar aves. Y esa es una motivación para que las autoridades empiecen a proteger”.

 

 

ssilva@elespectador.com

@sergiosilva03

Por Sergio Silva Numa

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