Mushing, la práctica deportiva de correr junto a perros

Del Círculo Polar Ártico llegó el mushing, práctica deportiva en la que los perros tiran de trineos sobre la nieve, pero aquí lo hacen sobre el asfalto o a campo traviesa corriendo con sus amos.

Daniel Paredes Paniagua / Revista Directo Bogotá
16 de abril de 2017 - 05:25 p. m.
Daniel Paredes Paniagua
Daniel Paredes Paniagua

En promedio una persona vive 70 años, camina 3.000 kilómetros, come 57 toneladas de comida, pierde alrededor de 10 personas queridas en la vida, se enamora cuatro veces, tiene unos 100 amigos y solo cuatro amigos para toda la vida.  Pero amigos inolvidables sin duda alguna hay uno especial, de orejas largas o cortas, grandes, pequeños o medianos, finos o criollos, da igual, su fidelidad los hace irrepetibles y su ternura adorables. Para confiar, reír, hablar, jugar y ¿por qué no?, hasta ejercitarse.

En el parque de la Virgilio Barco, en la avenida carrera 60, frente al Instituto de Recreación y Deporte  de Bogotá (IDRD), sobre un sendero de ladrillos y a pleno sol sabanero de medio día, un grupo de quince jóvenes amantes de los perros se reúne cada fin de semana para realizar un deporte traído directamente de la parte norte del globo terrestre.

¡Mush mush!

Un trineo de dos llantas con una tonalidad ferrosa se planta sobre una línea de salida pintada con tiza blanca y negra, fuertemente amarrados al vehículo, tres huskies siberianos, si, los que parecen lobos, están listos para correr. Una última revisión, se ajustan las correas y los arneses fuertemente para evitar un descarrilamiento, de repente se escucha un grito: es la unión de cuatro letras que conforman la esencia de este deporte “¡mush mush!”, grita Edwin un joven de unos 25 años, de contextura delgada pero atlética. Los tres perros de inmediato cambian su expresión, su naturaleza brota, su ceño se frunce y sus ojos se achican; los músculos de  sus patas traseras se recogen para luego salir expulsados a gran velocidad. Kira, la más joven y líder del grupo encabeza la jauría; su pelaje blanco y su energía la hacen resaltar sobre  los dos huskies rojos que la siguen de cerca. Luego de un tramo de 100 metros y de unos 10 gritos más, por fin llegan a la meta, en donde los esperan tres grandes platos llenos de agua; Edwin desata a sus compañeros de carrera, que jadeantes buscan refrescarse prontamente.

¿Pero qué acaba de ocurrir? Pues bien, se llama mushing, y tiene varias modalidades, explica Edwin. “La modalidad absoluta es el trineo de perros, está la modalidad en nieve y la modalidad en tierra seca. De allí parten los subdeportes, categorías basadas en mushing, que son el bikejoring —la recreación del trineo pero en una bicicleta—, scootering —con una scooter o monopatín— y el canicross, que es la modalidad de correr”. El mushing, como los perros, tienen muchas variedades, se puede practicar sobre asfalto, sobre pasto y sobre nieve —o granizo, en términos más rolos—, solo se necesita el equipo adecuado, las ganas y un perro con mucha energía. Eso sí, se debe evitar lastimar al perro en dicha actividad.

Deporte del nuevo milenio

En Bogotá existen alrededor de 30 grupos para realizar el mushing, según Edwin,  pero el más significativo tanto por el número de sus integrantes como por la representación que han tenido en competencias internacionales es Urban Mushing,  creado en 2009 por iniciativa de Edwin Ordoñez, un amante del deporte y de los perros. “El grupo Urban Mushing surgió porque quise compartir las experiencias que había tenido con la raza de mi perro (husky siberiano) en un intercambio que hice en Canadá; entonces pude  ver que otros perros de esa raza tienen los mismos problemas y poco a poco las personas fueron sumándose, y pues ahora somos una familia que compartimos el gusto por los perros”, dice Edwin mirando fijamente a Zeus, uno de los huskies rojos que moviendo la cola demuestra el amor que tiene por su amo.

Mushing viene, según dicen quienes lo practican, de la orden que los franceses le daban a sus perros para marchar (marcher), y que en los ingleses adaptaron a mush. En el año 2000 llegó a Colombia con Mauricio Colmenares, quien gracias a sus investigaciones y amor por el deporte logró adaptarlo a las condiciones del trópico. En el año 2003 logró que Coldeportes la reconociera como actividad deportiva a nivel nacional, lo que significó un primer paso en la larga carrera que es introducir deportes diferentes en una sociedad futbolera y tradicionalista.

Muchos se preguntaran si se ve afectada la integridad física del perro al realizar esta actividad, pues bien, como en todos los deportes, es importante el uso de los materiales especiales para evitar el daño a los caninos: es fundamental un buen arnés que sujete y distribuya de manera correcta la fuerza que se ejerce por todo el cuerpo del animal; a la vez se recomienda no usar correas que se ajusten al cuello del perro, debido que puede lastimarlo y en el peor de los casos ahogarlo debido a la fuerza que se aplica. Lo recomendable es usar pecheras con un arnés fuerte, resistente y elástico.

Camila Junca, auxiliar veterinaria y miembro de Urban Mushing, explica cómo debe ser el trato adecuado para que un perro no se lastime realizando esta actividad:  “Hay que tener muchos cuidados, primero, tiene uno que mantener al perro en un estado físico y mentalmente buenos porque si es un perro muy distraído va a ser muy difícil empezar, se debe tener un arnés y una correa especiales para no lastimar al perro; pero sobre todo, el entrenamiento diario y la nutrición son fundamentales para la salud del animal.”

¿Cuál es el perro perfecto para realizar el deporte? Esto varía de acuerdo con las características del canino, si bien lo recomendable es hacerlo con un perro de raza grande debido a sus características físicas, su resistencia y su velocidad, no está descartado hacerlo con perros de tamaño pequeño, pero tomando todas las precauciones. Martha Ciro, representante de la Asociación Defensora de Animales y el Ambiente (ADA) comenta acerca del posible maltrato que se puede realizar durante la práctica de este deporte: “Obviamente, cualquier actividad que implique maltrato para los animales o un uso que solo tenga como fin la diversión de las personas está condenado de parte nuestra”. Por ende,  hay que tener sumo cuidado a la hora de practicar este deporte.

La meta: divertirse

Daniel Cruz, subdirector de Urban Mushing, explica cuál es el entrenamiento que le da a Conan, un perro criollo rescatado hace más de un año.  “Desde que lo encontré lo someto a una alimentación diferente al resto, le doy una dieta BARF (Biologically Appropiate Raw Food), entrenamos todos los días y solo descansamos el sábado o el domingo. En los entrenamientos le doy refuerzos positivos para que él este muy enfocado en el camino, que siempre tenga la meta presente, sea un parque, llegar al agua o algo que encuentre divertido, esa es la clave”. La dieta BARF consiste en una alimentación basada en alimentos crudos, biológicamente apropiados; esta reemplaza los concentrados tradicionales que normalmente los dueños les dan a sus animales.

Para practicar el mushing en su modalidad de canicross y bikejoring se necesita de un binomio conformado por el perro y su amo.  Esta unión debe ser fuerte y, sobre todo, eficaz, es por esto durante el circuito de competencias es normal advertir cómo los corredores suelen cambiar de perro de acuerdo con la competición; en algunos casos hay personas que no corren con su perro y lo prestan a otro corredor; esta situación se da forma interina en los clubes practicantes del deporte con el fin de generar una conexión más vinculante y permitirle a todos los perros ser campeones en cualquier modalidad. Y aunque, obviamente, hay campeones que se han distinguido por su capacidad atlética, como Edwin Ordoñez con sus huskys, Daniel Cruz con su perro criollo y Gonzalo Arenas con su perro Rex, de raza rottweiler, lo que se busca es fomentar el deporte y competir entre todos.

La idea es armar una llave con tu perro, que sea una sola conexión y eso solo se logra con constancia, paciencia y trabajo”, repite el pionero del mushing en Colombia, Mauricio Colmenares.

*Este artículo fue publicado en la Revista Directo Bogotá, de la Pontificia Universidad Javeriana

Por Daniel Paredes Paniagua / Revista Directo Bogotá

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