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'No es el fin, es un cambio': indígenas colombianos

La antropología explica que las ideas apocalípticas provienen de Occidente.

Mariana Escobar Roldán
19 de diciembre de 2012 - 10:00 p. m.
Las falsas profecías sobre el fin del mundo son rechazadas por científicos e indígenas.   / 123rf
Las falsas profecías sobre el fin del mundo son rechazadas por científicos e indígenas. / 123rf

Según las creencias del pueblo embera, en el origen del mundo una pareja tuvo a una niña que engordó hasta romper las paredes de su casa, se desplomó por las montañas y se sumió en las profundidades de la tierra, hasta la última capa.

La Mujer Grande, como la llaman, sostiene al mundo desde las honduras, dispone la marcha de los ríos y los vientos, lleva el peso de las montañas, fija las lluvias y veranos y ordena la vida misma.

Pero esa mujer, una vez “cada millones de años”, se acomoda y genera cambios en todo el Universo. Los desequilibrios provocados por el ser humano lo ocasionan.

Según Guzmán Caísamo, embera e investigador del pensamiento de su comunidad, los sabios anuncian que las acciones del hombre podrían estar llevando a una transición, a un reacomodamiento de la Mujer Grande. Sin embargo, no hablan de un fin del mundo y mucho menos para este 21 de diciembre.

Las ideas apocalípticas tampoco hacen parte de la doctrina de los arhuacos (Sierra Nevada de Santa Marta), nasas (Cauca ) y yaguas (Amazonas). El concepto de fin del mundo parece tener un sello ajeno a ellos.

Gregorio Henríquez, experto en antropología de la muerte, explica que la paranoia de muchos y la oleada de hipótesis sobre lo que podría suceder mañana proviene de los miedos e inseguridades propias del hombre de Occidente: “experimentamos un vacío espiritual que nos lleva a tenerle un temor infinito a la muerte y esto, sumado a los mensajes de la Biblia y a profecías inventadas, da como resultado el coctel del 21 de diciembre”.

Henríquez dice que, por el contrario, las comunidades ancestrales no adolecen de dicho vacío: “Para ellos hay una posibilidad más allá de la muerte”.

Feliciano Valencia, líder de los nasas, dice que en su comunidad la vida es vista como una espiral: tiene un origen, se desarrolla pero nunca termina. Por eso no creen en el fin del mundo. En cambio, cuenta que los sabios pronostican un cambio que desde ya se refleja en el humor de las personas, las cosechas y el medio ambiente. Un cambio que no tiene una fecha precisa, pero que en definitiva no será este 21.

Luis Yonda, uno de los mayores, lo confirma: “Con el cambio ya no va a haber deseo de explotar la naturaleza. El hombre va a recuperar su espiritualidad y se va a dar la oportunidad de reflexionar”.

Por eso, el 21 de diciembre los nasas no se esconderán bajo tierra, ni harán suicidios colectivos, ni temerán. En el municipio de Caldono (Cauca) van a realizar un ritual a la Madre Tierra, por medio del cual quieren reconciliarse con ella por el daño que le han causado. Habrá ofrendas y danzas. Nada apocalíptico.

Los yaguas también prevén un cambio. De acuerdo con el líder José Soria, los abuelos pronostican que la Tierra está volviendo a su estado primigenio y que los seres humanos están acelerando dicha evolución. Soria menciona que las temperaturas y sequías en el Trapecio Amazónico están aumentado y que la cosecha de chontaduro ya no sigue el calendario de siempre.

Y con ellos coincide Arukin Torres, indígena de la comunidad arhuaca, quien cuenta que los mamos de la Sierra Nevada también han transmitido que estos son tiempos de cambio. “Incluyen giros en los hábitos, necesidades y prioridades de las personas, que nos van a llevar a pensar más en la naturaleza”.

El astrónomo Germán Puerta dice que la oleada de mensajes que anuncian un apocalipsis para el 21 de diciembre son un invento, y que la profecía maya en la que se basan no existe. Los planetas no se alinearán y tampoco un rayo cósmico del centro de la galaxia se estrellará contra la Tierra.

Lo que realmente sucederá esa fecha es que se completa el calendario de la Cuenta Larga, que utilizaban los mayas desde el 3114 a.C. para datar monumentos y referenciar eventos importantes.

Según Puerta, esta es la primera idea apocalíptica con repercusiones globales, que aunque infundió un falso temor mundial, podría servir para alertar acerca de cuánta responsabilidad tienen los humanos frente al futuro del planeta.

Por Mariana Escobar Roldán

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