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'No es más que un día cualquiera'

Los hermanos Germán y Mauricio Puerta (astrónomo y astrólogo) desmienten cualquier cataclismo previsto para esta fecha y desde su especialidad explican su real significado.

Redacción Vivir
20 de diciembre de 2012 - 08:08 p. m.
Chamanes mayas realizan una ceremonia previa a la  celebración del final del ciclo maya conocido como Baktún 13 en El Salvador. / AFP
Chamanes mayas realizan una ceremonia previa a la celebración del final del ciclo maya conocido como Baktún 13 en El Salvador. / AFP

Las múltiples especulaciones e interpretaciones sobre lo que ocurriría hoy 21 de diciembre terminarán a medianoche. Y aunque en el mundo fueron muchos los fanáticos que decidieron prepararse para un presunto “fin de la Tierra”, lo cierto es que en ninguno de los lugares del planeta en donde avanza o termina el día ha ocurrido algún hecho que indique que se acerca la desaparición de la humanidad.

Para muchos expertos, la idea del “apocalipsis” nació de la influencia del cine fantástico y de la deformación de los significados que la cultura maya les asignó a los ciclos demarcados en su calendario.

El Espectador consultó al astrónomo Germán Puerta y a su hermano, el astrólogo Mauricio Puerta, para que desde sus especialidades expliquen de cuándo acá el mundo occidental (organizado bajo el almanaque gregoriano) centró su atención en el fin del calendario maya y, además, detallen qué es lo que científicamente ocurrirá esta noche en el cielo.

 ¿Cómo interpretar 'La cuenta larga'?

Llegó el 21 de diciembre de 2012, pero desde hace tiempo se ha difundido la idea de asociar esta fecha con un fin del mundo profetizado por los sacerdotes y soberanos de la antigua civilización maya, a lo cual se han sumado profetas y vaticinios de toda clase, desde el famoso Nostradamus hasta los indígenas de varios continentes. Esto ha despertado grandes expectativas en el mundo con manifestaciones en la literatura, el cine, el Internet, el comercio y el imaginario popular. En realidad, ¿de qué se trata este asunto del 2012?
Un aspecto interesante de los mayas era su concepción cíclica del tiempo. Esto les llevó a desarrollar una relación muy estrecha entre la observación de los astros, el ciclo agrícola y la construcción de calendarios. Fueron los mejores astrónomos del mundo antiguo, quienes construyeron verdaderos observatorios y grandes pirámides en donde los gobernantes mostraban al pueblo su divina conexión con los numerosos dioses del cielo. Podían predecir eclipses y la precisión de su calendario de Venus no tiene rival.

Del complejo sistema calendárico maya, ceremonial, sagrado y astronómico, hay que mencionar el calendario histórico conocido como La Cuenta Larga; se empleaba para datar monumentos, referenciar eventos y fechas importantes y funcionaba con 5 unidades de tiempo: baktun, katun, tun, uinal y kin que es el día. El ciclo máximo de La Cuenta Larga contiene 13 baktunes, o sea, 5125 años, momento en el cual la rueda calendárica completa este gran ciclo. A comienzos del siglo XX, los expertos descifraron La Cuenta Larga y la correlacionaron con nuestro calendario moderno llegando a la conclusión que el baktun 13 se completa el 21 de diciembre del 2012. Y éste es el origen del asunto 2012.

En ninguno de los tres códices mayas originales que sobrevivieron a la Conquista se menciona un fin del mundo. La única referencia aparece en la denominada Estela 6 de Tortuguero en México, en donde aparece el fin del baktun 13 y se anuncia la llegada de un dios asociado al inframundo. La deteriorada estela no permite mayor lectura. En conclusión, desde la arqueología maya no se evidencia ningún fin del mundo, sino más bien largas temporadas de poder para los linajes gobernantes, y en los códices, algunas calamidades en la misma proporción que épocas de abundancia, cosechas y prosperidad.

Y entonces, ¿cómo aparece el asunto 2012? Pues esto ya lleva bastante tiempo y este invento se le atribuye a tres autores estadounidenses: Frank Waters (1975), Dennis McKenna (1976) y, especialmente, a José Arguelles (1987), considerado “el hombre detrás del 2012”. Waters identificó el baktun 13 y lo llamó “el Gran Ciclo Maya”, y luego asoció estos ciclos con las cinco eras legendarias del Popol Vuh. McKenna desataca el final del baktun 13 con el 21 de diciembre de 2012, y “descubre” que la fecha coincide con el solsticio de invierno en el hemisferio norte, momento en el cual el Sol —como todos los 21 de diciembre— se encuentra en Sagitario en donde además está el centro de nuestra galaxia. Y Arguelles se imagina un potente rayo proveniente del centro de la galaxia y asegura que los mayas sabían cuándo entrábamos en el camino del rayo y cuándo salíamos.

Luego, desde hace unos 20 años, el esoterismo especulativo abraza y adopta estas ideas sobre el 2012 y la “profecía maya”, y desata una oleada de libros con afirmaciones muy al estilo de las corrientes de “la nueva era” en boga desde los años sesenta como el momento del “cambio”, y especulaciones sobre el conocimiento de los mayas de los ciclos de las manchas solares, inversión del eje de la tierra, cometas asesinos, planetas errantes superterremotos, y mucho más, todo profetizado por los mayas y todo para el 2012. Cuanto irrespeto con la grandiosa civilización maya.

En realidad, toda esta argumentación carece de sentido y no tiene bases científicas, pero ha sido acogida con entusiasmo por la franja esotérica que llega a afirmar por la Internet y por todo medio de comunicación que les dé la oportunidad, toda una suerte de sandeces e ideas ridículas sobre estos asuntos. Pero no por esto dejan de ser peligrosas, pues su rebuscado lenguaje, muchas veces seudocientífico, tiene la cualidad de engañar y confundir. Y en ese aspecto me preocupan especialmente los niños, a juzgar por sus preguntas, y también las de los padres y maestros sobre este asunto.

¿Qué hacer? Hemos aprovechado esta focalización sobre el tema para enseñar astronomía, historia, arqueología y destacar el verdadero legado de los pueblos precolombinos e indígenas actuales. Pero hay grandes grupos que no alcanzamos y que carecen de fundamentos científicos y culturales mínimos, para poder filtrar tanto engaño. En otros “fines del mundo” a lo largo de la historia, las histerias individuales y colectivas han hecho algunos estragos. Pero éste es el primer “fin del mundo” en la era de las redes sociales y las consecuencias pueden ser inesperadas.

*Germán Puerta, astrónomo.

¿Occidentales regidos por los mayas?

El tan esperado 21 de diciembre de 2012 no es más que un día cualquiera, a no ser que seamos de la cultura maya de Mesoamérica. Para comprender el significado de esa fecha para los mayas deberíamos pertenecer en un 100% a su cosmogonía; asunto que los occidentales no entendemos e, imagino, que muchos indígenas tampoco, pues estamos alejados del tiempo en que se sabía el lugar del humano dentro de la naturaleza y no alejado de ella, como ocurre ahora con la mayoría de “civilizados”.

No se necesita ser maya, azteca, gringo o musulmán para caer en la cuenta de que estamos en un cambio de actitud hacia la humanidad entera y la Tierra como nuestro vehículo de transporte. Por estos tiempos se sincronizan dos períodos que terminan: un gran ciclo maya que comenzó hace unos 5.125 años; y la Era de Piscis, que al finalizar da inicio a la Era de Acuario, más o menos cada 2.000 a 2.160 años.

Dichos cambios de era nos deberían llevar a reflexionar sobre hacia donde vamos como humanidad y si aún hay tiempo de frenar o minimizar los impactos adversos que estamos produciendo sobre la Tierra, para que ésta no nos pase la cuenta de cobro a través de tragedias (las mismas que han ocurrido en todas las épocas, pero que ahora las vemos ahí mismo por el celular) y, entonces, nos parece que el Apocalipsis está a la vuelta de la esquina, asunto muy oportuno para los fatalistas religiosos —o no— que insisten en el fin del mundo.

El 21 de diciembre, que por cierto es una fecha del calendario gregoriano, no tiene por qué influir en ninguna mente, corazón o espíritu que lo lleve a hacer alguna adoración en especial. Quien sea afín con esas prácticas las puede hacer en cualquier momento del año, sin tener que recurrir a un calendario maya, gregoriano, hebreo o cualquier otro; porque en verdad, nadie sabe en qué año estamos. Pregúntele a un judío, a un musulmán, a un maya legítimo, a un cristiano, a un chino; cada quien dará un año diferente. En una primera instancia, los calendarios fueron creados para poder medir el paso de los tiempos agrícolas y ganaderos. Pero que dichos calendarios influyan en catástrofes y finales de la vida sobre la Tierra, me parece que es más afín con las películas de Hollywood que con el origen de éstos.

En el año 325, el Concilio de Nicea decretó de un plumazo que el equinoccio de primavera, eje del calendario antiguo, se celebrara cada año durante el 21 de marzo; con este arreglo se pretendía subsanar el error cometido por el calendario Juliano, el cual adelantaba esta fecha un día cada 128 años. Fue el papa Julio I quien instauró festejar el 25 de diciembre como el día oficial del nacimiento de Jesús y que como día de Navidad solo vino a ser importante desde el año 400 d.C. En 1582 el papa Gregorio XIII, encontrando un descuadre acumulado de 10 días en el calendario en uso, lo corrige —de nuevo de un plumazo—, conociéndose semejante capricho papal con el fastuoso nombre de Calendario Gregoriano. Visto así, mientras se celebró el llamado año 2000 a partir del supuesto nacimiento de Jesús un 24 a 25 de diciembre, el 20% de la humanidad —que son los musulmanes— estaban en el año 1429 de su Hégira; para los hebreos corría el año 5760; para los chinos el 4689 y en la India estaban en el año 2056. De modo que ¿cuál 21 de diciembre de 2012?

* Mauricio Puerta, astrólogo

Por Redacción Vivir

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