Nobel por descifrar un fantasma

Miles de millones de millones de neutrinos están fluyendo a través de nuestros cuerpos cada segundo. El japonés Takaaki Kajita y el canadiense Arthur McDonald recibieron el galardón por entender estas elusivas partículas.

Pablo Correa
06 de octubre de 2015 - 10:50 p. m.
 El japonés Takaaki Kajita y el canadiense Arthur McDonald compartieron el Premio Nobel de Física 2015 por sus descubrimientos sobre los neutrinos. / AFP
El japonés Takaaki Kajita y el canadiense Arthur McDonald compartieron el Premio Nobel de Física 2015 por sus descubrimientos sobre los neutrinos. / AFP

Levante el pulgar y tape el sol. Cuente hasta tres. En esa ínfima franja de tiempo ocurrió algo totalmente ajeno a su conciencia: cerca de doscientos mil millones de neutrinos solares atravesaron la uña de su dedo. Después de los fotones, los neutrinos se consideran la partícula más abundante del universo. Son lo más parecido a un fantasma en el mundo de los físicos. Si un electrón ya es lo suficientemente pequeño para nuestra imaginación, los neutrinos son 10.000 veces más pequeños que ellos.

Por diseñar los sofisticados experimentos para demostrar que estos fantasmas cambian de identidad y por lo tanto tienen masa, el japonés Takaaki Kajita y el canadiense Arthur McDonald recibieron este año el Premio Nobel de Física. Ese era un misterio que atormentaba a los físicos desde cuando el austriaco Wolfgang Pauli (nobel 1945) escribió a sus colegas en diciembre de 1930: “He hecho algo terrible, he postulado la existencia de una partícula que no puede ser detectada”.

La partícula no sólo fue detectada en los años 50, contrariando los temores de Pauli, sino que los dos físicos que hoy comparten el Premio Nobel lograron robarle algunos de sus secretos . Kajita lo hizo en 1998 parapetado en una máquina que parece salida de la ciencia ficción, el Super Kamiokande. Localizado a 1.000 metros bajo tierra, en una antigua mina de cinc, el Super K es una estructura cilíndrica de 40 metros de alto por 40 metros de ancho que contiene 50.000 toneladas de agua rodeadas de 11.000 tubos fotomultiplicadores. Nada más y nada menos que una cámara diseñada específicamente para atrapar el veloz paso de estos fantasmas. McDonald dirigió la construcción de una cámara similar en una mina de níquel en Ontario: el Sudbury Neutrino Observatory. En 1998, Kajita demostró que los neutrinos además de elusivos sufren una “metamorfosis”. Y McDonald hizo lo propio en 2001.

“Esta metamorfosis, escribieron los miembros de la Academia de Ciencias de Suecia, “requiere que los neutrinos tengan masa. El descubrimiento ha cambiado nuestra comprensión del funcionamiento más íntimo de la materia y puede resultar crucial para nuestra visión del universo”.

Puede ser que nuestros días sean ajenos a la existencia de estas partículas, pero ahí están atravesándonos a diestra y siniestra. Algunas han viajado millones de años, desde el Big Bang. Otros nacen a cada instante, cuando mueren las estrellas. Unos cuantos millones se producen en las plantas nucleares. Aun en el interior de nuestros propios cuerpos, cuando átomos como el potasio “decaen”, los neutrinos surgen. Se dice que cada segundo dentro de cada uno de nosotros se producen unos 5.000 neutrinos.

De acuerdo con el jurado del Premio Nobel, estos experimentos han revelado la primera fisura en el Modelo Estándar de la física moderna. “Se ha hecho obvio que el Modelo Estándar no puede ser la teoría completa sobre los constituyentes fundamentales del funcionamiento del universo”.

Por Pablo Correa

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