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Las relaciones de la pantalla chica

Es precisamente la amistad la que ha destronado al amor como el sentimiento motor de los dramas que cautivan a los televidentes-

María Paula Martínez Alejandro Gómez Dugand *
20 de septiembre de 2014 - 04:19 p. m.
Las relaciones de la pantalla chica

Hoy, todas las series podrían llamarse Friends. Aquella historia sobre seis amigos en Nueva York que duró diez temporadas y rompió récord de audiencia en el mundo se ha convertido en la fórmula del éxito de la televisión.

Y es precisamente la amistad la que ha destronado al amor como el sentimiento motor de los dramas que cautivan a los televidentes.

Un corto zapping por las más exitosas del momento parece confirmar el asunto. Game of Thrones, de HBO, es en últimas una historia de alianzas que se transforman en amistades y de amistades que se convierten en hermandades. También están Sherlock y su compañero Watson y Dr. Who y su acompañante de viajes de turno. Y lo mismo ocurre en las comedias, como The Big Bang Theory y How I Met Your Mother.

¿Cuál fue la última gran historia de amor de la pantalla chica? ¿La de la doctora Meredith Grey y Derek Shepherd de Grey’s Anatomy? ¿Betty y don Armando? Las amistades son los nuevos romances, y los amigos, los protagonistas.

Las telenovelas tienen un dogma: el amor es igual a sufrimiento y la amistad a bacanería. Por más de 60 años, los melodramas han contado la misma historia al mejor estilo Cenicienta. Incluso Betty, la fea es una adaptación moderna del mismo cuento de rechazo, sacrificio y dolor.

La fórmula del culebrón sigue siendo la misma de antaño, la del calvario y el amor imposible que merece una lucha trágica en su sentido más clásico. O si no cómo es que Daniela Franco, de Padres e hijos (1993-2009), estuvo secuestrada, le dio cáncer, se casó, se divorció dos veces y tuvo amnesia; o la doctora Meredith sobrevivió a un tiroteo en el hospital, a un accidente aéreo, a la explosión de una granada y a morir ahogada en un río.

Así, las producciones televisivas han llevado un mensaje muy conservador: la realización femenina es el matrimonio. Para lograrlo hay que atravesar infidelidades, venganzas, envidias, tragedias, enfermedades y mentiras y tener amigos que lo hagan más llevadero. ¿Qué sería de Betty sin su amigo Nicolás o de Jerry Seinfeld sin George Costanza, Elaine o Kramer? Cada vez más, los amores son puntos de giro dramáticos que llegan para complicar la vida de los protagonistas, quienes enamorados o descorazonados siempre vuelven a la zona segura de la amistad.

Mientras la fidelidad es un valor poco cotizado y los matrimonios se acaban varias veces en una misma producción, los amigos son cruciales para el desarrollo de la trama. Esas relaciones de camaradería, lealtad y solidaridad son incondicionales. Cabe recordar el programa Vecinos, de Caracol Televisión, transmitido por 18 cadenas alrededor del mundo, que contaba el romance de un taxista interpretado por Robinson Díaz y Tatiana, una mujer de clase alta encarnada por Flora Martínez.

La serie fue tema nacional cuando el personaje interpretado por Fernando Solórzano, el mejor amigo del taxista, murió en un accidente de tráfico. Atrás quedaron los tiempos en que el clímax dramático de una serie o telenovela era el beso final entre los dos protagonistas. Ahora los personajes que se roban los corazones son los buenos amigos, como el que interpretó Solórzano.

Amigos hay de muchas clases y las ficciones televisivas construyen diferentes significados de amistad. Por un lado, aparecen los compañeros de los protagonistas, entre confidentes y consejeros personales: son los Sanchos leales, los Robins constantes. En otras ocasiones el eje de la historia son grupos de profesores y estudiantes (Francisco el Matemático), amigos empresarios (Hombres, de 1997), amigas que quieren dinero fácil (Las muñecas de la mafia) o amigos que trafican droga juntos (El cartel de los sapos).

En el caso de las narconovelas, de las cuales se han estrenado al menos 25 en los últimos diez años, el rol de los amigos es determinante. Las mujeres dejan de tener el papel de berracas y heroínas, como era Gaviota de Café con aroma de mujer, para asumir un rol sumiso y secundario. Y se configuran personajes que parecen caricaturizar a alias Popeye. Un tipo astuto pero obediente que cumple órdenes sin preguntar y es capaz de todo por su patrón.

Como estos y muchos más, los amigos llegaron a la televisión para quedarse y han significado un éxito comercial para las cadenas. Y es curioso que esto ocurra justamente cuando las relaciones de amistad, fuera de la pantalla, se han diluido entre las redes sociales y las aplicaciones de mensajería instantánea.

En los tiempos de la conectividad, los seres humanos se ven cada vez menos. Tal vez esta sea una de las razones por las que nos gusta ver buenos amigos en la pantalla, una ventana para observar las realidades que añoramos y que ya no nos pertenecen del todo.

* Investigadores del Centro de Estudios en Periodismo de la Universidad de los Andes. 

Por María Paula Martínez Alejandro Gómez Dugand *

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