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Tortura a prisioneros con música de diferentes artistas desató la polémica

La develación de prácticas de tortura relacionada con música ha desatado la polémica.

El Espectador
11 de abril de 2014 - 10:00 p. m.
Tortura a prisioneros con música de diferentes artistas desató la polémica

Las acciones, prácticas y manuales de las agencias de inteligencia estadounidenses han dejado de ser un secreto alrededor del mundo, así como las resoluciones que determinan dichos actos para procesos de interrogación y encarcelamiento. Todo esto debido a la disposición del Comité de Inteligencia de los Estados Unidos de desclasificar los documentos asociados a este tipo de situaciones.

A los documentos que diversas agencias de medios norteamericanos se han encargado de difundir se suma también la aparición de personajes ligados a este tipo de procesos, que comienzan a describir abiertamente las acciones propias y de los suyos.

A partir de todo este nuevo panorama de información abierta y además de masiva difusión, se ha conocido la utilización de diversas agrupaciones, temas o grabaciones con el propósito de quebrantar la voluntad, impedir el sueño, evitar el trabajo mutuo de los prisioneros o simplemente obtener información.

Algunas de estas revelaciones han desencadenado la reacción de las agrupaciones en cuestión, pasando así a mostrar una posición política, dada la magnitud de los hechos y la amalgama de juicios morales y éticos que pueden recaer sobre las decisiones del artista.

Uno de los casos más reconocidos sobre utilización bélica de un tipo de música en particular ocurre con la banda Drowning Pool, la cual, como lo reveló un reportaje de la Revista Spin en el 2006, es aplicada en el campo de batalla como un estimulante para los soldados, un hecho que había sido también documentado por Michael Moore.

Sobre la situación, el bajista de la banda, Stevie Benton, declaró según Spin: “la gente asume que deberíamos estar ofendidos porque alguien en la milicia piensa que nuestra canción (‘Bodies´) es tan molesta que, reproducida una y otra vez, puede romper psicológicamente a alguien (…) yo lo tomo como un honor porque quizá nuestra canción pueda ser utilizada para evitar otro 11 de septiembre o algo parecido”.

Por su parte, otra de las bandas reseñadas dentro de la lista de reproducción de los cuerpos de defensa norteamericanos, Metallica, específicamente con la canción ‘Enter Sandman’, expresó en voz de su baterista Lars Ulrich, un malestar con la situación, reconociendo también su limitada capacidad para evitarla.

“¿Qué se supone que debo hacer sobre eso? ¿Llamar a George Bush y decirle que ordene a sus generales poner ‘Venom’ (agrupación británica de Black Metal) en vez de nosotros?”, se preguntaba el percusionista durante una entrevista en el 2003.

Pese a esta reconocida limitación de acciones, otros artistas visiblemente contrariados por esta disposición de su música, se han manifestado al respecto. “El hecho de que nuestra música haya sido cooptada de esta forma barbárica es realmente desagradable”, aseveró Tom Morello, guitarrista de bandas como Rage Against the Machine (reseñada como elemento de tortura) y Audioslave.

Otras agrupaciones han ido más lejos en sus reclamos frente al Departamento de Defensa de los Estados Unidos. Así fue el caso de los canadienses Skinny Puppy, pioneros de la tendencia industrial dentro del rock, quienes, a comienzos del año exigieron que el ente pagara, simbólicamente, la cifra de US$666.000 por “la maldad de los hechos”.

Cevin Key, fundador de la agrupación, declaró a CBS: “Forzar a alguien a escuchar algo a volúmenes ensordecedores de seis a 12 horas a la vez mientras básicamente se defecan u orinan encima(…) es como si nuestra música estuviera siendo usada como un dispositivo de tortura o un arma”.
 

Por El Espectador

 

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