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Couching para el déficit de atención

Lupita Volio se volvió “entrenadora” de otras personas que como ella quieren potencializar el síndrome que padecen. Además enseña a los padres estrategias que mejoran la vida de sus hijos con TDA.

Mariana Suárez Rueda
23 de marzo de 2013 - 09:00 p. m.
 Lupita Volio y José Menéndez crearon la primera escuela de couching certificada internacionalmente. Dictan cursos en España, Colombia y México.  / Luis Ángel-El Espectador
Lupita Volio y José Menéndez crearon la primera escuela de couching certificada internacionalmente. Dictan cursos en España, Colombia y México. / Luis Ángel-El Espectador

¿Le cuesta trabajo quedarse quieto? ¿Cuando empieza algo no lo termina? ¿Generalmente actúa sin pensar primero? Aunque cualquiera podría responder afirmativamente a estas preguntas, si estos comportamientos se repiten con frecuencia durante más de seis meses es probable que se sufra de trastorno de déficit de atención (TDA), una condición causada por factores genéticos y ambientales, que en Colombia afecta al 15% de los niños y en el mundo al 5% de las personas.

Lamentablemente, por lo general, no se diagnostica a tiempo y quien lo padece y su familia deben tolerar por años una situación que ni siquiera comprenden y que deteriora no sólo el desempeño académico, sino la calidad de vida. Lupita Volio se dio cuenta de que tenía TDA ya siendo adulta. Fue en una charla a la que entró por accidente en donde encontró las respuestas a lo que creía eran terribles defectos de su personalidad.

Por ese entonces, esta costarricense que ha pasado gran parte de su vida en Europa y cuya especialidad ha sido la educación, ya se había entusiasmado con la metodología del couching. Precisamente desde 1996 esta técnica se comenzó a utilizar en Estados Unidos como una herramienta de apoyo para manejar a las personas con déficit de atención.

Volio, entusiasmada, decidió capacitarse para ayudar a otros que como ella sufrían del mismo trastorno y brindarles a los padres estrategias que contribuyeran a mejorar su vida y la de sus hijos. Cuando comenzó a hablar en España —donde reside desde hace años con su pareja José Menéndez, quien abandonó el arbitraje para dedicarse también al couching— de aplicar este tipo de entrenamiento para el déficit de atención no tuvo acogida. La mayoría de personas no sabían si quiera de la existencia del TDA.

Con el tiempo, sin embargo, su propuesta empezó a tener éxito y además de hacer couching para el déficit de atención, se dedica a formar a otras personas interesadas en capacitarse en esta técnica. Un grupo de niños de 13 años han sido sus “clientes”, como ella los llama, más jóvenes. Todos estaban a punto de ser expulsados del colegio y en cuestión de seis meses terminaron convirtiéndose en unos de los mejores de la clase. ¿Cómo?

Para empezar es importante tener claro que el couching enfocado en el TDA no reemplaza el tratamiento con el psiquiatra o terapeuta. Es un complemento que funciona muy bien, pues lo que busca es que las personas tomen conciencia de sus falencias, establezcan metas y realicen acciones para lograrlas. El enfoque de Volio es que se conciba el déficit de atención como algo positivo y se potencien las que serían sus debilidades.

Conseguir los resultados esperados requiere tiempo, pues el proceso de descubrirse a sí mismo e ir creciendo como ser humano no sucede de la noche a la mañana. La recomendación de Volio es realizar mínimo tres meses de couching, que equivalen a cerca de nueve sesiones. Sin embargo, esta cantidad depende de la intensidad con que el trastorno se manifieste.

De hecho, en muchos casos después de finalizar el entrenamiento es posible que haya que realizar sesiones de refuerzo una vez al mes. La ventaja, explica Volio, “es que el couching es una técnica que elimina la dependencia del entrenador. Se dan herramientas que lleven a pensar y a tomar acción, y la mayoría de gente termina al final haciéndose autocouching y saliendo adelante por sí misma”.

A pesar de sus bondades y de que hace 17 años surgió en el mundo, el couching para el TDA sigue siendo una metodología poco conocida. De los más de 20 mil miembros de la International Couch Federation, únicamente 11 se han especializado en este campo. Por eso, Volio y Menéndez, a través de su empresa Ola Coach, comenzarán a dictar cursos de capacitación para los “entrenadores” interesados en apoyar a quienes sufren este trastorno.

El próximo 3 de abril se lanzará el primer módulo. Será virtual y ya se han inscrito profesionales de países como España y Argentina. La noticia tiene emocionada a Volio, quien por estos días recordó que ya lleva tres años en mora de terminar el libro que escribió sobre el couching para el TDA.

Sólo le falta la última página, pero, confiesa sonriendo, no se ha concentrado lo suficiente para ponerle punto final a ese proyecto que comenzó al poco tiempo de descubrir que lo que creía eran defectos de su personalidad, y en realidad consistían en señales de ese trastorno que durante años la aquejó en silencio y al que terminó convirtiendo en una de sus principales cualidades.

Por Mariana Suárez Rueda

 

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