Pocos peces, un mal síntoma

Un solo y escalofriante dato: la pesca en el río Magdalena pasó de 80.000 toneladas/año en los años setenta a menos de 8.000 toneladas/año en la actualidad.

Pablo Correa
29 de abril de 2012 - 01:29 p. m.

CLÍMACO SALDAÑA. 76 AÑOS

Yo comencé a pescar cuando estaba de una edad por ahí de 10 años. Y pescaba con anzuelo, con varita. Yo nací en Útica (Cundinamarca), pero me trajeron de cinco años a Honda. Mi papá era pescador. A mí me gustan la atarraya y la cóngola. Porque a última hora lo que uno va cogiendo es para uno. La subienda ha terminado.

En un tiempo era mucho el pescado que subía. Había veces, y no son mentiras, que la ola lo sacaba a lo seco y en la mañana la gente tenía que tirarlo al río. Porque se ponía hediondo. Ahora no llega igual.

Las ciénagas las han secado. Le voy a decir la realidad: a los grandes ganaderos no les sirve que haya harto pescado. Entonces ellos buscan el medio de que en la ciénaga se vaya apocando el agua. Les siembran pasto para tener ganado y el pescado se va mermando. Le voy a decir que se ha terminado el cucho, un pescado que se llamaba casasola, se ha terminado. Se ha terminado un pescado que le decíamos la marrana. No la volvimos a ver. Un pescado que se llamaba bagrecasón, no lo volvimos a ver. Lo que mas abunda es nicuro, tolomba, bocachico y bagrecito por ahí hay. Yo que tuviera un hijo pequeño no le enseñaría a pescar. Que estudiara y se fuera a conseguir un trabajo. La pesca día por día se va terminando.

LUIS FERNANDO GARCÍA. 50 AÑOS

Nací en Caracolí. Pesco desde los siete años con mi papá. Él decía que el arte había que aprenderlo bien. Así es que cuando mi papá muere, deja cinco pescadores que son mis hermanos ya casi profesionales. Y hablamos de que son profesionales por qué. Porque la profesión hay que hacerla excelente. Usted verá muchos pescadores, pero todos los pescadores no son iguales, hay unos que saben más que otros. En eso consiste la pesca, en saber. Eso sí créamelo. Hay que aprender a conocer los hilos del agua, por donde el pescado camina. Este es un arte tan bueno que usted no necesita libreta. No necesita nada. Ni estudio. Usted necesita saber nadar. No más. El arte del río le da satisfacciones que el trabajo de construcción no le da. Hay días en que por lo menos ganarse 30 ó 40 mil pesos puede ser mejor que boliar pala, que le pagan 17 mil pesos. Aunque ahora estamos notando que muchas veces el río se vuelve duro. A pesar de que se consigue la comida, hay momentos en que se pone muy duro. Nosotros notamos que el río Magdalena se está acabando. El daño ecológico ha sido muy grande. Vemos que por el río bajan colchones, bajan maletas. O sea, día por día se esta contaminando y acabando. Tememos que en el mañana esto se acabe. ¿Qué hay que hacer? Que el Estado trate de mirarnos y hacer como un proyecto donde nosotros los pescadores dejemos descansar el río dos o tres meses al año.

LUIS JÉINER ZÁRATE. 30 AÑOS

En la pesca hay tiempos buenos y hay tiempos malos. Ahorita estamos en un tiempo en que hay pescaíto y usted sabe que si hay pescaíto hay plata. Pero cuando llega el “tiempo de vidrio” entonces la vida a uno le cambia hasta que vuelve a haber subiendita. El tiempo de vidrio es un tiempo en que no se consigue el pescado.

Mi papá es pescador y en mi familia prácticamente todos son pescadores. Yo empecé a pescar a la edad de 10 años para independizarme y vivir de la pesca.

Yo digo que todos los seres humanos tenemos sueños. Y el sueño de una persona es superarse, capacitarse. Yo sé que tengo 30 años y no estoy viejo. Pero hay personas de edad que se murieron aquí. Me gustaría estudiar. Terminar, porque no hice sino hasta tercero de primaria. Y tener mi propio negocio. A los intermediarios los llamamos mohínos, porque compran y van y revenden. Cuando llega pescaíto en cantidad, ellos lo pagan a lo que quieren. Imagínese que pagar una yunta en 1.000 pesos eso es demasiado barato. Mientras que ellos lo llevan a Bogotá y venden la libra a 5.000 pesos.

No le enseñaría a mi hijo a pescar. Y ojalá uno inculcarle desde pequeños que estudien, que se superen. El Gobierno debería meter la mano, porque también somos colombianos. Todo se lo meten a la guerra y el pobre cada día más pobre.

GIORGI GÓNGORA. 22 AÑOS

Yo soy nacido en Cambao, Cundinamarca. Nosotros nos bajamos todos los años a pescar a Honda. Desde que tengo uso de razón yo mismo pesco. Nosotros utilizamos más que todo son las chinchorras.

Yo he pensado en hacer otra cosa. Voy a ver si me salgo a trabajar. La pesca es un trabajo, pero no es una opción. Cuando quiera puede venir a pescar y la pesca le da, pero asimismo como le da, ella le quita. Pero preferiblemente es mejor un trabajo material que el río. El río a veces le bota un salario diario de 50, 80 ó 100 mil pesos. Pero a veces le bota un salario de 2 mil o tres mil pesos. Hay veces que nada.

El río a uno le hace mucha falta porque uno ha sido criado en este ambiente, pero preferiblemente es mejor no estar metido en el río en todo momento, buscar un trabajo diferente.

Lo que le dicen a uno los abuelos es que no se parece ni por poquito a la temporada de ellos. Que ese pescado era demasiado. Me ha contado mi papá, me han contado los abuelos, que el pescado antes lo cogían hasta con canasto. Metían el canasto al borde del río y sacaban canastilladas.

Espero a uno o dos años no estar en la pesca. Por lo regular tengo ganas de hacer un curso para entrar al gobierno y trabajar ahí. Quiero meterme al Inpec. Ser guardia. El trabajo que no es tan pesado como estar uno pescando todos los días y mojándose.

¿Por qué desaparecen los peces?

“La causas de este problema se pueden reducir a tres categorías: ambiental, pesquera y cambio climático. todo está relacionado. En lo ambiental, hay que enumerar la alteración y transformación del hábitat, la contaminación del agua, la transformación de planicies inundables, la introducción de especies exóticas y el represamiento del río. En lo pesquero, el problema es que las principales especies están sobreexplotadas. Vemos un mal uso de artes y métodos de pesca. En otra escala, el cambio climático está alterando las dinámicas hidrológicas. ¿Una solución? Ver el problema de forma integral y planificar mejor cada uno de los usos que hacemos del río”.

Mauricio Valderrama, director de la Fundación Humedales.

Por Pablo Correa

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