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Predecir el movimiento de un terremoto

El geólogo colombiano Germán A. Prieto explica que si bien es imposible saber cuándo se presentará un movimiento sísmico sí se puede responder cómo se comportaría una ciudad durante éste, estudiando la vibración de los océanos.

Redacción Vivir
25 de noviembre de 2012 - 09:00 p. m.
A través de una técnica denominada ruido sísmico ambiental es posible responder en qué zonas se sentirían mayores vibraciones durante un terremoto.  / EFE
A través de una técnica denominada ruido sísmico ambiental es posible responder en qué zonas se sentirían mayores vibraciones durante un terremoto. / EFE

Se prevé que en la falla de San Andrés, la fractura geológica que recorre California (EE.UU.) a lo largo de 1.300 kilómetros, ocurra un gran terremoto de magnitud de entre 7 y 8 grados, que podría afectar significativamente la ciudad de Los Ángeles. Si bien es imposible determinar cuándo sucederá el sismo, sí es posible responder —y ya lo ha hecho un grupo de científicos colombianos, liderado por el geólogo Germán A. Prieto, PhD en Ciencias de la Tierra— cómo se comportará el terreno cuando llegue ese día, dónde vibraría más la tierra, en qué punto los edificios podrían verse más o menos afectados.

“Lo principal que encontramos es que la ciudad está construida sobre una cuenca sedimentaria muy profunda, similar a lo que sucede en Bogotá o en Ciudad de México —explica Prieto—. Casualmente en la zona habitada, la región central de la cuenca de Los Ángeles, es donde se sentirían las mayores vibraciones. Si nuestra predicción es correcta, cuando ocurra el terremoto, allí se deberán concentrar las políticas de ayudas y atención en desastres, pues es donde se esperarían más daños y pérdidas económicas y humanas”.

¿Cómo llegaron Prieto y su equipo a ese diagnóstico? La respuesta está en una técnica denominada ruido sísmico ambiental, que empezó a tomar relevancia en 2005 —momento en el que este geólogo comenzó su estudio— y que está siendo investigada sólo por unos ocho grupos científicos en el mundo (incluido el Grupo de Geociencias de la Universidad de los Andes, que dirige Prieto).

A través de esta técnica se podría responder, por ejemplo, cuál es la estructura interna de la Tierra. ¿Cómo? Así lo explica Prieto: “Con las viejas técnicas el proceso se asimilaba al de una ecografía: el doctor utiliza un aparato especial que emite un pulso de sonido muy agudo, que nosotros no podemos percibir. Ese sonido se devuelve cuando se detecta algún cambio en el interior del cuerpo. En sismología era muy similar: había un terremoto que emitía unas ondas sísmicas. Nosotros escuchábamos esas ondas con sismómetros avanzados y a partir de los ecos hacíamos una imagen del subsuelo”.

Con las nuevas técnicas, que están desarrollando Prieto y otros pocos científicos internacionales, no es necesario esperar a que ocurra el terremoto. “Ahora lo que hacemos es trabajar con la vibración de los océanos (las olas del mar cuando golpean en la costa o al momento de una tormenta, un huracán), imperceptible para el hombre. En esas vibraciones el océano genera una señal en el interior del planeta y nosotros escuchamos los ecos de esa señal”.

Esa información es suficiente para predecir cómo se comportaría una ciudad o una zona específica durante un movimiento sísmico. “No quiere decir que vamos a predecir el día del terremoto, estamos bastante lejos de lograrlo —advierte Prieto—, pero sabemos que hay zonas donde es muy probable que ocurra. La pregunta que nos hacemos es: ¿Cómo se sentiría ese terremoto, por ejemplo, en la ciudad de Los Ángeles?”.

El nombre de Germán A. Prieto apareció el viernes pasado en la prestigiosa revista Science. El geólogo colombiano fue invitado a hacer un comentario, sobre el último hallazgo de un grupo de científicos franceses que vienen trabajando también el ruido sísmico ambiental. El resultado de este estudio, señala Prieto, es revelador: “Generalmente esas señales (generadas por las ondas sísmicas en el fondo del océano) sólo penetraban los primeros 100 kilómetros de profundidad de la Tierra (se estima que hasta el núcleo la Tierra tiene unos 6.371). Era muy útil, pero no nos permitía ver más allá. Este nuevo artículo lo que ha logrado es mostrar que es posible ver partes más profundas, entre los 400 y los 700 kilómetros, y se sugiere que incluso podemos ver más allá”.

¿Y qué significa poder ir a esas profundidades? “Esto nos demuestra que no habría una limitación real para poder ver, por ejemplo, el límite entre el núcleo y el manto de la Tierra, que es una de las zonas donde todavía tenemos grandes dudas de su estructura y su temperatura. Se cree que en esta zona está almacena buena parte de la energía del planeta y que de ahí sale a la superficie. Podríamos responder cuál es el comportamiento y la dinámica de esa zona”, responde Prieto.

¿Sólo es posible aplicar esta técnica en zonas cercanas al mar? Prieto responde que no y dice que aunque uno se imaginaría que en ciudades como Bogotá no tendría importancia, lo que desconocemos es que incluso en la capital se puede sentir el oleaje del Pacífico, del Atlántico y del Caribe. “Es una energía pequeña, imperceptible, pero los aparatos que utilizamos pueden percibirla”.

Esos aparatos de los que habla Prieto tienen un alto costo (alrededor de los US$25.000) y aunque la red sísmica colombiana cuenta con unos 30 en todo el país (pocos comparados con EE.UU., donde se utilizan alrededor de 600, y Japón, con cerca de 3.000), para aplicar esta técnica en una ciudad como Bogotá sería necesario instalarlos en diferentes zonas. ¿Cómo se sentiría un terremoto en la capital? Estamos lejos, financieramente, de conocer esa respuesta.

Por Redacción Vivir

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