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¿Quién manda a quién?

Por cada célula de nuestro cuerpo se pueden contabilizar hasta 10 bacterias conviviendo con nosotros.

Pablo Correa
23 de mayo de 2012 - 10:38 p. m.

¿Quiénes somos? Los filósofos se han devanado los sesos siglo tras siglo en busca de una respuesta certera sobre nuestra identidad. Desde el “hombre es un animal racional” de Aristóteles hasta el concepto del “yo” para Freud, hay respuestas para todos los gustos.

Pues bien, los biólogos han querido añadir un grado más de complejidad a la enrevesada pregunta. Las investigaciones de los últimos 10 años, como lo señala Jennifer Ackerman en un fascinante artículo publicado en la última edición de Scientific American, han demostrado que la mayoría de células que conforman el cuerpo humano no son células humanas: ¡son bacterias!

Por cada célula humana se pueden contar 10 bacterias conviviendo con nosotros, casi siempre en un perfecto equilibrio del que depende su supervivencia, pero también la nuestra. Otro dato que haría que más de un filósofo de las viejas escuelas se rascara la cabeza: portamos entre 20.000 y 30.000 genes humanos, pero si se suman los genes de las bacterias que pululan en nuestro intestino, el salpicón de genes que llevamos ahí asciende a 3,3 millones de genes.

También se han equivocado todos los que durante décadas han visto en el mundo microbiano a un ejército de enemigos. “Nuestro narcisismo nos mantuvo atrás. Tendemos a creer que contamos con todas las funciones necesarias para una buena salud”, explica Sarkis Mazmanian, biólogo del Instituto Tecnológico de California, “pero sólo por ser extranjeros, sólo porque los adquirimos del mundo exterior, no significa que sean una parte menos fundamental de nosotros”.

Las pruebas a favor de este nuevo enfoque de la medicina son varias. Por ejemplo, la Bacteroides thetaiotaomicron, portadora de genes capaces de sintetizar 260 diferentes enzimas, al parecer juegan un rol fundamental en la digestión de grandes cadenas de carbohidratos en nuestra dieta. La pregunta que hoy se plantean los científicos es si la obesidad no está en parte relacionada con la presencia de estos microorganismos.

También la desprestigiada Escherichia coli, acusada de ser la responsable de las úlceras y la gastritis crónica, está recuperando su reputación gracias a este enfoque. Al parecer, esta bacteria ayuda a regular la acidez del estómago en las personas sanas.

Mazmanian hace una advertencia: “Lo que hemos hecho como sociedad en un corto período de tiempo es cambiar completamente nuestra relación con el mundo microbiano”, refiriéndose al uso de antibióticos y a los partos por cesárea que evitan a los bebés un primer contacto con las bacterias que habitan en el tracto genital de las madres. El resultado de este cambio podría ser una de las causas en el incremento de las enfermedades autoinmunes, pues muchas de las bacterias en nuestra piel, en nuestro intestino, estómago y tracto urinario podrían estar cumpliendo un rol de reguladoras del sistema inmunológico.

Por Pablo Correa

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