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Reyes del hip hop en YouTube

En Colombia, los grupos de hip hop desconocidos han encontrado en la web una gran herramienta para lanzarse a la fama. Todo Copas, una agrupación del centro de Bogotá, ya tiene más de un millón de vistas en YouTube.

Gabriela Supelano
12 de enero de 2011 - 10:00 p. m.

Más de un millón de vistas. Para ser exactos, 1’313.520, ese es el número de veces que han reproducido en YouTube el video Todo Copas, de la agrupación bogotana de hip hop que tiene el mismo nombre. Lo irónico es que ninguno de ellos haya conseguido contrato, que  a diferencia de los raperos gringos no porten brillantes cadenas ni anden en carros costosos. Son sólo tres muchachos del barrio, del centro de Bogotá, chicos que en el buen sentido de la palabra conocen la calle porque  como explica Smith, “calle no es ser ladrón, es parchar por ahí, observar lo que pasa a tu alrededor y meterlo en las canciones”.

Como ellos hay otros grupos bogotanos que cada día ganan más seguidores por sus videos en YouTube o sus cuentas en Facebook y Twitter. Fondo Blanco Crack Family, otro grupo capitalino, tiene casi 300 mil vistas en tan sólo uno de sus videos. ¿Pero cómo es posible que sus líricas y ritmos trasciendan la calle y se conviertan en un fenómeno de las redes sociales? No hay una respuesta fácil ni única, pero puede estar relacionado con que ellos son como se muestran en los videos e imprimen una gran porción de realidad a todo lo que hacen.

“Hay gente que dice ser calle, pero no ha vivido realmente lo que es estar ahí, camellando, a veces sin familia”, explica Ángel, otro de los raperos del grupo, “nosotros no tenemos que pretender nada y eso es lo que mostramos en los videos”. Por eso en sus producciones caseras, hechas de forma empírica, se muestra todo lo bueno y malo que viene con ser calle. “En el video de Todo Copas había chicos de todo tipo y no los censuramos”, comenta el rapero. Sus videos y canciones han despertado controversia en el mundo del hip hop, ya que muestran crudas imágenes de jóvenes fumando marihuana o crack. “Es una cuestión de ser reales y así es la calle”, dice Ángel.

Todo Copas está en el pico de un fenómeno que se viene desarrollando en la ciudad. Los jóvenes raperos con aspiraciones de fama musical, sin ayuda de disqueras ni mánagers y por supuesto sin recursos, han encontrado que la red es una herramienta para realizar sus proyectos. Por ejemplo, un solo video de Cejas Negraz (líder del grupo Fondo Blanco Crack Family) rapeando en el Septimazo, con poca iluminación y un sonido rústico, ya tiene más de 700 mil vistas. Además, cuando se escribe en el buscador de YouTube “hip hop bogotano”, aparecen grupos como Zebra, que sin ningún reconocimiento en el mainstream de la industria musical colombiana, tiene un promedio de 200 mil vistas por video.

Estas piezas audiovisuales no son grandes producciones. Son obra de amigos interesados en eso de grabar y editar. A veces, cuando tienen dinero, alquilan una cámara HD para hacer las tomas, pero definitivamente los impedimentos técnicos no son un obstáculo. Si es necesario, filman con el celular. Ángel explica que las personas en la calle les preguntan qué están haciendo, “que si es para una novela”, cuenta el rapero. Por eso los videos tienen tanto del “gueto”, porque incluyen a los habitantes de la calle, las prostitutas y los transeúntes.

Aunque el fenómeno es muy fuerte en la capital, hay otros ejemplos como el de Todo Copas en otras ciudades del país. Tal es el caso del Judío, un rapero caleño que también ha logrado que sus videos (donde a veces aparece sólo frente a la cámara) tengan entre 50 mil y 300 mil vistas. También está el caso de Alcolirykoz, una agrupación de Medellín que sonó mucho por Twitter y aunque el número de reproducciones de sus videos no es tan alto, ellos continúan subiendo material a la web.

El mercado del hip hop colombiano es casi inexistente en comparación con el estadounidense, uno de los más grandes de ese país. Tan sólo en 2003, ese género era la de mayor crecimiento en el país norteamericano con ventas que llegaban a US$1,84 mil millones de los US$14,3 mil millones totales que ingresaban al mercado musical. Y eso teniendo en cuenta que desde ese año, el hip hop ha continuado creciendo. En Estados Unidos, los canales MTV, VH1 o BET (canal exclusivo de ese tipo de música) se pelean por las primicias musicales de Kanye West, Jay Z o Eminem.

Acá nadie se pelea por poner la música de Ángel, Smith y Alveiro, ni por sacar su videos en ningún canal. “Nosotros no estamos en nómina, toca trabajar con lo que tenemos”. Por eso desde que fundaron la banda, en 2007, han elaborado videos para cargarlos en internet. Además usan Facebook como una importante herramienta de difusión. Actualmente tienen 4.353 amigos en esta red social, e incrementan cada día.

“La música fue lo que me sacó de eso”, dice tímidamente Ángel. Hace unos años ni siquiera soñaba con ser músico o estar en un grupo, él se dedicaba a actividades un tanto más ilegales. Ahora eso quedó atrás. Ellos trabajan en el barrio del lado, el que llaman El Bronx, enseñando la cultura del hip hop a los hijos de expendedores, ladrones, recicladores y habitantes de la calle. Además apoyan su música con lo que ganan en dos pequeños estands de ropa hip hopera situados en el Centro Comercial Plaza España. Ahí Smith raya con un aerógrafo buzos, zapatos y todo lo que sus clientes le lleven.

Así seguirá la vida de calle de estos tres chicos, los freestyleros, los que andan en cicla por el centro (“su hogar”) y los que no pueden dejar de hacer música. Aunque aspiran a ser reconocidos por su música en la red, los conciertos y en las ciudades, no buscan que sus buenas acciones los lancen a la fama. Es simplemente algo más que tienen que hacer para seguir, como su nombre lo dice, “todo bien, todo copas”.

Por Gabriela Supelano

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