Se repite casi todos los días que la educación es la herramienta por excelencia para la equidad y la paz, entonces, ¿por qué no damos ejemplo y dialogamos? La paz no va a llegar en un papel firmado, la construimos con hechos, y las oportunidades son diarias: llegar a un Gran Acuerdo Nacional por la Educación para que, entre otros aspectos, se dignifique la labor docente, sería sin duda, un hecho de paz.
El problema no es sólo una cuestión salarial ni tampoco de evaluación, debemos apuntarle a reformas estructurales que nos lleven a tener docentes mejor remunerados y más motivados, que sean seleccionados de una manera adecuada, evaluados para mejorar continuamente y donde la sociedad los reconozca como una pieza importante en la calidad de la educación, sin que sea la única. Sólo cuando se presenta un cese de actividades en las instituciones educativas oficiales del país, tal como lo estamos viviendo con los docentes protestando en las calles por sus condiciones laborales, se recuerda la necesidad de definir y desarrollar políticas educativas estructurales, las cuales deberías ser de largo aliento.
El llamado es a que todos los actores claves asuman su responsabilidad en el diálogo; en la mesa deben estar sentados no solo la Ministra de Educación y Fecode, también se requiere la presencia del Ministro de Hacienda para poder aterrizar cada propuesta en números y hechos concretos, y por qué no del Director de Planeación Nacional, ya que la política educativa, su visión e impacto son de corto, mediano y largo plazo.
Para nadie es un secreto que los recursos en educación no son suficientes para lograr todas las promesas con las que el gobierno presente se hizo reelegir. Recordemos que el Presidente Juan Manuel Santos se comprometió con Todos por la Educación y diversos sectores a pasar del 4,2% aproximadamente al 7% del PIB en inversión en educación. Además, aseguró que destinaría 2 billones de pesos, cada año, para incrementar la excelencia docente, pero desafortunadamente el presupuesto aprobado el año pasado no llegó al aumento de un punto porcentual del PIB como fue prometido y los recientes anuncios de la Ministra hablan de una inversión de medio billón de pesos para incrementos salariales; las sumas no dan.
Si en realidad la educación es la prioridad, se debe atender los llamados que desde movimientos sociales como Todos por la Educación hacemos, para que lejos de las polarizaciones y confrontaciones, se implementen soluciones de fondo para los 9 millones de niños, niñas y jóvenes que hoy están sin clase, pero también para todo el sistema educativo del país que requiere con urgencia de reformas estructurales y articuladas.
Dialoguemos, lleguemos a consensos en medio del disenso y, por favor, demos ejemplo en la construcción de hechos de paz.