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Testimonios desde la Sierra

Hace diez años, el arhuaco Amado Villafañe agarró la cámara y se aventuró a capturar historias, llevado por la necesidad de narrar la vida y las luchas de los pueblos de la Sierra Nevada.

Angélica María Cuevas G.
05 de octubre de 2012 - 09:21 p. m.
Invitado al XI Festival de Cine Indígena que termina hoy en Medellín
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En diciembre de 2002, después de que en la Sierra Nevada se enfrentaron las Farc y el Eln, Amado Villafañe fue declarado —porque sí— objetivo militar. El indígena arhuaco agarró a su mujer y a los niños y se los llevó a Santa Marta.

Quería gritar lo que estaba ocurriendo arriba, denunciar los atropellos históricos a los que los indígenas han estado sometidos. Primero por los religiosos y ahora por los armados y las empresas que amenazan con pasar por encima de sus lugares sagrados con tal de extraer lo que la tierra guarda debajo.

Villafañe también estaba cansado, como otros arhuacos, koguis, wiwas y kankuamos, de que los “hermanos menores” (como llaman al resto de los humanos) sólo conocieran a las cuatro tribus de la Sierra a través de los ojos de extraños y extranjeros, que aún siguen subiendo con cámaras de última generación a registrar cómo piensan y se relacionan con el mundo.

De manos de Stephen Ferry, fotógrafo y colaborador de la National Geographic, aprendió en Santa Marta que la fotografía “era más que sostener un aparato y hundir un botón con un dedo”.

Pero regresar a la Sierra con una cámara en la mochila significaba también desafiar la creencia de que las fotos y los videos se quedan con parte de los espíritus que registran: “Aún es difícil explicarles que necesitamos hacernos visibles. Y que exponer a nuestras autoridades mayores y lugares sagrados no significa desnudar a la madre (naturaleza). Poco a poco las denuncias han surtido efecto y los hermanos mayores lo han venido entendiendo”.

Un grupo de indígenas curiosos, con el apoyo del antropólogo bogotano Pablo Mora, se unió a la causa de registrar en imágenes lo que los mamos tenían para decir sobre el calentamiento global, la falta de conciencia de los hermanos menores, las prácticas que amenazan al agua y la cosmovisión que hace siglos se engendró en la Sierra. Mora cuenta cómo las autoridades mayores se reunieron en torno al bautizo espiritual del equipo de camarógrafos, sonidistas, y realizadores indígenas.

Uno por uno nacieron los diez capítulos de la serie Palabras Mayores: Revelaciones desde el corazón del mundo, que, dirigida por Villafañe, se emitió en 2009 por el canal público Telepacífico. Luego vendrían cinco videos más y dos exposiciones fotográficas que ya recorrieron el mundo.

En 2010 se terminó Nabusimake, memoria de una independencia, documental que muestra cómo a principios del siglo pasado los Hermanos Capuchinos entraron a la Sierra a enseñarles a leer, contar y escribir, y terminaron —a las malas— evangelizándolos, sometiéndolos y poniendo en riesgo sus prácticas ancestrales.

De Nabusimake, territorio que alberga sus resguardos y que los capuchinos llamaron San Sebastián de Rábago, fueron respetuosamente expulsados los religiosos a finales de los 80.

De la misma manera quieren arhuacos, koguis, wiwas y kankuamos que los “blancos” que hoy quieren desviar sus ríos, desconocer su presencia y destruir sus santuarios, se alejen.

Por Angélica María Cuevas G.

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