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Un río, muchas soluciones

Las alternativas para recuperar el gran río de Colombia son más sencillas de lo que creemos. Lo principal es voluntad política, coordinación institucional y planeación en el largo plazo.

José Yunis*
03 de mayo de 2012 - 12:02 a. m.

En los últimos cuatro días, El Espectador y The Nature Conservancy han llamado la atención sobre aspectos de deterioro de la cuenca Magdalena-Cauca. Obviamente, los temas reseñados no son los únicos males que la aquejan, hay muchos más. Sin embargo, no quisiera despedir esta serie sin dejar el siguiente mensaje: a pesar del daño que le hemos hecho al Magdalena, ésta es una cuenca resistente, tenaz, berraca como sus pobladores. No está muerta ni agonizante, está ahí, dispuesta a lo que le propongamos.

En pesca, si se le diera un respiro al recurso, volvería. Sin costosos repoblamientos, manejando planicies, ciénagas, haciendo acuerdos con pescadores. El recurso está allí, las pasadas lluvias lo confirman. Apenas llovió, el río conectó las ciénagas de antes y la pesca repuntó. Pero como nadie la manejó, volvió a colapsar. No en vano un bocachico maduro pone ¡de 500 mil a 1 millón de huevos! Hay que recuperar la vocación pesquera e inundable de la región depresión Momposina/Mojana/Zapatosa. Ese es el corazón de la pesca en el Magdalena, el que generaba la subienda. Podemos traer la pesca de vuelta, pero necesitamos institucionalidad, recursos, metas y enfoque. Digo: si estamos hablando en serio.

En inundaciones, seguir haciendo muros para cercar el río no sólo no es viable en el largo plazo, sino que es supremamente costoso. La naturaleza siempre gana. El ejemplo del Mississippi es bastante claro en esto, y Colombia no debería seguir esa idea de controlar a la naturaleza. Quizás la alternativa más barata y rentable en el largo plazo es la adaptación basada en ecosistemas. Recomponer las conexiones del río con las ciénagas. Hay que darle espacio al río, no tratar de domarlo.

La recuperación de las 300 o 400 mil hectáreas que le quitamos al sistema en los últimos 20 no sólo sería muy efectivo para mejorar su capacidad de almacenamiento, sino que nos haría más resistentes al cambio climático.

Por supuesto, reforestar la cuenca ayuda cuando tenemos menos del 23% de cobertura original. Estamos a tiempo, los recursos están en el Fondo de Adaptación y en las regiones, con las regalías y en las corporaciones.

En hidroelectricidad, si bien la energía es bienvenida, no toda producción energética debe serlo. Las entidades de energía tendrán que sentarse con las ambientales a mirar todos los puntos posibles para producción energética en la cuenca, analizando cuáles son los más adecuados para el país. ¿Y cuáles son? Pues aquellos que producen más megavatios y menores daños al ecosistema en una visión de cuenca que analice megavatios y servicios ambientales como pesca, biodiversidad, suelos, carbono, rendimiento hídrico, flujos ambientales, caudales ecológicos y costos o beneficios sociales.

Hay que superar el esquema limitado de la licencia ambiental. El Estado debe decidir dónde pueden y deben operar los inversionistas privados o estatales. Compramos algún tiempo mientras se producen los cambios fundamentales en nuestro preocupante estilo de vida, o se producen aquellos tecnológicos que lo alarguen. Esto no es sólo para el sector energético; similar análisis debe hacerse de la agricultura, las minas y otros usuarios.

Para evitar la pérdida de los corales de Islas del Rosario y de la bahía de Cartagena, franceses, holandeses y estadounidenses plantearon hacer en Calamar una estructura de control y regulación con otra en paralelo para la navegación, de manera que se reduzcan el caudal, la velocidad y los sedimentos. Agrego que deberían recuperarse manglares y ciénagas que traten sus aguas antes de que éstas entren al mar, y que se modelen los posibles efectos de dicha obra en los departamentos de Atlántico y Magdalena. El proyecto puede estar rondando el medio billón de pesos y la fuente es el Fondo de Adaptación. Esperamos que la solución mejore las condiciones de la Bahía y los corales del Rosario para bien de todos los colombianos y que en dicha decisión pese lo menos el beneficio de unas pocas empresas.

Tenemos un buen ambiente de trabajo con entidades públicas. De hecho, Cormagdalena y el Ministerio del Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible han destinado alrededor de 15 mil millones de pesos para que en los próximos cuatro años se protejan los 86 sistemas claves incorporados por Cormagdalena en su plan de manejo, luego de un trabajo de tres años hecho conjuntamente con The Nature Conservancy.

Dicha suma ayudará a la construcción de un modelo de manejo integrado que permita tomar decisiones con perspectiva de cuenca. Con esto esperamos sentarnos con los sectores para poder hacer negociaciones estructurales, sin duda, un cambio de enfoque y un aporte extraordinario para el futuro sostenible de Colombia.

* Representante para Colombia de The Nature Conservancy.

Por José Yunis*

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