La pesadilla

A pesar de las cordiales palabras con que se refirió en su discurso en la Casa Blanca a sus antecesores, exjefes y ahora fuertes críticos, Andrés Pastrana y Álvaro Uribe, el presidente Juan Manuel Santos no perdió la oportunidad de lanzarles sus dardos en el encuentro con los centros de investigación el primer día de la visita, ante una pregunta sobre los destructores (spoilers) del proceso de paz.

El Espectador
06 de febrero de 2016 - 09:56 p. m.

Primero habló de los políticos que utilizan el arma de la desinformación. Pero luego, hablando de lo que quitaba el sueño, mencionó que temía que esos spoilers cometieran un acto de violencia para tratar de destruir el proceso. El auditorio enmudeció.
 
Buena energía
 
Sorprendió a muchos de los invitados el jueves a la Casa Blanca la tranquilidad del presidente de Bancolombia, Carlos Raúl Yepes, cuando al pasar los controles de seguridad sonaron todas las alarmas y los agentes se pusieron algo nerviosos y lo requirieron para controles adicionales. Yepes iba preparado, pues al ingresar a los Estados Unidos le había sucedido lo mismo. Resulta que por un tratamiento médico hacía unos días le habían inyectado una solución ionizada que los aparatos de seguridad detectaban como sospechosa, de manera que pidió a su oficina que le mandaran la certificación y las concentraciones de la sustancia y con ellos pudo ingresar finalmente a la ceremonia.
 
El otro plan
 
Un pequeño grupo dentro de la comitiva que acompañó al presidente Juan Manuel Santos a Washington, entre quienes se destacaban el fiscal general, Eduardo Montealegre, y el presidente de Ecopetrol, Juan Carlos Echeverry, aprovecharon la visita el miércoles del líder de la NBA en la conferencia del oeste, los Golden State Warriors de Oakland, y se fueron para el Verizon Center de los locales, los Wizzards. No sólo comieron crispeta como niños sino que se dieron un banquete de buen baloncesto, pues Stephen Curry, para muchos el mejor basquetbolista del mundo en este momento, anotó 51 puntos, 33 de los cuales fueron de tres puntos.
 
Avionada
 
En un pasillo de la Casa Blanca, uno de los invitados colombianos vio a asesores de Barack Obama detallando las fotos del nuevo avión del presidente de México, Enrique Peña Nieto. Dicen que es mejor que el Air Force One del presidente de Estados Unidos y que por eso costó no menos de US$220 millones. El Boeing 787-8 lo recibieron el miércoles en el aeropuerto de la Ciudad de México en reemplazo del Benito Juárez, un Boeing 757 en servicio desde 1988. Esto desatará una fiebre entre los jefes de Estado del continente, aunque en el caso colombiano parece descartado, por ahora, el cambio de “la cafetera”, el modernizado Fokker F28 adquirido por el gobierno de Misael Pastrana en 1971 en el que el presidente Santos y sus invitados viajaron a Washington. Además, hace dos años la Presidencia compró por US$5 millones un avión Beechcraft King Air 350i con cuatro años de uso y mil horas de vuelo y un Embraer EMB-135BJ Legacy 600. Y hace diez años se adquirió un Boeing 737 por US$40 millones.
 
La clave
 
Mientras agentes estadounidenses intentaban abrir una caja fuerte encontrada hace dos semanas en la que fuera la casa de Pablo Escobar Gaviria en Miami, tenían a la mano una versión por verificar antes de descifrar la clave: que allí se encontraban parte de los dos millones y medio de dólares que en 1994 el capo del cartel de Medellín lavó comprándole el premio mayor de tres loterías en Colombia a su hija Manuela, entonces de diez años de edad, y que escondió pensando en su futuro fuera de Colombia. Esa era una entre una docena de teorías documentadas por investigadores judiciales. Falta ver qué había dentro y si le van a reconocer algo a los nuevos dueños de la residencia en demolición, el magnate francés Christian de Berdouare y su esposa, Jennifer Valoppi.
 
Vuelve y juega
 
Polvareda levantará el libro ChuzaDAS, ocho años de espionaje y barbarie, investigación de Julián Martínez Vallejo, periodista de Noticias Uno. Aparte de muchas chivas documentales y testimoniales, el prólogo fue escrito por Ramiro Bejarano Guzmán, exdirector del DAS y víctima de las interceptaciones telefónicas del gobierno de Álvaro Uribe, quien presentará la obra del sello Ediciones B en el Gimnasio Moderno de Bogotá, la noche del 2 de marzo, junto a César Julio Valencia Copete, otro “chuzado”. El columnista Daniel Coronell también le dio su aprobación.
 
Desde el “green”
 
Los editores de la revista “Soy Golfista” se ocuparon esta semana de que al alcalde Enrique Peñalosa le llegara la más reciente edición, en la cual el mandatario de Bogotá es portada con el titular “Peñalosa y el Country: Misterio”. La publicación incluye un artículo en el que se cuenta que, por más que han averiguado, no saben qué decisión tomará el funcionario sobre el tradicional campo de golf, pues durante su primera administración promovió su expropiación en beneficio del resto de los habitantes de la ciudad y que por eso votaron por Samuel Moreno. Gracias a esa reclamación, el Consejo de Estado convirtió las 7,6 hectáreas de la cancha de polo en parque y ahora los golfistas le piden que no vaya a hacer lo mismo con los 18 hoyos de golf (casi cien hectáreas) y que recuerde que él es parte de las “familias privilegiadas” cuya historia ha estado ligada al Country. A Peñalosa no le gusta el golf.
 

Por El Espectador

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