El vicepresidente del Concejo de Bogotá, Antonio Sanguino, radicó un proyecto con el que se pretende mejorar la movilidad y el ambiente en la capital mediante la chatarrización de vehículos particulares.
El proyecto tiene como objetivo la implantación de dos medidas claves. La primera comprende la chatarrización de carros particulares cuyo modelo sea mayor a 20 años; según la Cámara de Comercio de Bogotá estos vehículos tienen un promedio de uso de 13,5 años y la vida útil de los mismos es de 400 mil kilómetros (aproximadamente 20 años).
“Después de ser usado el carro durante el periodo de su vida útil, este empieza a perder su fiabilidad y la probabilidad de su buen funcionamiento. Con esto se sacarían de la malla vial aproximadamente unos 171.224 autos con modelo anterior a 1989” explicó Sanguino.
Esta medida se justifica toda vez que se estima que en Bogotá existen más de 1,2 millones de vehículos particulares, los cuales crecen cada año en una suma de 64 mil nuevos carros. “Si se pusieran en línea recta sumarían casi 200 kilómetros, es decir, una distancia igual a la que existe entre Bogotá e Ibagué. Lo que indica que llegará un momento cercano en la capital en que no habrá espacio para la circulación de tantos vehículos con la actual infraestructura vial, llegando entonces a un estado de inmovilidad total junto con los consecuentes costos para los ciudadanos” manifestó el cabildante.
De igual forma, el proyecto busca el establecimiento de un cupo máximo de vehículos automotores que podrán rodar por la ciudad teniendo en cuenta la capacidad de la infraestructura vial actual.
Este cupo, que será gradual y flexible en la medida que la ciudad vaya ampliando y mejorando sus vías, será establecido después de un estudio realizado por la Secretaría de Movilidad, que a su vez controlará el otorgamiento de matrículas para mantener el cupo máximo.
Finalmente, el proyecto tiene como prioridad mejorar el ambiente en la ciudad con desestimulando el uso extensivo del vehículo particular, permitiendo así una reducción en la contaminación por humo, polvo y hollín que estos producen, la cual es causante de 2.649 toneladas diarias de dióxido de carbono (CO2), y que la constituye en la segunda fuente contaminante de la atmósfera, después del transporte público colectivo.