Así encontraron al tigrillo lanudo en Bogotá

Investigadores de la organización ProCAT Colombia se unieron con la comunidad para hacer monitoreo de las especies silvestres en el extremo norte de los cerros orientales.

Verónica Téllez Oliveros
31 de julio de 2015 - 10:17 p. m.

Fue por un vecino. A finales de 2013, un habitante del conjunto residencial Bosques de Torca (en el límite norte de los cerros orientales de Bogotá) descubrió que se le estaban desapareciendo algunos pollos y otras aves de corral de su casa campestre. Él, que conocía algo sobre el tema de fauna, había notado que al parecer había tigrillos en la zona y contactó a los investigadores de ProCAT Colombia (entidad dedicada a la investigación y conservación de ecosistemas y especies).

La historia la cuenta Mauricio Vela-Vargas, uno de los investigadores de la organización. Recuerda que le explicaron al vecino que esta zona de los cerros tiene porciones de bosque andino, donde podrían existir especies silvestres. Entonces surgió la idea para identificar dónde había tigrillos y hacer un completo inventario de la fauna, en alianza con la comunidad.

Le presentaron una propuesta al habitante, quien se animó e invitó a vecinos de otros conjuntos, como La Floresta de La Sabana. Por su parte, ProCAT consiguió apoyo de las universidades de Mississipi y Arizona (EE.UU) y arrancó la búsqueda, como parte del proyecto Bogotá Biodiversa.

Duraron dos meses instalando cámaras trampa en la base de los árboles del bosque, justo donde había huellas u otras señales del paso de animales. Luego de seis meses las desinstalaron, revisaron miles de fotografías y encontraron lo que esperaban: registros de un mamífero llamado tigrillo lanudo (leopardus tigrinus, según su nombre científico), el felino más pequeño de Colombia y del que no había datos de su presencia en los cerros de Bogotá. Una especie de gato tigre, que tradicionalmente se ha encontrado desde Costa Rica hasta la selva amazónica de Brasil.

Tras el impactante hallazgo, ProCAT ha seguido con el monitoreo de este mamífero, porque al parecer, “podría ser una especie diferente a la que está en Brasil. Pero para saberlo hay que hacer un análisis genético. En eso estamos”, dice Vela.

Otro reto de los científicos es obtener la mayor cantidad de datos sobre la vida del animal. Esta especie de felino está clasificada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza como una especie con datos deficientes. “Así que estamos generando esta información de base para saber qué come, cómo se mueve, cuáles son sus patrones de actividad, tanto en el día como en la noche, para publicarlos”, agrega el investigador.

El proyecto Bogotá Biodiversa ha logrado identificar otras especies como el zorro común, el cusumbo de montaña, guartinajas, ardillas, conejos y faras. Con los datos que obtuvieron hasta diciembre de 2014, los investigadores hicieron una presentación en el Congreso Colombiano de Zoología. Y ahora quieren que este proceso de muestreo de la fauna silvestre bogotana sea algo más grande que la simple exploración en tres conjuntos residenciales de los cerros.

La idea de los miembros de ProCAT Colombia es dejar constancia documental de lo qué está pasando con la fauna silvestre de Bogotá. Y para ello, quieren implementar estrategias que se han realizado en zonas urbanas como el Central Park de Nueva York y en algunos grandes parques de Europa, llamadas Bioglitz. Son intervenciones en las que en un fin de semana, o en un par de días, técnicos e investigadores invitan a la comunidad que vive en zonas urbanas para enseñarles a hacer monitoreo de la fauna y flora del sector. Es una forma de acercar a la gente al trabajo científico. Bogotá Biodiversa tiene planes de hacer uno en el Parque Nacional, que está junto a los cerros orientales y tiene bastante bosque. Para ello, ya están en contacto con la Universidad Autónoma de México, que ha expresado su intención de unirse al proyecto.

“Para tener cierta calidad de vida necesitamos conservar los cerros. Ellos nos sirven para la producción de oxígeno y el cuidado de las fuentes de agua. Además, aquí hay muchas especies que mucha gente cree que solo existen en Chocó o el Amazonas, pero que están en las goteras de la ciudad. A un kilómetro tenemos tigrillos y especies que jamás hubiéramos imaginado. Somos una organización de investigación pero queremos crear conciencia de lo que tenemos en la capital y recordar que todavía queda mucha biodiversidad y podemos fomentar acciones para rescatarla”. Así resume José Fernando González, director de ProCAT Colombia, el sentido del proyecto Bogotá Biodiversa.

Este tipo de iniciativas, además de generar conocimiento científico, también permite que los ciudadanos se interesen en la conservación de la biodiversidad y se acerque a esos términos científicos que a veces resultan lejanos. Vela dice que se trata también de mostrarle a la gente que los biólogos no son los locos que se van a vivir al bosque o se amarran a un árbol, sino que su trabajo puede convocar a toda la población con acciones concretas.

Por Verónica Téllez Oliveros

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